Luis Cino Álvarez. Blog CIRCULO CINICO
Quisiera ser optimista para el próximo año, hablar de cambios para bien, de progreso para mi país, ─ qué más quisiera ─, pero no puedo. Ni siquiera el anuncio del indulto de 2 900 presos, hecho el 23 de diciembre por el general Raúl Castro ante la Asamblea Nacional, me hace vencer el pesimismo.
Es el primer indulto propiamente dicho en 53 años de dictadura. Anteriormente, cuando se han producido excarcelaciones de prisioneros políticos, casi siempre con destierro, ha sido para complacer a personalidades internacionales, con el fin de conseguir ventajas políticas o comerciales.
Dijo el general-presidente que el indulto es para mostrar la generosidad de la revolución, que todos sabemos sólo existe (malamente) en los discursos. De cualquier forma, aplaudo las excarcelaciones. Pero no hay que exagerar la ovación. ¿Por qué considerar maravilla el indulto a personas que en su mayoría estaban en la cárcel por motivos que en ninguna otra parte del mundo serían delitos? En todo caso, la mayoría de los que realmente delinquieron, lo hicieron por culpa de un sistema fracasado que obliga a violentar cotidianamente su peculiar legalidad y sus prohibiciones absurdas para poder satisfacer las más básicas necesidades humanas.
Sería mejor modificar de una vez y por todas las anacrónicas leyes que hacen que la gente vaya presa por figuras delictivas tan aberrantes y fascistoides como la peligrosidad social. Y por supuesto, descriminalizar la disensión. De lo contrario, las más de 200 cárceles que existen en Cuba y que ahora se descongestionan, muy pronto se volverán a llenar.
De hecho, no habrá que esperar mucho para que se abarroten. El general-presidente anuncia que la batida contra los corruptos seguirá y que esta vez sí va en serio. Ojala caigan en el jamo los que verdaderamente deben caer, y no sólo los corruptos caídos en desgracia y los cuatreros. Porque las purgas y la represión que viene ya se huelen en el ambiente. No sea que ocurra como a inicios del año 2003, que empezaron persiguiendo a traficantes de drogas y terminaron encarcelando opositores y periodistas independientes.
Con el aumento de la desigualdades sociales, el descontento que nutre a la oposición y el auge delictivo que ya vemos, el reemplazo de los 2 900 indultados podemos darlo por seguro. Y no será alentador tener que esperar otro medio siglo más por el próximo indulto.
Y, ¿qué pasó con la muy esperada reforma de las leyes migratorias que anunciaron por anticipado las agencias de prensa internacionales y ciertos habitualmente despistados cubanólogos? Sus razones tendrían para estar tan seguros que se producirían, pero parece que pesaron más las cucharetas de los retranqueros del inmovilismo, que en definitiva, aún son los que dicen siempre la última palabra. Todavía habrá que esperar, no se sabe cuánto, por las modificaciones que “serán introducidas paulatinamente”. Mientras tanto, hay una lista negra de más de 40 000 exiliados, a los cuales les seguirá vetado el visitar su patria.
¿Se puede ser optimista así? Allá quien se conforme con los timbiriches y los puestos llenos de viandas y verduras para quien pueda pagarlos. En la piñata, el sálvese el que pueda proto-capitalista y la falta de libertades políticas, presiento todo lo malo que todavía nos queda por delante.
De todos modos, y por no ser aguafiestas, feliz 2012 para mis lectores, incluso para los ciberadversarios y los oficiales que me vigilan. Que la buena suerte nos acompañe a todos. La vamos a necesitar. Y mucho.
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