Saturday, March 31, 2012

Rusia no es el enemigo público número uno

Ivan Eland. El Instituto Independiente

En respuesta a la involuntaria franqueza pública de Barack Obama respecto de su mayor flexibilidad en las negociaciones sobre la defensa misilistica con Rusia después de las elecciones, Mitt Romney, declaró reflexivamente en una entrevista con CNN que Rusia es “el enemigo geopolítico número uno” de los Estados Unidos, agregando que Rusia “siempre defiende a los peores actores del mundo”.

Sin embargo, Romney le está hablando a la tribuna con vistas a los comicios en vez de observar la realidad de la reciente mejora en las relaciones ruso-estadounidenses. Y es significativo que más de dos décadas después de que el Muro de Berlín cayó, y a pesar de la mejora en las relaciones bilaterales, los políticos estadounidenses todavía pueden hacer demagogia con este tema escarbando en el persistente temor que el público estadounidense tiene por Rusia desde la Guerra Fría.

Recientemente, los rusos, contrariamente a la implicación de Romney, han ayudado a los EE.UU. a presionar a Irán sobre su programa nuclear. Además, los rusos han ofrecido una importante ruta alternativa para los suministros estadounidenses que se dirigen a Afganistán, la cual recientemente se ha convertido en aún más vital dado que Pakistán cerró su línea de suministro debido a una disputa por el asesinato estadounidense de soldados paquistaníes. Por otra parte, el ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio la sujetará a las reglas del comercio mundial abierto. Finalmente, y lo más importante, los EE.UU. y Rusia acordaron significativas reducciones bilaterales de las ojivas nucleares estratégicas de largo alcance, lo que hace al mundo más seguro ya que juntos los americanos y los rusos poseen el 95% de las armas nucleares del planeta.

¿Todavía hay problemas entre las dos naciones? Sí. Pero en el mundo post-Guerra Fría, el punto de vista estadounidense a menudo ha sido “o es a mi manera o la carretera”. Los políticos estadounidenses, al igual que Romney, generalmente caracterizan cualquier desviación rusa de los deseos estadounidenses como un comportamiento similar al de un enemigo. Sin embargo, después del 11 de septiembre, George W. Bush declaró que cualquier nación que no estaba a favor de los Estados Unidos estaba en su contra. Según esas normas, Rusia, temiendo también el radicalismo islamista en su propio país y en sus fronteras, descendió firmemente en el campamento estadounidense.

Y la mejora en las relaciones ruso-estadounidenses se ha producido a pesar de la promesa rota de los Estados Unidos de no extender al este una alianza hostil de la OTAN hacia Rusia a cambio de una Alemania unida después de que el bloque oriental colapsó. Además, después que Georgia comenzó una guerra con Rusia, los medios de comunicación occidentales parecieron olvidar este hecho, ya que Rusia fue condenada por su limitada invasión y retirada de ese país.

Los EE.UU. y Rusia también han discrepado sobre la represión por parte de Siria, un aliado ruso, de una rebelión a favor de la democracia. Los rusos son recelosos de apoyar las resoluciones del Consejo Seguridad de la ONU que condenan o sancionan a Siria porque se sintieron víctimas de una engañifa estadounidense durante la reciente guerra en Libia. Retóricamente, los Estados Unidos y Occidente deseaban una resolución de la ONU que diese legitimidad a una campaña de bombardeos para proteger a la oposición libia de la embestida amenazada por Muamar Gadafi. Sin embargo, la campaña aérea fue mucho más allá del objetivo de esa resolución y sacó a Gadafi del poder. Además, los rusos probablemente tengan razón respecto de las sanciones económicas: probablemente no motivarán a Siria para que detenga la opresión sino que probablemente harán que más sirios se congreguen en torno al régimen autocrático en desafío a la presión externa.

En cuanto a la defensa misilística estadounidense, es un sistema innecesario, costoso y poco efectivo que irrita de manera innecesaria las relaciones ruso-estadounidenses. Aunque la defensa anti-misiles estadounidense parece ser defensiva, la misma desestabiliza el equilibrio nuclear porque los países temen que sus fuerzas de disuasión nuclear podrían ser anuladas. Aunque los Estados Unidos afirmen que el sistema, con sede en Europa, está dirigido contra la amenaza de los misiles iraníes, los rusos temen que pudiese ser ampliado para intentar anular su fuerza de disuasión nuclear. Joseph Cirincione del Ploughshares Fund lo sintetizó mejor en un programa de PBS: “El presidente está construyendo un sistema de defensa antimisiles que no funciona contra una amenaza iraní que aún no existe con dinero que realmente no tenemos”.

Finalmente, debido a que los Estados Unidos sienten que Vladimir Putin tiene estándares democráticos menos rigurosos para gobernar Rusia que lo que le gustaría a los EE.UU., los Estados Unidos probablemente seguirán sospechando de Rusia ya que no integra la categoría de las “democracias liberales”. Pero eso está lejos de ser el enemigo número uno de los Estados Unidos, como el candidato Romney afirma rememorando la retórica de la Guerra Fría.

Hay muchas cuestiones en las que los Estados Unidos y Rusia pueden cooperar. Los EE.UU. pueden derogar la obsoleta Ley Jackson-Vanik de la Guerra Fría que inhibe la normalización de las relaciones comerciales; si no lo hace, las empresas estadounidenses pueden ser objeto de discriminación cuando Rusia ingrese en la OMC. Si los Estados Unidos por fin están de acuerdo con dicha normalización, entonces los EE.UU. y Rusia pueden desarrollar más plenamente su relación comercial, lo que elevaría el costo de cualquier futuro conflicto bilateral. También pueden seguir cooperando en negociaciones para disuadir a Irán de obtener armas nucleares. Por último, los EE.UU. podrían negociar la innecesaria defensa misilística y nuevas reducciones de las ojivas nucleares estratégicas de largo alcance por recortes en las armas nucleares tácticas de corto alcance, de las que Rusia posee muchas más que los EE.UU. Los rusos podrían aceptar este trato para deshacerse de la defensa misilistica y debido a que sus ojivas nucleares estratégicas desplegables disminuirán hasta más allá del límite recientemente negociado en el tratado START de 1.500 ojivas nucleares.

Así que en lugar de afirmar que Rusia es el enemigo público número uno, tal vez Romney debería evitar inflamar la relación bilateral más importante que los Estados Unidos tienen en el mundo; la única otra superpotencia nuclear en el mundo sigue siendo Rusia. En su lugar, de manera realista, él y los Estados Unidos deberían mirar a Rusia como un país importante con sus propios intereses y necesidades en materia de seguridad, que no siempre coinciden con las de los Estados Unidos. Es por eso que tenemos negociaciones. Son superiores a la irresponsable retórica de campaña.



