Saturday, July 14, 2012


Juicios y piruetas políticas

Lo que sí ha quedado claro es que el muy socorrido "bolivarianismo" parece haberse constituido en el fundamento político para dar a Venezuela el rol de "imperio subregional".

Adolfo P. Salgueiro. EL UNIVERSAL

El tema Paraguay aún ocupa bastante prensa pero aparentemente cada vez con menos intensidad a medida que los ánimos se van aplacando y las destempladas reacciones iniciales de varios van dando lugar a enfoques más comedidos. No ocurre igual con el ingreso de Venezuela a Mercosur aprovechando una pirueta política a la que unos pocos aún quieren atribuirle ropaje jurídico. Este último tema sigue dando que hablar.

Como era de suponer el continente en su conjunto y algunas de sus instituciones subregionales pusieron el grito en el cielo con la destitución del presidente Lugo luego de un proceso cuya calificación puede ser opinable pero que decididamente careció de las garantías mínimas para el procesado. No basta afirmar que se trató de un juicio político y no jurídico. Hasta cuando uno va a castigar a un hijo que se portó mal le da la oportunidad de hacer siquiera una defensa en su descargo; tanto más al Jefe de Estado de un país que pudo haber ejercido su cargo con desacierto ─ como fue el caso ─ pero que lo hizo en apego a los cánones democráticos que ya son norma en el continente.

Como era de esperar los "cabeza caliente" de la ALBA, conducidos por su caporal y financista exclusivo, se sintieron autorizados no sólo para reclamar la restitución del mandatario defenestrado sino que en su frenesí se dejaron capitanear por el Canciller venezolano, quien en repentino cambio de discurso desechó la invocación a la sacrosanta soberanía interna de las naciones para convertirse en campeón del derecho a la intervención incluyendo en la misma la perlita de alebrestar a los militares paraguayos para que desobedecieran el orden institucional. Hoy día después de la visita y el informe de Insulza ─ a quien el gobierno de Franco no puso obstáculo alguno para su misión ─ parece que los ánimos volverán a su cauce, Paraguay no será expulsado de la OEA y la cosa se nivelará de alguna manera aún no determinada.

Lo que sí ha quedado claro es que el muy socorrido "bolivarianismo" parece haberse constituido en el fundamento político para dar a Venezuela el rol de "imperio subregional". Vale decir pues que cada quien trata de ser imperio hasta donde le cubre la cobija. Olvidan que Bolívar llegó hasta los confines de los Andes no para imponer sino para liberar... pero eso fue en el siglo XIX, en el XXI las doctrinas pueden acomodarse a gusto del que manda.

Y en cuanto al ingreso de Venezuela a Mercosur nadie niega que la integración es un logro deseable y además tiene rango constitucional. También es bueno que las parejas se casen pero no puede ser en cualquier momento y sin prepararse, menos aún en un caso como el de Venezuela en que la decisión es sólo del gobierno y no ha sido siquiera consultada con empresarios ni trabajadores que son y serán los actores del nuevo esquema. Para el que no lo crea así lo invitamos a estar pendiente de las cifras de desempleo que pronto castigarán a nuestros estados agrícolas (Portuguesa, Guárico, Cojedes, etc.) y a los industriales (Aragua, Carabobo, etc.) cuando lleguen las oleadas de importaciones brasileñas y argentinas a precios más baratos.

Mitt Romney: cómo conseguir una rentabilidad del 190.000%

Pablo Pardo. EL MUNDO

¿Quién no querría una rentabilidad de una inversión del 190.000%? Sí, ha leído bien: del 190.000%. O, tal vez, de más. Porque el capital que genera ese rendimiento es, como máximo, de 999 dólares, o sea, 797 euros. Esa magra cifra ha dado a Mitt y Ann Romney un beneficio de 1,9 millones de dólares (1,5 millones de euros).

La sociedad se llama, justificadamente, Sankati High Yield Assets Investors, es decir, Inversores en Activos de Alta Rentabilidad Sankati (esa última palabra es el nombre de un faro en Massachusetts, el estado en el que Romney fue gobernador entre 2003 y 2006 e implantó un sistema sanitario que ha servido de modelo a la reforma de Obama). Tiene sede en Bermuda, un archipiélago en medio del Atlántico que es una colonia británica y, también, un paraíso fiscal. Y nadie sabía de su existencia, hasta que la destapó ‘The Washington Post’ el martes. La campaña de Mitt Romney justificó la omisión alegando que los activos de Sankati están por debajo de los 1.000 dólares que la legislación estadounidense establece como mínimo en las declaraciones de patrimonio de los candidatos.

Claro que, en puridad, Sankati no es de Mitt Romney. Lo fue, pero un día antes de que éste jurara el cargo de gobernador de Massachusetts, en 2003, fue transferida a su esposa Ann. Este tipo de sociedades, con nombres de accidentes geográficos de Massachusetts, y utilizadas para enmascarar operaciones financieras a las autoridades fiscales, fue muy utilizado por el fondo de ‘private equity’ (‘capital-riesgo’) Bain en la época en la que Romney lo dirigió.

Previsiblemente, la campaña de Obama se ha cebado en el nuevo descubrimiento, que hace que la que hasta ahora se consideraba la cifra más aproximada del patrimonio de Romney — 250 millones de dólares, o sea, 200 millones de euros — sea considerada excesivamente baja. La cuestión es que nadie sabe cuál es la verdadera fortuna del aspirante a presidente de Estados Unidos, que ya es un verdadero ‘rey’ de los paraísos fiscales. Lo que está claro es que el patrimonio de Romney, junto con el presupuesto de la CIA y la fórmula de la Coca-Cola ya se merece un lugar destacado en el panteón de los grandes misterios de EEUU.

Los primitivos soldados del Profeta

Roberto Casín. EL NUEVO HERALD

Esta columna está especialmente dirigida a los ilusos que siguen creyendo que una cordillera de dólares y un ejército de ocupación bondadoso, avituallado de buenas intenciones, son armas suficientes contra la barbarie. El tema de controversia vuelve a ser Afganistán, una década después de que los talibanes, que gobernaron al país con mano carnicera y corroboraron a los paleontólogos que el hombre de Cro-Magnon nunca se extinguió, fueron echados de Kabul y perdieron el poder pero no la vida.

