Norberto Fuentes
Pobres infelices míos. Oh, aturdidos hermanos. Cuánto chasco (a la vez que idiotez) sintetizada de un brochazo en un solo titular del Herald: “Decepcionante discurso de Raúl Castro ante la Asamblea Nacional”. ¿Pero qué rayos creían que iba a anunciar Raúl? Me recuerda a uno de los amigos de mis andanzas habaneras, Rine Leal, el crítico de teatro y ocurrente a matarse, cada vez que veía la primera plana de Granma —o en épocas previas, de Revolución u Hoy— en las vísperas de un aniversario del 26 de Julio, o del Primero de Mayo, o del 2 de Enero, cuando anunciaban a toda plana y en gruesos caracteres rojos: FIDEL HABLA MAÑANA. El comentario de Rine resultaba implacable. “La noticia”, decía, “es que no hable”.
La tirada del absurdo rotativo —hablo ahora del Herald, no de Granma— no lo salva ni el titular que colgaron a continuación, como refuerzo: “Exiliados en sur de la Florida critican el discurso de Raúl Castro”. El problema es que la tontería no se compensa con indignación.
Siguiendo la lógica de Rine, la novedad (o al menos un motivo de desusado interés), hubiese sido algo del talante de: “Entusiasmo desbordante en el Sur de la Florida con discurso del Presidente Castro”. Seamos ponderados, sin embargo, con una derecha que, claramente, vive en un estado de permanente confusión. Porque, por otro lado, no debe soslayarse el estado de excitación que en el mismo pueblo consumía a la izquierda —para llamarle de alguna a los Franciscos Arucas y comparsa— en sus programas radiales de Miami, una especie de extensión “en territorio enemigo” del Departamento de Orientación Revolucionaria.
Aruca no cabía en sí — que alborozo, Dios —, en lo que ya se vislumbraba como la restauración capitalista de Cuba. Por supuesto que ellos están por lo mismo, solo que los cálculos son acceder al pastel desde una posición de ventaja, de adelantados. Asumieron que tenían la jugada cantada (algún bromista de La Habana, probablemente por instrucciones del mismo Raúl, se los dejó caer al oído: “el viernes se acaban las restricciones”) y ya tú sabes: a hacer circular entre todos los millonarios del otro lado, que para negociar con la Isla, primero había que verlos a ellos.
Pero lo peor es que este despertar del sentido crítico hacia las acciones de La Habana, por parte de la derecha de Miami y su órgano oficial, o el júbilo de la visionaria izquierda desde su programación pagada, les impide entender lo que de verdad es importante, además de contundente, contundente como un yunque. Que Raúl Castro no va a ceder un ápice y que además lo asiste toda la lógica. Porque, donde lo haga, donde esa rajadura del sistema sea perceptible, pierde. Y por ahí también hay algo que pocos distinguen: que Raúl Castro está cabalgando sobre el lomo de un tigre. Por supuesto, es lo que Fidel sabe y su motivo de más íntima satisfacción: Así que tú querías reformas, ¿no? Pues mira a ver cómo te apeas de ese animal.
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