Traducido por Gabriel Gasave

Ivan Eland es Asociado Senior y Director del Centro Para la Paz y la Libertad en The Independent Institute en Oakland, California, y autor de los libros Recarving Rushmore: Ranking the Presidents on Peace, Prosperity, and Liberty, The Empire Has No Clothes, y Putting “Defense” Back into U.S. Defense Policy.

Lo que el Papa vio en Cuba

Carlos Alberto Montaner. FIRMAS PRESS

Cientos de millones de personas vieron al papa en Cuba, oyeron sus discursos y contemplaron lo que allí sucedió. Cada uno de esos testigos, como es natural, percibió la visita de manera diferente. Ahora lo interesante es saber cuál fue la percepción del papa y de su entorno. Esto es lo que he podido averiguar por medio de fuentes eclesiásticas (y otras) que desean mantenerse en total anonimato. Algunas de esas fuentes estuvieron muy cerca del Santo Padre.

Primero. A Benedicto XVI le sorprendió el inmenso contraste entre el recibimiento mexicano ─ alegre, libre, multitudinario y espontáneo ─, en medio de una ciudad viva y económicamente vibrante, y las crispadas ceremonias cubanas, evidentemente controladas por la policía política, celebradas en un país empobrecido hasta la miseria, precedidas por centenares de detenciones. El espectáculo horrendo de un joven salvajemente golpeado por un policía disfrazado de camillero de la Cruz Roja le tocó el corazón al papa y se interesó personalmente por su destino. Al fin y al cabo, el pobre hombre sólo había gritado "abajo el comunismo", versión popular de lo que él mismo había dicho al salir de Italia cuando declaró que el marxismo era una ideología fracasada a la que había que enterrar.

Segundo. Al papa y a su séquito les pareció lamentable que Raúl Castro pronunciara en Santiago de Cuba el clásico discurso estalinista de guerra fría con que intentaba justificar la dictadura. Esperaban un mensaje de cambio y de esperanza, no de reiteración de las líneas maestras del régimen. Ese texto, junto a los discursos que pronunciaron el canciller Bruno Rodríguez y el vicepresidente a cargo del sector económico, Marino Alberto Murillo, los convencieron de que Raúl Castro está mucho más interesado en mantenerse anclado en el pasado que en preparar un futuro mejor para los cubanos.

Tercero. Comprobaron, con dolor, que la petición del anterior papa, Juan Pablo II, durante su visita de hace 14 años, encaminada a que los cubanos perdieran el miedo, había sido inútil. Salvo unos cuantos centenares de demócratas de la oposición, permanentemente acosados y golpeados, y a veces encarcelados, ésa es una sociedad podrida por el miedo. Pero la manifestación de miedo que más les intrigó no fue la de los opositores, sino la de los aparentes partidarios. Conocieron muy de cerca el doble lenguaje y eso los aterró. Cuando hablaban a solas con los funcionarios, estos se manifestaban abiertos, tolerantes y deseosos de reformas profundas que abarcaran el terreno político. Uno, en privado, hasta llegó a admitir que eran necesarios el multipartidismo y las elecciones libres para que la sociedad realmente avanzara hacia la modernidad, aunque los comunistas perdieran el poder. Pero, tan pronto se sumaba otra persona a la conversación, o aparecían los periodistas, retomaban el discurso ortodoxo más inflexible y estalinista, repitiendo el guión oficial sin excluir una sola coma. Era un espectáculo muy penoso.

Cuarto. El papa y su comitiva confirmaron lo que ya intuían: la Iglesia cubana está escindida en dos líneas clarísimas: la del cardenal Jaime Ortega, contemporizador hasta el extremo colaboracionista de pedirle a la fuerza pública que desalojara un templo ocupado por unos feligreses que deseaban protestar contra la dictadura, a sabiendas de que serían detenidos y seguramente maltratados, y la de obispos como Dionisio García Ibáñez, quien fue ingeniero antes de ordenarse como sacerdote, mucho más firme en su rechazo al régimen cubano. Mientras Jaime Ortega se queda en el ámbito de la compasión por algunas víctimas del gobierno (evidentemente no de todas), Dionisio (aun cuando sigue siendo amigo del Cardenal) y otros sacerdotes, como el famoso cura José Conrado Rodríguez, párroco en una iglesia de Santiago de Cuba, están convencidos de que no habrá alivio ni reconciliación entre los cubanos hasta que ese régimen no sea pacíficamente sustituido por una verdadera democracia que tome en cuenta las opiniones de toda la sociedad y no solamente las de un puñado de ultracomunistas enredados en las telarañas del pasado.

Quinto. El papa comprobó que su contemporáneo Fidel Castro ─ tienen la misma edad— está en peores condiciones físicas y mentales que él. Encontró a un ancianito físicamente desvalido, mentalmente errático y con graves dificultades para comunicarse. Está liquidado. El papa, que es un hombre bueno, oró por él. Ésa es la costumbre cristiana.

El Papa ciego

Bernadette Pardo. EL NUEVO HERALD
Andrés Carrión Alvarez detenido por la Seguridad del Estado tras su protesta ante el Papa

En el sermón que pronunció en la Plaza de la Revolución en La Habana bajo la gigantesca imagen del Che Guevara, el Papa Benedicto XVI aseguró que “la irracionalidad y el fanatismo” ciegan a los que tratan de imponer su propia verdad a los demás sin escuchar el clamor del pueblo. Me parece, esta es mi modesta opinión, que en estos días el principal ciego, tanto en México como en Cuba, ha sido el mismísimo Benedicto.

Ya se sabe que no hay peor ciego que el que no quiere ver y así mientras los miles que asistieron a la misa papal en La Habana escucharon que el Evangelio de San Juan proclama que sólo la verdad nos hará libres, las cámaras de televisión nos mostraban como un cubano que se atrevió a gritar libertad en Santiago de Cuba fue sometido por dos fornidos polizontes que lo hicieron desaparecer. Todo esto bajo los ojos de un Benedicto que aparentemente no vio nada, ni siquiera cómo un tipejo que llevaba el símbolo de la Cruz Roja utilizaba los palos de una camilla para acallar a quien pidió libertad.



Un joven valiente

Afortunadamente mientras el Papa permanecía mudo y se lavaba las manos para recibir a los Castro en familia, el Evangelio de la verdad salió de la boca de un joven cubano ataviado con la gorrita de los Yankees que entrevistó el corresponsal de Univisión Edgar Muñoz.