La brutal ejecución de una mujer de 22 años acusada de adulterio saca a la luz nuevamente el primitivismo de estos soldados del Islam. El asesinato tuvo lugar a plena luz del día, en público, ante la mirada y la entusiasta aprobación de otro grupo de combatientes de la doctrina que invocaron el derecho a matarla, tal vez turbados por el temor de que su cortedad como esposos les hiciese igualmente vulnerables a la infidelidad de sus mujeres. Las enseñanzas del Profeta dispusieron, las balas de un Kalashnikov se encargaron de consumar el mandato.

Pero la hermana de Mustafá y esposa de Juma Khan pudo haber sido otra cualquiera.

En la práctica, éste no fue un hecho aislado. En el país abundan los crímenes de esta naturaleza, que buscan limpiar el “honor” de caballeros que no vacilan en rociar con ácido el rostro de sus mujeres, en lapidarlas o decapitarlas. Si eso es hombría, entonces a mí me lo enseñaron al revés. Quien le dispara a una víctima desarmada es un cobarde. Si lo hace a una mujer lo es por partida doble. Eso se aprende de niño. Pero cuando lo que los menores ven desde la cuna es todo lo contrario, lo que anda mal no es el individuo, es la idea que se le inculca, la religión que lo ciega. En suma, la que anda patas arriba es la familia y la sociedad.

El gobierno afgano, a fuerza de los miles de muertos que hemos puesto nosotros, los “infieles”, ha decretado leyes para desalentar la discriminación contra la mujer, para mejorar su acceso a la política, la salud y la educación – que se les tenía prohibida — e incluso ha suprimido la obligación de que tengan que ocultar el rostro y perder su identidad bajo una burka, costumbre que las denigra. Pero ya ven. No basta con promulgar decretos. Y menos cuando no se cumplen, porque en muchos hogares la disciplina que prevalece es la del horror de las cavernas.

Un informe de Human Rights Watch de hace sólo cuatro meses dio cuenta de que al menos se sabía de 400 mujeres y niñas encarceladas en el país por “delitos contra la moral” ─ váyase a saber cuáles ─, y de acuerdo con organizaciones no gubernamentales y activistas de derechos humanos todavía son frecuentes los matrimonios forzados. Sencillo, te casas o te mato. Según Naciones Unidas, del 60 al 80 por ciento son así, con una escalofriante proporción de esposas menores de 16 años (57 por ciento).

Lo contradictorio de lo que sucede a las mujeres en Afganistán y en muchos otros países musulmanes es que el mundo no sólo llegó a indignarse sino que se rebeló contra la segregación de razas, y le declaró la guerra al apartheid en Sudáfrica, donde trataban a los negros como perros, pero no peor de lo que lo hacen con sus mujeres muchos barbudos maridos del Islam.

En suma. Con todo lo que se ha adelantado en materia de justicia femenina no es para que echemos las faldas por la borda y nos sentemos plácida y resignadamente a escuchar a quienes alegan que se trata de dos culturas diferentes. Lo digo no sólo porque tuve madre y ahora tengo esposa, sino porque, profésese el credo que se profese, pienso que lo que jamás puede perdonársele a un hombre es que olvide que nació de un vientre de mujer. Sólo por eso, además de amarlas hay que respetarlas. Y atribuirnos con todo derecho la autoridad de tratar a sus verdugos como lo que son, unos mal nacidos.

Barak Obama y las elecciones de Venezuela

Fernando Mires. Blog POLIS

A algunos no gustó nada lo que dijo Obama el día 10 de  Octubre de 2012. ¿Qué es lo que dijo Obama? Obama dijo la pura y santa verdad. Obama dijo que  Venezuela bajo Chávez no representa ningún peligro para los EE UU.

¿Cómo va a representar un peligro la Venezuela de Chávez si éste ha multiplicado la dependencia económica con respecto a los EE UU más que ningún otro mandatario latinoamericano?

No es una crítica. Cada gobierno tiene el derecho a contraer las relaciones económicas que estime conveniente. Pero así y todo no deja de llamar la atención la enorme asimetría que existe entre la retórica presidencial y su gestión económica internacional.

Mientras otros mandatarios latinoamericanos recorren una vía caracterizada por la diversificación de las exportaciones (no pocos países ya tienen como principal socio comercial  a China y no a USA); mientras la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México  y Perú) se abre a los mercados asiáticos; mientras el comercio con la UE aumenta en Argentina Brasil y Uruguay, la Venezuela chavista, contraviniendo la labia presidencial, ha reforzado la tradicional estructura monoexportadora del país, aumentando vía importaciones su dependencia con ese “imperio” que tanto odia.

Según el informe de la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria (Venamcham), las importaciones desde Estados Unidos sumaron un incremento de 50,9% al compararse con los dos mil 462 millones registrados en 2011. Esto obedece a que en marzo pasado, los productos comprados por Venezuela alcanzaron un mil 326 millones de dólares, monto que no se registraba desde hace más de tres años, cuando en octubre de 2008 se ubicó en un mil 403 millones de dólares.

Las exportaciones ascendieron a 10 mil 355 millones de dólares en el primer trimestre, representando un incremento de apenas 0,16%. Del total, las ventas de petróleo representaron 96,02% al ubicarse en nueve mil 944 millones de dólares, reflejando una disminución de 1,07% en comparación con 2011, cuando éstas alcanzaron los 10 mil 51 millones. Las exportaciones no petroleras apenas significaron 3,98% del total; es decir 411 millones, mostrando un aumento de 43,25% respecto a 2011 cuando estuvieron en 287 millones.

Bajo la luz de esas cifras, los mentores del chavismo argumentarán que las relaciones económicas son una cosa y las relaciones políticas, otra. Repetirán sin duda que Chávez “les saca plata y productos a los gringos” para financiar su gran obra revolucionaria (por ejemplo, su faraónica campaña electoral). Aducirán, por supuesto, que en virtud del verbo anti-imperial de Chávez, los venezolanos han recuperado su dignidad (nadie sabe quien se las había quitado) y no faltarán quienes agregarán que Chávez está forjando una alianza internacional destinada a aislar al imperio. ¿No es de todas maneras Venezuela un peligro para los EE UU?, preguntarán los más radicales.

