Mitt Romney: cómo conseguir una rentabilidad del 190.000%
Pablo Pardo. EL MUNDO
¿Quién no querría una rentabilidad de una inversión del
190.000%? Sí, ha leído bien: del 190.000%. O, tal vez, de más. Porque el
capital que genera ese rendimiento es, como máximo, de 999 dólares, o sea, 797
euros. Esa magra cifra ha dado a Mitt y Ann Romney un beneficio de 1,9 millones
de dólares (1,5 millones de euros).
La sociedad se llama, justificadamente, Sankati High
Yield Assets Investors, es decir, Inversores en Activos de Alta Rentabilidad
Sankati (esa última palabra es el nombre de un faro en Massachusetts, el estado
en el que Romney fue gobernador entre 2003 y 2006 e implantó un sistema
sanitario que ha servido de modelo a la reforma de Obama). Tiene sede en
Bermuda, un archipiélago en medio del Atlántico que es una colonia británica y,
también, un paraíso fiscal. Y nadie sabía de su existencia, hasta que la
destapó ‘The Washington Post’ el martes. La campaña de Mitt Romney justificó la
omisión alegando que los activos de Sankati están por debajo de los 1.000 dólares
que la legislación estadounidense establece como mínimo en las declaraciones de
patrimonio de los candidatos.
Claro que, en puridad, Sankati no es de Mitt Romney. Lo
fue, pero un día antes de que éste jurara el cargo de gobernador de
Massachusetts, en 2003, fue transferida a su esposa Ann. Este tipo de
sociedades, con nombres de accidentes geográficos de Massachusetts, y
utilizadas para enmascarar operaciones financieras a las autoridades fiscales,
fue muy utilizado por el fondo de ‘private equity’ (‘capital-riesgo’) Bain en
la época en la que Romney lo dirigió.
Previsiblemente, la campaña de Obama se ha cebado en el
nuevo descubrimiento, que hace que la que hasta ahora se consideraba la cifra
más aproximada del patrimonio de Romney — 250 millones de dólares, o sea, 200
millones de euros — sea considerada excesivamente baja. La cuestión es que
nadie sabe cuál es la verdadera fortuna del aspirante a presidente de Estados
Unidos, que ya es un verdadero ‘rey’ de los paraísos fiscales. Lo que está
claro es que el patrimonio de Romney, junto con el presupuesto de la CIA y la
fórmula de la Coca-Cola ya se merece un lugar destacado en el panteón de los
grandes misterios de EEUU.
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