El joven dijo ser cristiano y aseguró que la gran mayoría de los que estaban en la plaza escuchando la misa no eran creyentes y probablemente no sabían muy bien quien era el Papa, pero acudieron a la misa obligados por un gobierno acostumbrado a llenar la Plaza de la Revolución cuando lo considera conveniente para sus fines.

El joven de la gorrita se atrevió a lamentar lo que le había ocurrido al solitario manifestante de Santiago y concluyó diciendo que eso demuestra “que este es un régimen basado en el abuso y en el oprobio”, pero para entonces Benedicto ya debía estar pensando en los regalos que iba a hacer a los Castro por tan amable visita familiar.

Probablemente, muchos católicos cubanos se resignan a aguantar los oprobios sufridos durante la visita papal, entre ellos que las autoridades arrestaran a todos aquellos que podían ser molestos durante la estadía del Papa, desde mendigos por eso de que afean las calles hasta opositores porque ya se sabe que en Cuba todo el mundo es oficialmente feliz en la finca que los Castro controlan desde hace 53 años.

Desde La Habana, Berta Soler, una de las Damas de Blanco, me contaba como ella y su esposo salieron en la madrugada del miércoles de su casa para escuchar la misa papal pero nunca llegaron a ver a su Santidad. En la carretera les interceptaron agentes de seguridad apoyados por dos patrullas policiales que los detuvieron y los encerraron incomunicados en un calabozo durante 16 horas. Se les permitió regresar a casa a pie y en la oscuridad sólo después del despegue del avión papal.

Me decía Berta, con razón considero yo, que “el Papa se olvido de su rebaño, del grupo de los marginados de los oprimidos.” Opinión que también comparte el periodista y presentador de Univisión Jorge Ramos que desde México me decía que este Papa “le da la espalda a las víctimas y se reúne con los victimarios”.


Ignorando a las víctimas

En México, Benedicto no quiso ver a las víctimas del sacerdote Marcial Maciel, tristemente famoso por haber abusado sexualmente de cientos de seminaristas. Una de las víctimas, José Barba, acaba de publicar un libro titulado “La Voluntad de No Saber” en el que sostiene que el Vaticano tenía pruebas contundentes de la conducta impropia de Maciel y optó por el silencio y el encubrimiento.

En Cuba, el Pontífice se limitó a pronunciar cuatro palabras aquí y allá que pueden interpretarse como críticas. Muy poco y muy tarde, creo yo. Sentarse al lado de Raúl Castro y limitarse a decir que Cuba y el mundo necesitan cambios es un solemne insulto a quienes un día tras otro arriesgan su vida en la sociedad cubana para que lleguen las transformaciones.

El anterior Papa fue a Cuba y pidió a la gente que no tuviera miedo. Parece que ese mensaje no ha calado ni en la jerarquía de la iglesia, ni en el propio Benedicto. Sólo así puedo explicar yo que durante su visita al santuario de la Caridad del Cobre no escuché ni una tímida plegaria por los miles de cubanos que han muerto ahogados en el estrecho de la Florida o los muchos miles de católicos que han muerto en el paredón de fusilamiento gracias a quien ahora fue galardonado con las medallas del Vaticano.

Yo no me lo explico. ¿Abrazaría este Papa a los seguidores de Hitler durante una visita a Alemania? ¿Acariciaría la cabeza del gordito sátrapa norcoreano durante una visita a Pyongyang? Por supuesto que no. ¿Por qué entonces acariciar las manos de este sátrapa caribeño? ¿Qué hemos hecho los cubanos para merecer esta ignominia papal? ¿Por qué el Papa no quiere ver el sufrimiento de los cubanos?

Las victimas en todas partes tienen nombre y apellidos pero en cuanto llegó a Cuba el Papa prefirió hablar en lenguas y subtextos propios de George Orwell para no molestar a una dinastía que ofende lo más intimo de la dignidad humana.

Dicen los expertos en papalogía benidictina que la Iglesia Católica en Cuba tiene que actuar con cautela para lograr más espacios. Yo les contesto que si sólo la verdad nos libera como dice el evangelio para que queremos un espacio en el que no se admite la verdad. Como católica me enseñaron que el Sumo Pontífice es infalible. Pero sin ánimo de crítica me atrevo a repetir una verdad tan grande como un templo: es imposible quedar bien con Dios y con el diablo. Alguien debería abrir los ojos a Benedicto XVI.

Friday, March 30, 2012

¿Y la patria prometida?

Pedro X. Valverde Rivera. EL UNIVERSO

Luego del telenovelesco final del caso penal presentado por el presidente Rafael Correa contra EL UNIVERSO, los ecuatorianos miramos con atención nuevamente los grandes problemas que agobian a la nación:

-La corrupción rampante en todos los estamentos, impune gracias a la falta de fiscalización y rendición de cuentas que genera, a su vez, la falta de independencia de los poderes del Estado;

-La inexistencia de seguridad jurídica a todo nivel, que arrincona a los buenos empresarios y ahuyenta cualquier amago de inversión privada local o extranjera;

-La inseguridad ciudadana que a diario cobra inocentes víctimas de las políticas públicas irresponsables de cara a la delincuencia individual y organizada que copa más espacios y adquiere más poder.

Si usted, amigo lector, revisa la arrolladora publicidad oficial que día a día inunda los medios locales, notará que el Ecuador que yo describo es muy diferente al que se promociona en esas cuñas.

Usted notará que, según la publicidad oficial, el Ecuador es una suerte de nueva patria, llena de alegría, de carreteras espectaculares, de aulas escolares con tecnología de punta, con hospitales que no tienen nada que envidiar a Estados Unidos y Europa, con buenos funcionarios públicos honestos, preparados y eficientes y una ciudadanía feliz, libre y segura, bien protegida por una seguridad pública que tiene acorralada a la casi inexistente delincuencia.

Sin embargo, y esa es la principal molestia del régimen con la prensa libre y la razón de fondo de la obsesión por una Ley de Comunicación mordaza, si usted sintoniza los poquísimos canales de televisión independientes y revisa la prensa escrita no oficial, notará que cada día nos parecemos más al Macondo de Gabo.

Notará que pese a tener el control absoluto de todos los poderes del Estado, los ingresos más importantes de la historia de la república, producto del alto precio del petróleo y por más de cinco años haber podido contratar a dedo todas las obras públicas bajo la excusa de la emergencia sanitaria, de educación, vivienda, salud, infraestructura vial, etcétera, al día de hoy, el invierno vuelve a colapsar a la nación; las plantaciones están inundadas, miles de familias sin vivienda, otras tantas lloran la muerte de sus seres queridos, las vías públicas destruidas, los hospitales hacinados y las escuelas públicas, como siempre, no aptas para recibir a sus alumnos a tiempo para comenzar el año lectivo.