Chávez continúa, por cierto, gritando en contra del “imperio”, pero ahora usando un texto vacío, es decir, sin referirse jamás a una acción concreta del gobierno norteamericano. La verdad, Chávez no puede con Obama, quien ─ mucho más popular que Chávez en todos los países latinoamericanos ─ le ha quitado el show. Hasta la sexóloga hija de Raúl Castro viajó a los EE UU a alabar a Obama. Obama ─ digámoslo de modo popular ─ tiene loco a Chávez. Frente a Obama, Chávez es “la nada”.

¡Qué bellos esos tiempos en los cuales el presidente Bush regalaba argumentos a Chávez y al chavismo! En efecto: Chávez, más que ningún otro presidente obtuvo capitales electorales gracias a la brutal política internacional de Bush.

Imitando como siempre a Fidel Castro, quien durante los primeros años de su larguísimo mandato sensibilizó  a  multitudes apelando al “efecto David” ─ una pequeña nación desafiando a la más grande potencia de la historia ─ Chávez usaba los foros internacionales para ridiculizar a Bush. Me atrevería a decir incluso, y sin ningún asomo de ironía, que Bush llegó a ser uno de los principales aliados electorales de Chávez.

Bush, al igual que Chávez, se manejaba en el marco de la lógica de la guerra fría. En gran medida ambos hablaban un lenguaje parecido (misiones históricas, destinos manifiestos, cruzadas políticas, imperio del mal, invocaciones pseudoreligiosas). Y al igual que Chávez, Bush necesitaba hipertensionar la política exterior con el objetivo de mostrar presencia en el medio local.

En el pasado reciente, Bush ─ aunque eliminó a un feroz tirano ─ aparecía simbólicamente como realizador de guerras injustas, estigma capitalizado por el mandatario venezolano. Obama en cambio aparece como aliado estratégico de revoluciones populares y democráticas, sobre todo de las del mundo árabe. A la inversa, Chávez actúa hoy como un aliado de las más sangrientas dictaduras de la tierra. No sólo regaló la espada del libertador al criminal de Libia. Recibe, además, con honores militares a quien hizo masacrar a miles de estudiantes durante la “revolución verde” de Irán, y por si fuera poco se identifica con el asesino de niños sirios, a quien Chávez llama “humanista”. Los papeles han sido cambiados. Chávez ya no es el “bueno”, es uno de los “malos” de la película. En el nuevo contexto internacional, Chávez se encuentra muy desubicado. Ese hecho no dejará de tener repercusiones electorales en Venezuela.

Lo cierto es que las elecciones del 2012 tendrán lugar bajo condiciones muy distintas a las del 2006. Así, mientras la candidatura de Rosales fue el resultado de acuerdos cupulares, la de Capriles emergió legitimada ─ al igual que la de Obama en los EE UU ─ por vibrantes elecciones primarias. Mientras en el 2006 Chávez aparecía como representante de una revolución que avanzaba hacia el futuro, hoy, frente al incansable Capriles, aparece con el pasado pintado en la cara. Mientras en el 2006 Chávez logró presentarse simbólicamente como un justiciero frente a Bush, hoy Obama, al igual que Capriles, aparece como uno de los más decididos defensores de la democracia. Y por si fuera poco, Capriles lleva a cabo en Venezuela la misma estrategia ─ polémica pero no confrontativa ─ que tantos éxitos dio a Obama dentro y fuera de su país. Pues así como Chávez se parecía políticamente a Bush, el parecido entre el estilo político de Capriles y el de Obama es notable.

Si Chávez es derrotado en Octubre ─ y hay razones para pensar en esa posibilidad ─ habrá que preguntarse en que medida el nuevo contexto internacional agregó uno que otro punto al triunfo de la democracia en Venezuela. Gracias a Obama. Gracias a Capriles.

Friday, July 13, 2012


¿Te enteraste ahora, Chávez?

Mario J. Viera
Calle de Caracas, foto publicada en EL NACIONAL

Ahora, a pocos meses de las elecciones, se entera Hugo Chávez que los viales venezolanos son un desastre. Las calles caraqueñas ya comienzan a reditar el mismo paisaje que ofrecen las calles habaneras, huecos por todos lados, solo falta que por ellas corran los albañales, parece contagio ideológico chavista-castrista.

En Anzoátegui, este jueves, se queja Chávez del estado de las calles y decide dar impulso a la Fiesta del Asfalto o, quizá, Fiesta de huecos como Miguel Rivas del partido Primero Justicia definiera el deterioro vial. Así, el oficialista AVN, en su edición del 11 de julio celebra el inicio de la llamada fiesta de zurcido vial afirmando que ese día “se desarrollan trabajos de recuperación entre los kilómetros 0 y 25 de la carretera de El Junquito, estado Vargas, como parte de la Fiesta del Asfalto”. Para la próxima semana AVN cita a Rossana Sánchez, viceministra de infraestructura y vialidad, diciendo que “se estará trabajando en la avenida Venezuela de El Rosal, en la Parroquia Coche, la avenida Baralt, El Recreo, Catia y Puente Hierro. También se realizarán trabajos de asfaltado en la vía alterna la autopista Caracas-La Guaira”.

Ante los reclamos, Chávez dice ahora, luego de 14 años en el gobierno: “Yo también me quejaría de las cosas que no funcionan pero no van a apoyar a la burguesía porque eso sería traición”. Una excusa junto a una amenaza. Se lava las manos y de paso infiere que un apoyo al candidato opositor significa traición porque para Chávez los opositores son todos miembros de la burguesía sin tener en cuenta que los “revolucionarios” se interesan solo en mantenerse en el poder sin que les incumba que por su desidia languidezcan las ciudades.

Me sumo a la queja por el estado de las calles y por las fallas pues que hay, me toca a mí parte de la responsabilidad, aun cuando no es mi responsabilidad directa estar asfaltando calles, me pondré yo mismo a dirigir un plan”, añadiría Chávez.

Henrique Capriles Radonski replicó este viernes al mandatario, al otro candidato en campaña electoral: “Ayer el otro candidato llegó a quejarse de su propio Gobierno. Que irresponsable. Es el colmo que el que tiene 14 años en el poder venga a ponerse del lado de la queja. El que no pudo en 14 años, no podrá en 6 años. Invitamos al otro candidato a votar por este proyecto. Venimos a resolver”.

