Barak Obama y las elecciones de Venezuela
Fernando Mires. Blog POLIS
A algunos no gustó nada lo que dijo Obama el día 10
de Octubre de 2012. ¿Qué es lo que dijo
Obama? Obama dijo la pura y santa verdad. Obama dijo que Venezuela bajo Chávez no representa ningún
peligro para los EE UU.
¿Cómo va a representar un peligro la Venezuela de Chávez
si éste ha multiplicado la dependencia económica con respecto a los EE UU más
que ningún otro mandatario latinoamericano?
No es una crítica. Cada gobierno tiene el derecho a
contraer las relaciones económicas que estime conveniente. Pero así y todo no
deja de llamar la atención la enorme asimetría que existe entre la retórica
presidencial y su gestión económica internacional.
Mientras otros mandatarios latinoamericanos recorren una
vía caracterizada por la diversificación de las exportaciones (no pocos países
ya tienen como principal socio comercial
a China y no a USA); mientras la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia,
México y Perú) se abre a los mercados
asiáticos; mientras el comercio con la UE aumenta en Argentina Brasil y
Uruguay, la Venezuela chavista, contraviniendo la labia presidencial, ha
reforzado la tradicional estructura monoexportadora del país, aumentando vía
importaciones su dependencia con ese “imperio” que tanto odia.
Según el informe de la Cámara Venezolano Americana de
Comercio e Industria (Venamcham), las importaciones desde Estados Unidos
sumaron un incremento de 50,9% al compararse con los dos mil 462 millones
registrados en 2011. Esto obedece a que en marzo pasado, los productos
comprados por Venezuela alcanzaron un mil 326 millones de dólares, monto que no
se registraba desde hace más de tres años, cuando en octubre de 2008 se ubicó
en un mil 403 millones de dólares.
Las exportaciones ascendieron a 10 mil 355 millones de
dólares en el primer trimestre, representando un incremento de apenas 0,16%.
Del total, las ventas de petróleo representaron 96,02% al ubicarse en nueve mil
944 millones de dólares, reflejando una disminución de 1,07% en comparación con
2011, cuando éstas alcanzaron los 10 mil 51 millones. Las exportaciones no
petroleras apenas significaron 3,98% del total; es decir 411 millones,
mostrando un aumento de 43,25% respecto a 2011 cuando estuvieron en 287
millones.
Bajo la luz de esas cifras, los mentores del chavismo
argumentarán que las relaciones económicas son una cosa y las relaciones
políticas, otra. Repetirán sin duda que Chávez “les saca plata y productos a
los gringos” para financiar su gran obra revolucionaria (por ejemplo, su
faraónica campaña electoral). Aducirán, por supuesto, que en virtud del verbo
anti-imperial de Chávez, los venezolanos han recuperado su dignidad (nadie sabe
quien se las había quitado) y no faltarán quienes agregarán que Chávez está
forjando una alianza internacional destinada a aislar al imperio. ¿No es de
todas maneras Venezuela un peligro para los EE UU?, preguntarán los más
radicales.
Chávez continúa, por cierto, gritando en contra del
“imperio”, pero ahora usando un texto vacío, es decir, sin referirse jamás a
una acción concreta del gobierno norteamericano. La verdad, Chávez no puede con
Obama, quien ─ mucho más popular que Chávez en todos los países
latinoamericanos ─ le ha quitado el show. Hasta la sexóloga hija de Raúl Castro
viajó a los EE UU a alabar a Obama. Obama ─ digámoslo de modo popular ─ tiene
loco a Chávez. Frente a Obama, Chávez es “la nada”.
¡Qué bellos esos tiempos en los cuales el presidente Bush
regalaba argumentos a Chávez y al chavismo! En efecto: Chávez, más que ningún
otro presidente obtuvo capitales electorales gracias a la brutal política
internacional de Bush.
Imitando como siempre a Fidel Castro, quien durante los
primeros años de su larguísimo mandato sensibilizó a
multitudes apelando al “efecto David” ─ una pequeña nación desafiando a
la más grande potencia de la historia ─ Chávez usaba los foros internacionales
para ridiculizar a Bush. Me atrevería a decir incluso, y sin ningún asomo de
ironía, que Bush llegó a ser uno de los principales aliados electorales de
Chávez.
Bush, al igual que Chávez, se manejaba en el marco de la
lógica de la guerra fría. En gran medida ambos hablaban un lenguaje parecido
(misiones históricas, destinos manifiestos, cruzadas políticas, imperio del
mal, invocaciones pseudoreligiosas). Y al igual que Chávez, Bush necesitaba
hipertensionar la política exterior con el objetivo de mostrar presencia en el
medio local.
En el pasado reciente, Bush ─ aunque eliminó a un feroz
tirano ─ aparecía simbólicamente como realizador de guerras injustas, estigma
capitalizado por el mandatario venezolano. Obama en cambio aparece como aliado
estratégico de revoluciones populares y democráticas, sobre todo de las del
mundo árabe. A la inversa, Chávez actúa hoy como un aliado de las más
sangrientas dictaduras de la tierra. No sólo regaló la espada del libertador al
criminal de Libia. Recibe, además, con honores militares a quien hizo masacrar
a miles de estudiantes durante la “revolución verde” de Irán, y por si fuera poco
se identifica con el asesino de niños sirios, a quien Chávez llama “humanista”.
Los papeles han sido cambiados. Chávez ya no es el “bueno”, es uno de los
“malos” de la película. En el nuevo contexto internacional, Chávez se encuentra
muy desubicado. Ese hecho no dejará de tener repercusiones electorales en
Venezuela.
Lo cierto es que las elecciones del 2012 tendrán lugar
bajo condiciones muy distintas a las del 2006. Así, mientras la candidatura de
Rosales fue el resultado de acuerdos cupulares, la de Capriles emergió legitimada
─ al igual que la de Obama en los EE UU ─ por vibrantes elecciones primarias.
Mientras en el 2006 Chávez aparecía como representante de una revolución que
avanzaba hacia el futuro, hoy, frente al incansable Capriles, aparece con el
pasado pintado en la cara. Mientras en el 2006 Chávez logró presentarse
simbólicamente como un justiciero frente a Bush, hoy Obama, al igual que Capriles,
aparece como uno de los más decididos defensores de la democracia. Y por si
fuera poco, Capriles lleva a cabo en Venezuela la misma estrategia ─ polémica
pero no confrontativa ─ que tantos éxitos dio a Obama dentro y fuera de su
país. Pues así como Chávez se parecía políticamente a Bush, el parecido entre
el estilo político de Capriles y el de Obama es notable.
Si Chávez es derrotado en Octubre ─ y hay razones para
pensar en esa posibilidad ─ habrá que preguntarse en que medida el nuevo
contexto internacional agregó uno que otro punto al triunfo de la democracia en
Venezuela. Gracias a Obama. Gracias a Capriles.
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