¿Y dónde quedó la nueva patria? La de los funcionarios públicos eficientes, la de los contratistas públicos perfectos, la de la nueva educación del milenio, la del agro fortalecido? ¿Dónde quedó esa patria que tanto nos repiten a diario en las cadenas nacionales y en la publicidad oficial?

¿Qué pasó con esa patria supuestamente tan diferente a la que los revolucionarios heredaron de la partidocracia? ¿Qué han hecho con tanto dinero? ¿Qué han hecho con tanto poder?

Porque la revolución ha sido tan generosa con las declaratorias de emergencias en más de cinco años y ahora, cuando el agro llora su desgracia en manos del inclemente temporal invernal, ¿tienen que desbordarse ríos y perderse vidas para declarar emergencias?

Una vez más el pueblo se siente engañado. Solo han cambiado los nombres y apellidos, el tamaño de las cuentas bancarias y el color de las camisas y banderas.

La patria NO es de todos. O por lo menos, no de las grandes mayorías; no en este invierno, no en este Gobierno.

Amenazas por una ley están demás

Editorial del Diario HOY de Ecuador

El presidente de la República ha vuelto a recordar que los asambleístas que no aprueben la ley de Comunicación, redactada por un asambleísta del partido de Gobierno, incumplen un mandato ordenado por la mayoría de ecuatorianos mediante la consulta popular desarrollada en mayo del año pasado. A su vez, legisladores de su bancada han dicho que estos opositores incurren en desacato de dicha voluntad, por lo que deberían ser destituidos de sus cargos.

Este tipo de declaraciones caen como amenazas en contra de asambleístas que públicamente han manifestado su posición de rechazo a una ley de Comunicación redactada con una sola visión oficial. De nada han servido para hacerla más pluralista, los posteriores foros de discusión realizados en distintas ciudades, porque el texto fundamental del proyecto de ley no cambia en su carácter inicial.

No es conveniente, en un sistema democrático, lanzar advertencias de castigo en contra de representantes del legislativo que deben siempre tomar en cuenta el bien del colectivo que representan al momento de tomar sus decisiones. La voluntad popular manifestada en mayo, no implica, per se, que los asambleístas aprueben una ley a la medida del Ejecutivo, que ha identificado como un atacante para la libertad de expresión y un declarado enemigo de los medios de comunicación independientes. En ese sentido, aceptar sin reparos un proyecto de ley que tiene un sinnúmero de observaciones por atentar contra ese derecho fundamental de la libertad de expresión, resulta irresponsable y no tiene ninguna relación con el desacato al que hacen referencia voceros del oficialismo.

El propio presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, ha invitado al diálogo al presidente Correa, lo ha persuadido de que lea el proyecto presentado y que presente por anticipado sus observaciones, de manera que el pleno de la Asamblea pueda votar con el conocimiento de la postura presidencial. Tal llamado no tuvo ningún eco, bajo el amparo que el veto presidencial es un derecho constitucional, que nadie lo discute, pero es también sujeto a cuestionamientos, pues la palabra presidencial no es la única en un escenario político que reúne distintas posturas.

También ha aparecido como posibilidad que sea la Corte Constitucional la que redacte el nuevo cuerpo legal, si no lo hace la Asamblea. Una Corte Constitucional cuestionada en su independencia, incluso por uno de sus integrantes, se haría responsable del nacimiento de una ley de por sí polémica. La salida que busca el oficialismo, no es la mejor. Las leyes impuestas por la fuerza están condenadas por su origen a una corta vida.

El edificio del socialismo

Ernesto Santana Zaldívar. CUBANET

La Habana. El edificio Sarrá tenía más o menos la edad actual de la revolución cuando esta llegó al poder en 1959. Dos años más tarde, en abril de 1961, a los pies de este inmueble de cinco pisos, enclavado en Veintitrés y Doce, una de las esquinas más céntricas de El Vedado, fue declarado por Fidel Castro el carácter socialista del proceso revolucionario. Un alto jefe del partido comunista diría, años más tarde, que “aquí, a las puertas del cementerio, emprendimos el camino hacia el socialismo”. Parecía una broma macabra, pues el país se hallaba abismado en la peor crisis de su historia y para entonces ya no existían el muro de Berlín, ni la República Democrática Alemana, ni la URSS, y ese vasto campo euroriental otrora socialista era solo un recuerdo en disipación.

Tal como se derrumbó el llamado socialismo real por el peso abrumador de la realidad, en estos días corre peligro de desplome este simbólico edificio, que había pertenecido a uno de los mayores casa tenientes de la ciudad y, por tanto, uno de los más grandes expropiados por el nuevo gobierno. Como si de un barco se tratara, hace más de veinte años fue empotrada en su quilla una especie de mascarón de proa, una enorme tarja — o tinglado o tropel — que representa un tumulto encabezado por nuestro particular Gran Timonel del Trópico de Cáncer precisamente rumbo al cementerio. Ese armatoste de bronce está en la base de la columna que define la esquina misma, precisamente la columna que, agrietada en toda su estatura, constituye uno de los peores síntomas de la agonía del edificio, según lo que cuentan vecinos y moradores, sin que aparezca ninguna información oficial que explique en detalle lo que ocurre.

Desde que vine para La Habana, muy niño, siempre he vivido cerca de la esquina de Veintitrés y Doce y mi primer recuerdo del Sarrá es borroso: una mole todavía con balcones, con dos pequeñas barberías, una hacia Doce y otra hacia Veintitrés, que pronto serían desmanteladas. Desde lejos, por la calle Doce, podía verse un gran letrero encima de la azotea: SARRA LA MAYOR. Los portales en ángulo recto se convertirían entonces en la antesala de un antro sórdido, sembrado de columnas que sostenían un techo muy elevado y costroso, sobresuelo de lo desconocido. En ese inframundo mugriento y lamentable hizo repentinamente su nido, más lamentable y mugriento aún, el personaje más legendario que haya recorrido las calles, avenidas, portales y rincones de La Habana.

Tras su estancia de años en los portales de San Lázaro, José López Lledín, conocido como el Caballero de París (parafrénico él como el mascarón de bronce, pero incapaz de hacer daño a nadie, amigo de las flores y autoproclamado Príncipe de la Paz), vino a sentar allí su última plaza: entre aquellas columnas del vientre del edificio, con cartones, sacos, periódicos y revistas viejos, hizo su tugurio el ilustre caballero de la capa negra, del que partía a su eterno vagabundeo por los alrededores de aquella mole tan desastrada como él. Un día, de pronto, desapareció y luego se supo que, ya muy anciano, había sido recluido en el Hospital Psiquiátrico de La Habana.