Tal parece que existe una infestación de conductas similares entre los cabecillas del Socialismo del Siglo XXI. Chávez se suma a las quejas que durante sus casi dos décadas y media de “gobierno” se han estado escuchando, al menos en lo referente a las calles y carreteras de Venezuela, aunque omite hablar o quejarse de la inseguridad o del desabastecimiento que se vive en el país. Raúl Castro se queja también de los errores que se cometieron en cinco décadas de gobierno castrista. El primero lo hace como interés de campaña electoral; el segundo para ganar tiempo y fabricar esperanzas, nuevas esperanzas llamadas a ser solo cantos de sirenas.

Tuvo Chávez, como hiciera ver Capriles, 14 años para resolver los acuciantes problemas presentes en la sociedad venezolana, ¿necesitará 14 años más para ello? Raúl Castro quizá necesite medio siglo más para componer el desastre que el “gobierno” de su hermano y de él mismo generara a lo largo y ancho de todo el territorio nacional; ¿necesitará producir mucha moringa y criar muchos cuys para solucionar el desabastecimiento de alimentos que sufren los cubanos?

Según una propaganda televisiva de la campaña chavista un hombre afirma que primero está Dios y después su comandante, haciendo de Chávez un sustituto de Jesucristo. El mesías que no hace milagros y que todo lo que toca se transforme coprológicamente.

Vale la exhortación de Capriles; por qué, en lugar de quejarse, lo mejo que Chávez pudiera hacer es votar por el proyecto que impulsa Henrique Capriles. Vale también el consejo para el generalito que detenta el poder en Cuba, en lugar de quejarse de los burócratas y tratar de ponerle curitas de mercurocromo al sistema con reformitas de mentirillas, lo que mejor pudiera hacer sería llamar a la formación de partidos independientes y convocar a elecciones libres y transparentes para que los cubanos decidan soberanamente qué camino emprender.

Misión FAN

Rocío San Miguel. TALCUALDIGITAL

El presidente de la República anunció esta semana que lanzará una misión especial dirigida a oficiales de la Fuerza Armada Nacional (FAN), sus familiares y los militares que pasen a situación de retiro, con la finalidad de mejorar y elevar su calidad de vida. Una misión más, en este caso la Misión FAN (B), que se anuncia a escasos tres meses de las elecciones Presidenciales en Venezuela, cuyo resultado luce muy poco favorable al mandatario nacional según las encuestas y sondeos de opinión pública en el país.

Para nadie es un secreto en la institución militar, el profundo fracaso de la política de bienestar social hacia la Fuerza Armada Nacional de este gobierno. Yo diría más acertadamente, la inexistencia de una política en ese sentido, durante estos casi 14 años de gobierno de Hugo Chávez Frías. Situación imperdonable por lo demás, proviniendo el referido ciudadano de las filas del sector castrense y habiendo administrado la mayor fortuna que Venezuela haya tenido en su historia como Nación.

La Constitución de 1 999 garantizó un sistema de seguridad social propio para la Fuerza Armada Nacional que no ha encontrado realización legislativa en el Parlamento controlado por el oficialismo por más de una década. La materia se encuentra regulada por una Ley de 1995 que no dispone del interés del gobierno en ser reformada, a pesar de ser muchos de sus integrantes militares retirados. Suele pasar que una vez en el poder las personas sin principios se olvidan de sus compañeros...

Sin embargo por fin para este año 2012, se presenta un Proyecto de Reforma a la Ley de Seguridad Social de la Fuerza Armada Nacional y Chávez evita la ruta de la reforma legal, ofreciendo a cambio una Misión para la FAN(B).

¿Qué hay detrás de estas movida presidencial?: Dos razones de peso obligan a esa estrategia: 1) El Presidente busca a todo evento evitar cualquier debate que exhiba su fracaso en la conducción de la Fuerza Armada Nacional y nada más revelador que una discusión parlamentaria de esta ley y además televisada que muestre los enormes olvidos y ausencias que ha tenido este gobierno a favor del bienestar social de la familia militar venezolana. 2) Pretende una nueva jugada desleal con la institución: desviar los recursos del bienestar social de la FAN para privilegiar su guardia pretoriana de manera descarada en estos tres meses: La Milicia Nacional Bolivariana que constitucionalmente no forma parte de la Fuerza Armada Nacional y ya en tamaño con sus 125.000 integrantes, se equipara a la propia institución militar.

 Son muchas las deudas del Presidente de la República con la Nación, pero una imperdonable por su pasado militar, la que ha adquirido en materia de seguridad social con la FAN. Así que no nos venga con cuentos de camino a estas alturas. En menos de 90 días a punta de "realazo" no va a conseguir se modifique el deseo de cambio que claramente asoma el 80% de la FAN. Esa que es mayoría y no forma parte del aquelarre de acólitos privilegiados que vociferan sin vergüenza con su juramento a la patria y la Constitución, la vejatoria expresión que alude a una "FAN chavista y revolucionaria" inexistente por lo demás, en la Patria del Libertador.

Señor Presidente

Francisco Rivero Valera. EL NACIONAL

No se ponga bravo si le digo que no aguanto las ganas de reír con su discurso electoral.

Porque, ¿usted imagina lo que significa oír su voz todos los días, durante 14 años, diciendo que Venezuela está en el atraso por culpa de la IV República, la oligarquía, el capitalismo salvaje, el imperio, la CIA y demás? ¿Y volver a oír esa misma cantaleta durante esta campaña electoral?

Y la otra cantaleta, que me destornilla de risa, cuando habla de la solución de los graves problemas del país, pero en futuro: el problema de la vivienda para el  2015. Que acabará con la pobreza y con los niños de la calle a corto plazo, repetido desde su campaña electoral de 1998. El problema de la electricidad para el 2014. Y la inseguridad. Y el desempleo. Todo pa después. Y ya van 14 años.

Pregunto: si nadie se lo va a creer, ¿eso es o no para reír a carcajadas?

Aunque, francamente, su discurso también hace pensar en otra cosa: que usted como que cree que le está hablando a un pueblo amnésico y oligofrénico, o sea a un pueblo que tiene pérdida parcial o total de la memoria, y con coeficiente intelectual de 50, de retardo mental. Porque, repetir tanta cantaleta es como aplicar la vieja receta de tareas escolares para la memoria, que decían, por ejemplo, escribir 100 veces en el cuaderno, con letra palmer y sin borrones: tenemos el mejor Presidente del mundo. Yo te aviso chirulí.

De  todas maneras, dejemos esas cosas hasta aquí. Al fin y al cabo, el pueblo venezolano las conoce de memoria y las recordará en las elecciones del 7 de octubre. Además, en palabras de mi pueblo, sería gastar pólvora en zamuro. Mejor es aprovechar este espacio para hablar de personas importantes, de las cuales usted nunca habla. Por ejemplo, de los jóvenes venezolanos.

Porque, para que usted vea como son las cosas, los venezolanos nacidos en sus 14 años de gobierno tienen ahora de 0 a 14 años de edad. Pero, ya no son el 33,1% de la población del 2001, sino el 27,2% del censo del año pasado. O sea: tenemos menos jóvenes.

En cambio, los venezolanos mayores de 65 años eran el 4,9%  en el 2001, y ahora son el 6,1% en el censo del 2011. INE.

Es decir: la población venezolana está envejeciendo.

Por otra parte, este grupo de menores de 14 años ha recibido la influencia negativa de la política chavista con la destrucción de los valores morales e implantación de antivalores: la verdad por la mentira, la honestidad por la corrupción, el respeto por la violación de los derechos humanos  y demás.

El objetivo sería dar continuidad de la robolución comunista a través del adoctrinamiento generacional, similar a la historia cubana con cubanos menores de 53 años, nacidos y vivido bajo el atraso de 53 años de dictadura castro comunista. Muchos están acostumbrados a ese atraso. Otros, luchan todavía por su libertad.

 Pero, esa influencia chavista sobre nuestros jóvenes han sido catastrófica: 40% de detenciones por delitos ocurren en  menores de 18 años. Comandancias policiales. Los homicidios son la primera causa de muerte. Unicef. El 30% de aumento en el consumo de drogas. Cliad. Y demás circunstancias que parecen corresponder a una Venezuela que vive una época de transición demográfica. E Eljuri. O, lo que es lo mismo, la transición hacia la Venezuela comunista.

Faltaría ver si en las elecciones de octubre los venezolanos deciden continuar con las cantaletas del Presidente o seguir por el nuevo camino de la Venezuela democrática con Capriles.

Lo veremos.

Saturday, July 7, 2012


 

 Scott y el seguro médico

Nunca, desde el paso del huracán Andrew hace ya 20 años, había tenido tantas ganas de salir corriendo hacia otro estado cargando con mi gata a cuestas. El desastroso paso del gobernador Rick Scott por Tallahassee me está causando una enorme confusión porque la verdad yo conozco a Scott y le considero una buena muy persona, quizá cargado de excelentes intenciones, pero su gestión está resultando desastrosa.

Más allá de los recortes drásticos que han dañado cual comején a escuelas y universidades públicas o al precario sistema de justicia, las mayores iniciativas de Scott siguen trabadas en las cortes y parecen destinadas a morirse en el cajón de algún escritorio abandonado. Por ejemplo: la privatización de la atención médica a los presos está estancada, el plan para hacer pruebas de drogadicción a todos los empleados del Estado fue descartado como inconstitucional por un juez federal y esta misma semana otro juez federal ha bloqueado la ley estatal que pretendía castigar a las empresas que hagan negocios con Cuba. Vamos, que el gobernador no da una.

El oráculo contra ‘Obamacare’

Ya advirtió Scott cuando firmó la ley de castigo en la Torre de la Libertad que en su opinión la legislación era probablemente inconstitucional. Aún así la firmó. Ahora Scott anuncia que aunque el “Obamacare” es constitucional él no va a firmar su aplicación en Florida. La semana pasada, mientras los canales de televisión informaban de la decisión de la Corte Suprema, la pálida imagen de Scott aparecía y desaparecía como el Fantasma de la Opera en las pantallas convertido en el gran oráculo contra el Obamacare y en medio de la polémica anunció que la Florida será el primer estado en rechazar la expansión del Medicaid propuesta y financiada por el gobierno federal. La expansión del Medicaid daría seguro médico a todos los adultos que con ingresos menores a $25,000 anuales, en Florida suman cerca de 15 millones.
En su guerra contra los que no tienen seguro, Scott explicó que la expansión de Medicaid costaría a Florida $1,900 millones anuales y que el Estado no puede costearlo. Inmediatamente, la organización no partidista Politifact dedicada a investigar la veracidad de lo que dicen los políticos, anunció que la cifra de Scott es completamente falsa. Es más, de acuerdo con el Obamacare, si Florida aceptara la expansión del Medicaid el gobierno federal pagaría todo el costo de la expansión durante los primeros tres años y después aportaría el 90 por ciento.

Rechazo a $100 millones

El intrépido Scott ya ha rechazado más de $100 millones en fondos para planear y agilizar la transición al nuevo plan de salud. Si Scott insiste en la opción cero y se empeña en prohibir que el programa de Medicaid acoja a ciudadanos de bajos ingresos que no pueden pagar un seguro médico estaría condenando a muerte no sólo a los enfermos crónicos o graves que no tienen seguro sino a los hospitales públicos como el Jackson que los atienden, basándose para colmo en una mentira.
Me resulta sorprendente la anunciada preocupación de Scott con los costos del Medicaid en Florida porque el desmanteló el FDLE, la policía estatal encargada de investigar el fraude en los costos médicos mientras decía que no quería usar fondos estatales para perseguir a “empresarios”. Y nuestro gobernador sabe por experiencia propia lo caro que cuesta el fraude al Medicare y lo honestos que son algunos empresarios en ese sector.

Dicen los expertos que el internet nos afecta el cerebro sin que nos demos cuenta. Recientemente lo pude constatar. Hace poco leía una receta de pollo para experimentar con mi esposo cuando saltó en la pantalla un titular que rezaba “Stop Scott”. Resulta que la frase es el mantra de una campaña de protesta contra el gobernador. Ahora para calmarme repito la frase “Stop Scott, Stop Scott” y lo hago con ternura, porque como les decía este hombre me cae bien, aunque nunca entenderé cómo pudo convertirse en gobernador y mucho menos cómo puede estar casi siempre equivocado. Ahora, con el asunto del Medicaid vuelve a meterse en un callejón sin salida. Pobre gobernador, tan lejos de la realidad y tan cerca de los fanáticos.