Un día, también de pronto, la destartalada edificación comenzó a ser remodelada. Desaparecieron los balcones, fue retirado el letrero de la azotea, se esfumó el antro de los bajos, donde se construyeron una pequeña oficina de correos y una galería de arte bastante amplia y rodeada de cristales. Hubo cambios también en otros costados de Veintitrés y Doce. Empotraron por entonces la pesada y tumultuosa tarja de bronce en la columna esquinera. Remozado y pintado, el edificio lucía mucho mejor que antes, aunque en lugar de los balcones aparecían ahora unas toscas ventanas. Pero toda la esquina tenía un aspecto renacido, se veía más céntrica y funcional, con sus dos cines, su pizzería, sus restaurantes, panaderías, tiendas, cafeterías, situados en cien metros a la redonda.

No sé si fue en esa misma época cuando a los inquilinos les dieron materiales de construcción para que repararan sus casas (y algunas quedaron muy bien), pero no se volvió a hacer un trabajo de mantenimiento estructural en el inmueble durante otro largo período de tiempo, lo cual, según una vecina, demuestra el error cometido por el gobierno al eliminar el puesto de “encargado de edificio”, que era quien se encargaba de asuntos tan fundamentales como ese. Dicen que hace un tiempo el poder popular solicitó más de dos mil pesos no convertibles por cada apartamento para pintar el inmueble, pero ellos se negaron porque, dados los numerosos problemas (entre otros, con el ascensor y la escalera), lo primordial era reparar el edificio, no pintarlo. Luego, cuando aumentó el peligro que corrían los residentes, comenzaron a aparecer letreros de protesta y denuncia.

Hasta que, hace solo unos días, se desplomó la escalera y hubo que sacar a los vecinos y sus pertenencias con grúas de bomberos y dispersarlos por albergues de Cojímar y otras localidades, por centros de trabajo, casas de cultura y quién sabe por dónde más, sin que ninguno sepa la suerte que correrá finalmente. Triste desastre predecible. Ahora las autoridades han soldado herméticamente las rejas de la entrada y la policía monta guardia para que no pueda entrar nadie en el Sarrá.

Algunos creen que, luego de que lo apuntalen y lo rodeen con redes, los funcionarios dejarán que el edificio se vaya cayendo a pedazos para, finalmente, despejar el espacio suficiente para construir un pequeño parque, tal como se ha hecho con tantos otros inmuebles de La Habana. En el centro del césped, acaso, quedará un pedazo de la columna esquinera con la tarja de bronce como un mascarón de proa rescatado de un naufragio.

O como una lápida.

El Papa y los Castro: empate técnico

Andrés Oppenheimer. EL NUEVO HERALD

La visita del papa Benedicto XVI a Cuba no producirá grandes cambios, al menos en lo inmediato, pero todo el mundo — el Papa, el régimen militar cubano, los disidentes e incluso los exiliados cubanos — podrán adjudicarse algo parecido a una victoria tras su paso por la isla. La gran pregunta es quién ganó más.

El gobernante Raúl Castro, y su hermano Fidel lograron cumplir con su propósito de contrarrestar su imagen de parias internacionales, a los que muchos líderes mundiales no visitan por no haber permitido elecciones libres, ni partidos políticos de oposición, ni medios independientes desde hace más de cinco décadas.

Al recibir a Benedicto XVI y darle un discurso de bienvenida que fue emitido en vivo en Cuba y en el exterior, Raúl Castro tuvo una tribuna de lujo para culpar a Estados Unidos de todos los males de la isla. La mera foto sonriente de Raúl Castro y el Papa, así como la reunión del Papa con Fidel Castro, contribuyeron a darle legitimidad al régimen cubano ante los ojos de muchos.

Al mismo tiempo, el hecho de que Raúl Castro asistiera a la misa oficiada por el Papa en La Habana ayudó al régimen cubano a dar la impresión de que hay una apertura en la isla.

Los octogenarios líderes cubanos necesitan convencer al mundo de que Cuba está cambiando.

Les preocupa que Venezuela pueda dejar de otorgar hasta $10,000 millones anuales de subsidios a la isla si el presidente Hugo Chávez pierde su lucha contra el cáncer, o si la oposición venezolana gana las elecciones presidenciales de octubre. Necesitan dar la impresión de mayor apertura para atraer inversiones extranjeras.

El Papa, a su vez, casi seguramente cumplió su objetivo de abrir nuevos espacios para la Iglesia Católica en Cuba. No sólo le dio mayor visibilidad a la iglesia en los medios del gobierno — los únicos autorizados en la isla —, ya que todas sus ceremonias fueron emitidas por la televisión estatal, sino que además tuvo la oportunidad de instar públicamente al gobierno a permitirle a la iglesia mayores libertades, incluyendo el derecho a abrir escuelas religiosas.

Y aunque su mensaje de que “Cuba y el mundo necesitan cambiar” fue un eco del discurso que Juan Pablo II pronunció en Cuba 14 años atrás, en el que rogó que “Cuba se abra al mundo, y el mundo se abra a Cuba”, Benedicto XVI también demostró cierta audacia.

Poco antes de la visita declaró que la ideología marxista “ya no se corresponde con la realidad” — algo que es obvio para muchos de nosotros pero que es una declaración audaz en Cuba — y repetidamente pidió verdad, libertad, reconciliación y diálogo en la isla.

Los disidentes pacíficos de Cuba, como las Damas de Blanco, que piden la liberación de los presos políticos y que solicitaron una reunión de un minuto con el Papa, aparentemente no lograron ser recibidas por él, según los reportes de prensa en momentos de escribirse estas líneas, pero de todas maneras ganaron por default: durante la visita papal, el mundo entero pudo ver la naturaleza represiva de la dictadura cubana.

Al menos 210 disidentes pacíficos fueron arrestados pocas horas antes de la llegada del Papa a Cuba, para impedirles asistir a las reuniones públicas del Papa, según los grupos defensores de los derechos humanos. Y un disidente que gritó “abajo el comunismo” durante la misa del Papa en Santiago fue golpeado y arrestado frente a las cámaras de TV.

Los exiliados cubanos también ganaron, a su vez, ya que demostraron a sus compatriotas de la isla que muchos exiliados quieren una reconciliación nacional pacífica, y que el exilio no es una supuesta “mafia terrorista” que quiere venganza y recuperar sus bienes, como el régimen cubano pretende caracterizarlo. Alrededor de 800 exiliados cubanos fueron a la isla en una peregrinación organizada por la Arquidiócesis de Miami.

Mi opinión: A menos que salgan a la luz en los próximos días reportes de que el Papa se reunió con las Damas de Blanco, el Vaticano habrá cometido un gran error al no darles el minuto que las Damas pedían.