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Thursday, July 5, 2012


A su salud
America’s health care system is neither healthy, caring, nor a system.
Walter Cronkite

A pesar del sonido y la furia de los traficantes en miedo, la Corte Suprema validó la reforma sanitaria que aprobó el Congreso y promulgó el presidente Obama. Es quizás la legislación más importante y progresista que se ha adoptado en el país en décadas, concretamente desde que el presidente Lyndon B. Johnson impulsara con éxito las leyes que conformaron los programas de su Gran Sociedad, tales como la Ley del Derecho de los Votantes de 1965, la Ley de Inmigración de 1965 y las Leyes de Derechos Civiles de 1964 y 1968. Se dice que el guiño sorpresivo que le dio el Supremo a la reforma representa un extraordinario triunfo político para Obama y otra garantía de que la historia le reservará un nicho relevante. Pero, como advirtiera el propio presidente, la decisión es por encima de todo un triunfo de los norteamericanos corrientes, aunque muchos aún no entiendan por qué ni hasta qué punto. Y es que ahora apenas comienza la fase crucial de hacer realidad la mayoría de los beneficios que implica y extenderlos a la mayor cantidad posible de personas.
No será nada fácil. Como sucedió con la Gran Sociedad de Johnson, que hizo al país legalmente más igualitario y justo, la reforma sanitaria enfrentará la oposición ciega, sorda y resentida de los conservadores más extremistas. También presentará los retos de lo desconocido o nunca antes visto y practicado en el país. Y al igual que otros programas sociales visionarios, como el welfare, el Medicaid y el Medicare, será económicamente costosa y requerirá un sostenido compromiso financiero, no exento de dificultades, por parte de los gobiernos federal y estatales. Imposible predecir los enconados debates que suscitará el intento de ponerla en vigor y consolidarla.

Precisamente porque se trata de una medida cara, complicada y novedosa para el país, sus partidarios tampoco deberían cerrarse a las sugerencias y críticas constructivas que formulen sus adversarios moderados. Después de todo persisten interrogantes fundamentales, como por ejemplo, de qué manera se va a financiar a mediano y largo plazo. Y de qué forma se podrá extender la cobertura de seguro a quienes no se beneficien al principio. La independiente Oficina Presupuestaria del Congreso estima que, si todo sale bien, la cobertura médica abarcará a 30 millones de no asegurados en los próximos años. Pero aún quedarían entre 15 y 20 millones por cubrir, sin contar a 6 millones de indocumentados que ni siquiera califican bajo los términos de la ley.
No obstante los enormes desafíos pendientes, la reforma sanitaria tiene el mérito extraordinario de haber allanado el camino para empezar a enmendar nuestro disfuncional sistema nacional de salud, verdadero esperpento cuya indignidad debería pesar sobre la conciencia de todos los norteamericanos. El síntoma más evidente y grave de esa disfuncionalidad es que 72 personas mueren a diario en el país por carecer de seguro médico, según cálculos del Centro Pew de Investigaciones. Pero el actual sistema se ha vuelto además tan abusivamente oneroso que desalienta a muchas personas a buscar atención médica adecuada y arruina a numerosas familias cada año.
El principio fundamental que justifica la reforma sanitaria es una verdad de Perogrullo: comoquiera que todos somos usuarios de nuestro sistema nacional de salud, todos debemos poner de nuestra parte para adecentarlo y hacerlo accesible al mayor número posible de nuestros conciudadanos. Los gobiernos federal y estatales tienen la responsabilidad de ofrecernos buenas opciones de seguro. Muchas personas pueden contribuir adquiriendo, si pueden pagárselo, alguno de los planes que se harán disponibles en los futuros mercados de seguro. Otras, ofreciéndoles cobertura costeable a sus empleados. Y aun otras acogiéndose a los diversos planes que brindarán los gobiernos a los pobres. Aun así, por supuesto, la reforma no será una panacea para los males profundos de nuestro sistema de salud, sino una alternativa superior al vergonzoso e intolerable status quo.

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Tuesday, July 3, 2012

Salud nacional, suicidio republicano
Juez John Roberts
Los papeles se han trastocado. El jefe de la Corte Suprema, John Roberts, se unió a Stephen Breyer, Ruth Bader Ginsburg, Elena Kagan y Sonia Sotomayor, un conservador y cuatro liberales que ratificaron la constitucionalidad de la reforma de salud. Fue un día de glorias y rabietas en que la incredulidad dio paso a júbilo en la izquierda y denuncias en la derecha, con insultos al juez Roberts que van de cobarde y traidor a otros que la decencia no permite. La rabia de Limbaugh fue apoteósica.

El conservadorismo quiere jueces que apliquen la Constitución sin interpretaciones que den lugar a lo que llaman ‘construccionismo’. Los construccionistas crean estructuras legales que salen del marco original de la Constitución como fue escrita. Los conservadores exigen fidelidad a su letra, sin añadirle, quitarle, modificar, interpretar o derivar nada. El problema es que la fidelidad en este caso la tuvieron John Roberts y los cuatro liberales, mientras los cuatro conservadores restantes, Anthony Kennedy, Antonin Scalia, Clarence Thomas y Samuel Alito, se dedicaron a interpretarla. Ellos fueron los construccionistas en esto, liberales en su manejo del código constitucional.

Los republicanos están dedicados a negar cien años de tradición partidaria. Teodoro Roosevelt, en la elección de 1912, fue el primero en proponer un seguro nacional de salud. Nixon empezó, en 1974, a bosquejar un seguro médico nacional para todos los empleados a través de sus empleadores. En 1986 Ronald Reagan implementó COBRA. En 1989 la conservadora Heritage Foundation propuso un seguro médico obligatorio y universal. En 1993 dos republicanos, los senadores Hatch y Grassley, iniciaron un proyecto como el ahora refrendado por la Corte Suprema. En el 2003 George W. Bush añadió la cobertura de medicamentos al Medicare. En el 2006 Mitt Romney implementó en Massachusetts la ley que sirvió de base para la actual reforma. La marcha hacia un seguro médico universal y obligatorio fue republicana y conservadora, compartida con demócratas hasta el 2008. ¿Por qué el cambio? Por una obsesión con Obama, una obsesión rayana en fanatismo. Traen abajo el edificio político del país falseando la verdad sin contemplaciones con tal de derribar todo lo que huela a liberal o demócrata. Parecen no darse cuenta que están exhibiendo el relativismo moral del que acusan a la extrema izquierda. En la ultraderecha el fin ahora justifica los medios. Lo más notorio en la campaña contra la reforma ha sido su deshonestidad. Esgrimen falsedades intimando que volverán a su verdad conservadora tras derrotar a Obama. Mienten hasta con la boca cerrada. No hay nada más absurdo que esto en el teatro del absurdo en Washington D.C. 
   
Se oponen a toda iniciativa demócrata, y así haciendo traicionan su propio concepto de derecho y responsabilidad. El mandato refrendado por la Corte Suprema presupone responsabilidad individual en salud. El derecho y la responsabilidad individual son el fundamento del ser republicano. Su corolario en salud lleva a buscar que nadie sea carga para los demás, algo que se logra mediante la participación de todos en un sistema nacional. Ahora resulta que los conservadores rechazan este concepto porque sale de los demócratas. Pocas veces se ha visto tal habilidad gimnástica. Saltan olímpicamente por encima del imprimatur de la Corte Suprema. Más allá de esto, Romney parece sentir que el ciudadano promedio es denso y no se da cuenta de que hoy se presenta como un anti Romney del Romney que fue. ¿Por qué? Por politiquería, y lo malo es que el liderazgo republicano en los diferentes estratos del poder está dedicado a negar cualquier iniciativa promovida por demócratas aun así antes hubiesen estado de acuerdo con ellas. Se serruchan el piso a sí mismos. Están cometiendo suicidio electoral.

La constitucionalidad de la reforma ha sido refrendada con un razonamiento legal diseñado por el juez Roberts. Su conducta empieza a restablecer la credibilidad de una Corte Suprema donde los casos eran decididos a lo largo de líneas partidarias. La justicia necesita ser apolítica, y la entereza de Roberts le devuelve a la corte algo de la fuerza moral que necesitaba. John Roberts será reconocido como uno de los grandes de nuestra jurisprudencia, aunque por el momento el tea partidismo y la ultraderecha lo tengan relegado al papel de traidor y cobarde. El debate sobre la salud nacional evidencia una ultraderecha dispuesta al suicidio político con el solo y único propósito de negarle la reelección a Obama.

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Monday, July 2, 2012


Del PRI al PSUV

Fernando Mires. Blog POLIS


Tesis: Sólo una derrota electoral puede salvar políticamente al PSUV como ocurrió en México con el antiguo PRI

El PRI ya no es el PRI dicen en México, frase breve que sintetiza la gran transformación del PRI. Transformación que en gran medida emergió como resultado de otra: la de la estructura política mexicana. Porque el regreso del PRI al gobierno, ratificado por las elecciones de 01.07.2012 que dieron como vencedor a Enrique Peña Nieto, opera en un escenario multicolor marcado por un partidismo institucionalizado en donde tienen lugar múltiples proyectos e iniciativas civiles.

La antigua dominación estatal ejercida por el que fuera calificado como el partido político más corrupto y anti-democrático de América Latina, ha quedado atrás. Hoy el PRI ha regresado como un partido entre varios: plural, social, competitivo y coalicionable, como deben ser los partidos en un marco democrático. Los caudillismos locales, las mafias, los gobernantes omnímodos, tan propios al antiguo PRI, ya son cosas del pasado.

Así como Hegel indicó que la liberación del oprimido libera al opresor en tanto opresor, en la contienda política suele suceder que la oposición, bajo determinadas condiciones, libera a los partidos no democráticos de su anti-democratismo. En ese sentido la oposición al PRI liberó al nuevo PRI del antiguo PRI. Ese será también, entre otras, una de las tareas que corresponderá indirectamente a la oposición venezolana: la de liberar políticamente al PSUV de su condición estatal (burocrática y militar) a fin de que se convierta en un verdadero partido político como hoy es el PRI.

Pensemos: en el caso de una eventual derrota, el PSUV si es que no se desliza por el tobogán golpista, o si no se pulveriza en múltiples fracciones, será el principal partido de oposición. Pero lo será en un espacio rayado por normas y reglas propias al juego político. En ese contexto, y aplicando de nuevo la lógica hegeliana, el PSUV, al abandonar al estado, no tendrá otra alternativa que la de convertirse en un partido de la “sociedad civil”: uno más entre varios, como son hoy los partidos que apoyan a Henrique Capriles.

No hay que olvidar que la gran coalición caprilista fue también el resultado de un arduo y largo proceso de renovación política. Es que contra la astuta dialéctica de la historia no hay pero que valga. Si un partido político no se transforma de acuerdo al signo de los tiempos, muere. Los cementerios de partidos políticos están –basta echar vistazos a la historia- más que superpoblados. 

En cierto modo el PSUV es la versión venezolana de lo que fue el viejo PRI: estatista, corporativista y corrupto. Pero no se trata de una copia fiel. El PSUV es más bien una versión ampliada y empeorada del antiguo PRI. Eso quiere decir que diferenciar entre lo que fue el PRI y lo que es el PSUV es también importante.

 Mientras el PRI fue depositario histórico de una auténtica tradición revolucionaria iniciada en 1910, el PSUV no corresponde con ninguna gran tradición. De ahí que haya tenido que buscarla en el pasado más remoto, en ese bolivarismo mitológico cultivado con devoción, pero absolutamente impropio a las condiciones que imperan en el siglo XXl. Pero hay, además, otras diferencias.

Mientras el PRI nunca fue personalista, el PSUV se convirtió desde un comienzo en la prolongación colectiva de un pensamiento individual: el del caudillo. Mientras el PRI, si bien buscó apoyo en los estamentos militares, nunca fue un partido militarista, como es el PSUV. Mientras en el PRI coexistían diversas fracciones (obreras, campesinas) en el PSUV están prácticamente prohibidas. Mientras el PRI logró articular a los más destacados intelectuales y artistas de la nación, el PSUV brilla por su miseria cultural. Mientras el PRI fue, por lo menos en sus comienzos, un partido nacionalista, enfrentado al expansionismo que caracterizó a EEUU hasta la primera mitad del siglo XX, el PSUV no sólo no ha tenido ningún problema (real, no verbal) con los EEUU, sino, además, ha delegado aspectos importantes de la soberanía nacional a Cuba.