El Vaticano había dicho que el Papa conoce sus reclamos y las lleva en el corazón, pero que su agenda no le dejaba tiempo para reunirse con ellas. Sin embargo, el Vaticano sí encontró tiempo para que el Papa se encontrara durante 30 minutos en una reunión no programada con Fidel Castro, quien oficialmente ya no es el gobernante de Cuba.

Al final del día, ganaron todos. Podríamos decir que fue un empate técnico, aunque hubiera sido lindo que el Papa pusiera en práctica el diálogo que estaba predicando y se hubiera reunido con todos los sectores de la sociedad, y no solo con sus gobernantes.

¿Dios es chavista?

Francisco Rivero Valera. EL UNIVERSAL

La Semana Santa está encima. Tiempo de reflexión, para algunos.

Reflexionemos.

Mucha gente usa a Dios como negocio. De 3 maneras:

-Como supermercado.

-Como culpable de nuestros males.

-Y como negocio político.

Como supermercado le exigen a Dios ser proveedor de cualquier cosa: un carro nuevo. Un empleo. Salir bien en los estudios. El primer premio de la lotería. Curar enfermedades. Unos 2 millones de viviendas, seguridad, electricidad para los venezolanos. Cambiar el gobierno. Y demás.

Y, el colmo, lo exigen bajo chantaje, al decir, por ejemplo: si me concedes lo que te pido prometo visitar al Cristo de La Grita y llevar una medallita colgada en el pescuezo, pero si no me ayudas no volveré más nunca a la iglesia, ni siquiera los domingos. Y así.

Como culpable de todos nuestros males, Dios es utilizado como excusa para evadir nuestra responsabilidad ante cualquier hecho desafortunado de la vida. Por lo tanto, Dios sería responsable del pésimo gobierno que tenemos, de los 43 homicidios diarios que ocurren en Venezuela, de la muerte de algún familiar cercano, de las aguas contaminadas, de los derrames petroleros, de la falta de vivienda, y demás.

Reflexionemos: sería bueno pensar, primero en perdonar a Dios por tantos males que le estamos imputando que, a fin de cuentas, son nuestros y, después, perdonarnos a nosotros mismos por no asumir nuestra total responsabilidad en los hechos.

Pero, Dios como negocio político es otra cosa.

Es la manipulación de la Fe religiosa por una o varias personas, para obtener beneficio político. Y el mejor ejemplo es el chavismo.

El chavismo ha manipulado la Fe del venezolano en 3 etapas sucesivas:

-De santidad camaleónica, cuando el Presidente se ha presentado con un crucifijo en una mano, como ahuyentando vampiros; y la Biblia en la otra, invocando la omnipresencia de Dios en su gobierno, desde 1998. Propósito: hacer creer al pueblo cristiano su absoluta vocación religiosa. Todo falso.

-De combate religioso: contra el Cardenal Urosa y clero de la Iglesia Católica, en el 2010. Tolerancia hacia la disidencia religiosa, ante la supuesta iglesia Católica Renovada. Y blandura ante la hostilidad hacia la religión Judaica. Propósito: sin máscara, tratar de acabar con la religión en base a su credo la religión es el opio de los pueblos.

Pero, olvidaron las palabras de Jesucristo: sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Mt 16:18.

-Y ahora, en la tercera etapa: el sincretismo religioso. O sea: una ensalada de religión Católica, con Dios y sus santos, y esoterismo con Yoruba Africana, madre de la santería, y toda su corte celestial. Incluye: babalawos, chamanes y demás. Propósito: elevar una súplica desesperada de 7 potencias, por la sanación del cáncer del Presidente y la perpetuidad del gobierno chavista. Veremos.

Ante tantas circunstancias, cualquiera puede preguntar: ¿Dios es chavista?

La reflexión de Semana Santa nos permite encontrar la respuesta: Dios NO es chavista. Por una sola razón: por antagonismo absoluto. O sea, en 3 platos:

-Dios y verdad es lo mismo. El chavismo: puras mentiras.

-Dios es libertad. El chavismo: represión de la libertad.

-Dios inspira la religión. El chavismo: ataca a la religión, con su credo comunista La religión es el opio de los pueblos.

Pero, para fortuna chavista y demás, si Dios es amor y perdona con el arrepentimiento, arrepiéntanse ahora. Y paren de sufrir.

Que así sea.

Thursday, March 29, 2012

El ofuscado Rafaelito

Mario J. Viera

Rafaelito de Ecuador está ofuscado, enfurruñado con una perreta pueril. Se las da de vedette socialista siglo XXI y pretenden que le rueguen. Aunque ha sido invitado como jefe de gobierno y de estado de Ecuador para que asista a la Conferencia de las Américas guarda silencio ante la invitación que Juan Manuel Santos presidente del país cede de la Conferencia, Colombia le ha hecho.

Yo quiero reiterarle una vez más a Rafael Correa, al presidente Correa, que lo estamos esperando con los brazos abiertos. Esperamos que nos honre con su presencia en la cumbre”, reiteró Santos ante el mutismo de Rafaelito, el malcriado.

Hasta el momento Correa es el único mandatario que no ha confirmado su asistencia a la cita en Cartagena de Indias. ¿Habrá que rogarle? Como él se cree tan pero tan importante, como se cree que gobierna un país de gran importancia económica y política en el continente se queda callado; si hasta Chávez y el medio idiota de Evo han confirmado que viajarán a Colombia él se mantiene aislado, prepotente, olímpico.

Pobre Juan Manuel Santos que con su invitación a que le honre Rafaelito con su presencia lo único que logra es aumentar el ego y el narcisismo del bocón suramericano. Pero el chicuelo malcriado de ALBA se queda callado, se está haciendo de rogar cuando lo mejor que pudiera hacer Santos es mandarle para el mismísimo carajo.

Si Correa no asiste a la Cumbre de las Américas ¿qué podría pasar?, pues… ¡Nada! Quizá solo los mandatarios continentales tendrían que soportar las cretinadas de Chávez, sus lamentos cancerígenos, su incontenible bla bla bla; soportar al beodo de Ortega y reírse con las evadas de Evo Morales y sin tener que soportar los desplantes de Rafaelito y sus aires de gran señor.

Se dice de aquellos que se dan de duros cuando tienen poder, que cuando niño otros niños les quitaban la merienda. Tal vez este sea el caso de Rafaelito, el síndrome del niño mandilón que se manifiesta con todos sus pujos de zar latinoamericano, que lo mismo demanda a un periódico por millones de dólares pretextando ofensas a su honor que encierra a cualquier viandante por hacerlo un gesto de desprecio.