Las diferencias mencionadas harán muy difícil la transformación del PSUV de partido-estado en partido político, como ocurrió con el PRI. No obstante, esa transformación será la única alternativa que garantizará la sobrevivencia histórica del PSUV.

Sintetizando: El PSUV, como el antiguo PRI, no es un partido de la sociedad civil. Es un partido nacido y formado en y desde el estado. El triunfo de la oposición traerá inevitablemente consigo la des-estatización del PSUV.

 Incorporado en un espacio no estatal, el cívico, el PSUV tendrá una nueva chance: la de encabezar la oposición democrática al nuevo gobierno. Ahí, pensando de modo optimista, puede que sus militantes descubran, como ocurrió al PRI, un nuevo poder: el poder opositor, el que en democracia puede ser más poderoso que el propio poder gubernamental. Pues, mientras el poder gubernamental es más instrumental que político, el de la oposición es más político que instrumental. En fin, sólo un triunfo de Capriles puede salvar al PSUV de sí mismo, o lo que es igual, de sus tres estigmas principales:

° La corrupción de la clase estatal dominante (“boliburguesía”)

 ° La militarización de las estructuras partidarias

 ° El personalismo que impide el desarrollo de las ideas, tanto individuales como colectivas

Repitiendo entonces la tesis: Sólo una derrota electoral puede salvar políticamente al PSUV como ocurrió en México con el antiguo PRI.

Sunday, July 1, 2012


Paraguay y Fernando Lugo

Carlos Alberto Montaner. Firmas Press

Lo probable es que la destitución del ex presidente paraguayo Fernando Lugo sea irreversible. El chavismo carece de razones y fuerza para reponerlo en el poder. Los cinco mandatarios del Alba podrán desgañitarse gritando y amenazando, incluso acompañados por Mercosur y algún otro engendro diplomático, pero es muy difícil que esas protestas tengan éxito. Es sólo pataleo.

No hay duda de que la letra de la Constitución paraguaya de 1992 legitima y ampara lo sucedido. Tampoco de que el juicio fue demasiado expedito, pero la ley no establece el tiempo que debe durar el pleito. El artículo 225 dice, simplemente, que las dos terceras partes del Congreso pueden pedir el enjuiciamiento político del Presidente, y las dos terceras parte del Senado, tras escuchar los alegatos en pro y en contra, tienen la potestad de expulsarlo del poder por gobernar indebidamente.

¿Por qué, si el asunto es tan claro, algunos gobernantes demócratas, como el colombiano Juan Manuel Santos y el chileno Sebastián Piñera, reaccionaron con cierta sorprendente vehemencia contra una decisión soberana del Senado paraguayo, perfectamente ajustada a Derecho?

Hay tres razones.

La primera, es que a los presidentes les pone muy nerviosos que se expulse del poder a un colega, ya sea por las buenas o por las malas. Existe el muy humano temor al contagio. Hablar de impeachment a cualquier presidente es mencionar la soga en casa del ahorcado.

La segunda, es que Fernando Lugo es una persona agradable y amistosa con quien se reunían frecuentemente en cumbres o visitas bilaterales. En esos encuentros se crean vínculos afectivos que trascienden los lazos oficiales. No estaban respaldando al presidente extranjero víctima de una arbitrariedad, sino al amiguete en desgracia. Dentro de los valores de la cultura iberoamericana la lealtad personal tiene tanto peso como los argumentos jurídicos.

La tercera razón es la consecuencia de la intimidación mediática del chavismo. La capacidad de la izquierda carnívora para desacreditar a sus adversarios es temible. Ningún político quiere ser acusado de “fascista o golpista al servicio del Imperio”. Es mucho más seguro posar de “progre”.

Al chavismo todavía le quedaba la “carta brasilera” para tratar de desestabilizar al nuevo gobierno paraguayo del Dr. Federico Franco ─ un joven y prestigioso médico vinculado al viejo partido de los liberales ─, pero parece que la presidente Dilma Rousseff no se dejará arrastrar en esa peligrosa dirección y limitará sus quejas al ámbito retórico.

Es natural. Los brasileros hace unos años vivieron algo parecido cuando expulsaron del poder al presidente Collor de Mello. Por otra parte, Brasil y Paraguay comparten intereses comunes en la enorme central hidroeléctrica de Itaipú ─ una de las mayores usinas del planeta ─, mientras hay un grupo importante de inversionistas brasileros instalados en el país vecino. Carece de sentido poner en riesgo esos valiosos vínculos por defender una causa injusta y, sobre todo, perdida.

¿Cómo juzgará la historia al ex presidente Fernando Lugo? A mi juicio, de manera benévola. Pese a su simpatía por los disparates de la Teología de la Liberación, no fue un gobernante extremista, ni afilió a su país al coro delirante del chavismo, ni nadie lo ha acusado con pruebas de actos de corrupción. Además, abandonó el poder pidiendo hidalgamente que no se le apliquen sanciones económicas a su país porque eso afectaría a los paraguayos más pobres. Eso lo honra.

Si Lugo es culpable de algo, no obstante, es de una absoluta falta de instinto político. Es inconcebible que un mandatario cuya popularidad apenas rozaba el 30%, sabedor de que ninguno de los grandes partidos del país lo respaldaba, no hubiera cuidado al aliado que lo llevó al poder, el Partido Liberal Radical Auténtico. Lugo se enemistó con todos, y todos, en su momento, le pasaron la cuenta. No entendió que gobernar en democracia es negociar y forjar consensos. Le faltó cintura política.

Le sobró, en cambio, la otra cintura. Sus mayores faltas pertenecen al ámbito privado, no por haber violado el voto de castidad ─ una extraña limitación genital que sólo le afectaba a él y escandalizaba a sus correligionarios ─, sino por la censurable conducta de no haberle hecho frente responsablemente a un par de casos en los que sus amoríos tuvieron consecuencias. Eso no se hace, especialmente en un país en el que los hogares monoparentales son sinónimo de pobreza. Es algo muy feo.