 Rafaelito saca cuentas y vuelve a sacarlas. Quiere imitar al Fidel Castro de la década de los 60 y sueña… ¡Ah, si Chávez por fin se muere…! El es más inteligente, más académicamente preparado y más garboso que Evo Morales y que Daniel Ortega, hasta mucho más que Raúl Castro y hasta el mismo Hugo Chávez. Chávez opaca el brillo que cree tener Rafaelito solo porque cuenta con una cartera más abultada; pero Chávez pudiera morir, entonces llegaría su hora, la hora de ser el Nuevo Mesías, el paladín del Socialismo del Siglo XXI.

Mientras tanto no le queda otra que mostrarse ofuscado cual niño malcriado y hacerse de rogar como vedette de opereta.

EXTRAÑO MUNDO

Américo Martín. ABC DE LA SEMANA

“Ningún destino humano y social está justificado si no prepara la guerra”

Ludendorff. Compañero de Hitler en el golpe de Munich (1923)

Sartre creía que todos los norteamericanos, exceptuando a los negros, eran agentes secretos

Saúl Below



I

Cuando hablemos del militarismo no debemos dejar de lado al brillante general Erich Ludendorff, una de las sólidas columnas en las que cimentó Adolfo Hitler su horrendo sistema totalitario. Solía declarar que la paz sólo es un momento de transición entre dos guerras.

De los nazis, semejante pensamiento se trasladó a Argentina de la mano de Perón, autor de la primera dictadura populista del siglo XX en nuestro abrumado subhemisferio. Sin pepitas en la lengua el hoy inspirador del entusiasta presidente Chávez, abominaba la democracia. Sostenía que los nazis se vieron urgidos de edificar una férrea dictadura para imponer al pueblo su “formidable programa”. Con cínico desenfado, Perón dijo literalmente “Así será en Argentina. Nuestro gobierno será una dictadura inflexible aunque al comienzo haga las alianzas indispensables”. Tenemos ahí, definido en palabras precisas, lo que muchos años después intentará ser el socialismo del siglo XXI. Pero tomemos nota de la frase citada, in fine: “aunque al comienzo haga las alianzas indispensables”.

Basándose en esa coletilla se podría definir lo que ha sido la saga del sedicente proceso bolivariano. Al principio abierto a las más amplias alianzas y progresivamente mostrando su naturaleza antidemocrática. La percepción de semejante metamorfosis ha sido también la fuente de la recurrente ojeriza que en el campo opositor se enfila contra la dirigencia que triunfó el pasado 12 de febrero. Con altibajos, se ha alegado que esa dirigencia es conciliadora, cándida y tal vez cómplice de un gobierno que no cesa de desenmascararse mediante sucesivos ataques contra la democracia y los derechos humanos.

II

No parece que el régimen esté desarrollando una política de astutos contactos con “conciliadores” de la oposición, cuando se expande en su propio seno la sospecha obsesiva contra la proliferación de traidores ocultos. Entregando su tiempo a descubrir con lupa a los que en el PSUV están maquinando la derrota de la revolución, luce incongruente que simultáneamente quiera cultivar relaciones con los traidores confesos, que somos los del lado democrático. La paranoia no se disecciona de esa manera.

Viendo el intenso esfuerzo unitario de Capriles con el consistente estilo de mano extendida que cultiva, y a Salas manejando hábilmente la relación con el futuro alcalde Cocchiola, casi no tendría nadie que ocuparse de la persistencia de la mencionada crítica. No porque carezca de razones sino porque carece de razón. Es extremadamente emocional en un momento en que la inmanejable situación que vive el bloque gobernante aconsejaría construir espacios de coincidencia con los descontentos y perseguidos.

Los hechos, siempre tercos, lo confirman. Y de allí que mientras a la alternativa democrática encabezada por Capriles las cosas le siguen saliendo bien, el PSUV no sale de un problema para caer en otro. Desde el pronunciamiento del 12 F, la unidad opositora crece y se profundiza, en tanto que en la otra acera solo se oyen gritos histéricos denunciando agentes secretos de la CIA.

“Estoy convencido ─ proclamó el desbordado caudillo ─ que aparecerán nuevos traidores pagados por la derecha” Y poco después, Yelitza Santaella, vicepresidenta del PSUV, gritó desencajada: “¡Ya basta de traidores!”

No se necesita ser un sabio de la política para percibir que el presidente está perdiendo fuerza externa e interna. Los caciques medios entrevén que aferrarse a sus respectivas parcelas es tal vez lo que les queda por hacer. Aún con la presencia activa de Chávez –más si se ausenta ─ nadie está en capacidad de garantizar la unidad del movimiento ni de contener la ola de los llamados “traidores” Se siente un ambiente cargado de presagios y amenazas. Chávez lo sabe y hace un imprudente esfuerzo por colocarse en el medio, contraviniendo el consejo de sus médicos. Su curación y participación en las elecciones del 7 de octubre le exigen ciertas previsiones que su impaciencia puede estar irrespetando. Su participación es conveniente, su ausencia no. Pero la alternativa democrática ha ganado tanto terreno que luce indetenible cualquiera que sea la opción seguida por su rival.

III

Los que abominan el arte de comer flores, no terminan de entender que los sobresaltos del contrario son exclusivamente de ellos. La alternativa democrática va muy bien. No hay razón para que busque agentes infiltrados si dispone de la iniciativa. En tiempos de desconcierto, cuando se derriban estructuras sólidas, hay que ofrecer una alternativa estable capaz de abrirle caminos al descontento crepitante en el país. La gente busca un refugio bajo la tormenta y por eso la oposición no tiene por qué alejarla con sospechas amenazantes.

Desde el punto de vista instrumental el arte de la política consiste en incorporar a todo el que pueda ser incorporado, neutralizar a quienes no puedan serlo y establecer el deslinde con quienes no puedan ser neutralizados. Como las hojas de la cebolla, hay que irlas separando una a una y eso pide mucha serenidad, persuasión y no devolver insultos y agresiones.

Afortunadamente la juventud, libre de prejuicios, vencedora en todas las elecciones estudiantiles, factor movilizador en la prueba del 12 de febrero, y componente distinguido del actual liderazgo, está exhibiendo la estupenda mixtura de corazón hirviente y cabeza fría. Porque lo contrario, vamos hombre, sería regalarle la victoria a quien lleva la derrota dibujada en la frente.

Entre marginales te veas

Juan Guerrero. EL UNIVERSAL

Hace algunos años leí en un diario de circulación nacional unas declaraciones de un técnico deportivo cubano quien había decidido desertar e irse de Venezuela. Entre las tantas afirmaciones que indicó, una de ellas me impactó particularmente: "No se puede hacer una revolución con marginales". Y yo agregaría, además: Tampoco se puede lograr una verdadera democracia con dirigentes opositores de mentalidad marginal.

Esto último es verdaderamente dramático toda vez que estamos tan mal acostumbrados a la dejadez, la desidia y la pedantería, que una gran parte de la sociedad venezolana, particularmente la llamada clase media, está esperando que el Presidente se muera y surja de la nada un remplazo para tranquilizarse y seguir su vida como si nada hubiese pasado en estos años. Otros esperan que el candidato opositor asuma la presidencia y les devuelva la antigua vida de solidaridades automáticas y respaldo a sus malcriadeces políticas.

Ciertamente que el país ya no es el mismo. Los alegres y falsamente prósperos años setenta ya pasaron. Los despertares de la resaca en los años 80 y 90 se vivieron en las calles y entre el basurero por saqueos, muertos y desamparados de los conflictos sociales que abrieron las compuertas donde se asomó el rostro famélico de un venezolano desconocido.

El siglo XXI nos presenta ahora como una sociedad contradictoria: viviendo en un espacio geográfico llamado Venezuela inmensamente rico pero a la vez, siendo casi infinitamente pobres. Sobre manera, sin memoria histórica y menos cultural. Con un sistema educativo rudimentario, pedagógicamente atrasado y sin un modelo preciso para construir el ideal del ciudadano venezolano habitante de una república democrática. Con un sistema de mercado donde el comerciante se mal acostumbró a obtener como beneficio de sus ventas, el doble, triple y hasta más sobre la venta de sus productos.

Venezuela es, desde hace más de 25 años un país absolutamente privatizado por la mentalidad marginal. Y el primer privatizador es el Estado. De resto, las aceras, los rincones, las paradas de autobuses, las jardinerías, las esquinas y demás sitios públicos han sido tomados por particulares. La mentalidad buhoneril se ha hecho gobierno y se ha impuesto, restando espacios y participación a las comunidades organizadas.

No creo que el actual sistema educativo venezolano pueda lograr un cambio de mentalidad en el venezolano. Mucho menos que el actual gobierno del Estado logre cambios verdaderos, ni tampoco los dirigentes opositores puedan lograr en el corto tiempo instalar una estructura educativa basada en valores y adaptada a los nuevos cambios en el escenario socioeconómico mundial.

Mientras no ocurra una clara, franca y decidida participación del Estado venezolano en la conformación de un sistema educativo y de seguridad que logren en la práctica controlar a los asesinos, violadores de menores, corruptos, ladrones, pícaros políticos, comerciantes usureros, y demás alimañas sociales, la mentalidad marginal irá solucionando a su manera las cosas e imponiendo su ética y estética.

El trono y la cruz

Daniel Morcate. EL NUEVO HERALD

Algo ha dejado bien claro la visita del Papa a Cuba: el nerviosismo de los Castro por el auge de la oposición democrática está alcanzando niveles de paroxismo. Esto explica la ferocidad con que su policía política realizó arrestos en masa, inclusive la de un hombre que reclamaba libertad en la misa papal en Santiago; visitó viviendas de opositores para advertirles que no protestaran ni asistieran a las misas; y soltó a sus mastines en la isla y en el extranjero, sobre todo en Miami, para que descalificaran a los protagonistas de las protestas, acusándoles de estar manipulados por Estados Unidos y exiliados recalcitrantes. Pero mucho más claro quedó que, a pesar de la intensa represión, en la isla se consolida una oposición audaz, valiente y lúcida que presagia los profundos cambios democráticos que hemos anhelado siempre los cubanos libres estemos donde estemos.

El régimen castrista creyó haber planeado hasta el último detalle para sacarle el máximo provecho político a la visita de Benedicto XVI enfrentando un mínimo de protestas y críticas. Durante meses previos a su viaje amenazó a opositores, activistas de derechos humanos y periodistas independientes – perdón por la redundancia, pero es para distinguirlos de los papagayos oficiales ─ para que se abstuvieran de protestar e informar sobre las incidencias de la visita. Días antes de que arribara el Papa, arrestó a centenares de opositores, montó vigilancia policial 24 horas alrededor de las viviendas de muchos; inhabilitó durante días enteros sus teléfonos con la complicidad de Etecsa, la empresa telefónica estatal y de Telecom Italia; y llenó los eventos papales de militantes comunistas a los que movilizó mediante sus organizaciones de masas.

También se dio el lujo de aprobar, mediante un meticuloso escrutinio policial, qué peregrinos y periodistas podían viajar a la isla durante la visita papal. De entrada vetó a católicos a los que consideró políticamente incorrectos. Y a casi todos los periodistas del sur de la Florida, especialmente a los de origen cubano que no promueven sus intereses, para que no pudieran aportar sus conocimientos de primera mano de la realidad cubana a los reportajes que salieran de la isla. El Vaticano, lamentablemente, no le exigió a La Habana esta vez que les permitiera viajar a la isla, como hizo durante la visita de Juan Pablo II hace 14 años. El elaborado esfuerzo de censura del régimen hace especialmente encomiable el trabajo que realizaron medios extranjeros para sortearla y ofrecer al público la mejor cobertura posible, dadas las difíciles circunstancias en que trabajaron sus corresponsales.

Pero el protagonismo principal de la visita papal lo tuvo, además del propio Benedicto XVI, la oposición cubana. Sus dirigentes comprendieron que este acontecimiento era demasiado importante para Cuba como para dejarlo en manos de la dictadura y de la Iglesia. Y con perspicacia y arrojo organizaron manifestaciones, suscribieron declaraciones enérgicas y ofrecieron entrevistas reveladoras a periodistas extranjeros, superando innumerables riesgos personales, para que el mundo pudiera enterarse, por enésima vez, de la esclavitud que padecen los cubanos y de las ansias de democracia y libertad que tiene la mayoría. Ansias que van mucho más allá del espacio que en la isla pretende abrirse la Iglesia. Esta actitud firme e inteligente de la oposición quedó plasmada en una elocuente frase de la escritora Yoani Sánchez, frase que además capta el valor fundamental de las dos visitas papales a la isla: "La cruz siempre es un lugar más digno que el trono de una dictadura". Aunque muchos cubanos, por supuesto, no apostamos ni por el trono ni por la cruz.

No sé si, luego de la visita de Benedicto XVI, Cuba será más católica que antes como desea la Iglesia. Pero estoy convencido de que tendrá una oposición más articulada, más coherente y mejor fogueada en el arte de la resistencia a una dictadura tan anacrónica como implacable que solo sabe hablar el lenguaje de la fuerza y la brutalidad.