Friday, December 30, 2011

Una mujer atemoriza al castrismo

Mario J. Viera

El ensañamiento es cobardía; reflejo del temor de los poderosos. Cuando se intenta deliberadamente hacer más inhumana la condición de un detenido sometiéndole a condiciones precarias de vida, y mucho más cuando el detenido no ha cometido ningún delito a la luz del Derecho internacional, el acto, en sí mismo, es cobardía.
A Ivonne Malleza Galano la han detenido, conducido a la prisión sin cargos y encerrado en una celda de aislamiento, un cubículo cerrado, de ventanas tapiadas, con condiciones sanitarias pésimas. ¿Su delito? Hacer una protesta pacífica en un céntrico parque de la capital. No llamó a la rebelión solo manifestaba a viva voz lo que la inmensa mayoría de los cubanos solo dicen en voz baja.
El 30 de noviembre Ivonne Malleda, junto a las opositoras Blanca Hernández y Mayra Morejón había desplegado una sábana en la que se leía el mensaje que transmitían al gobierno de Raúl Castro: "Basta ya de mentiras y engaños al pueblo cubano. Cese el hambre, la miseria y pobreza en Cuba". ¿Acaso esto es un crimen? No, pero asusta a los que se apoderaron del poder en Cuba por la fuerza.
Detenida en el Vivac de Manto Negro, Ivonne se declaró en huelga de hambre en protesta por su arbitraria detención: “...su salud es muy delicada ─ denunció Mayra Morejón, una activista por los derechos humanos y una del grupo de mujeres conocidas como Damas de Blanco, una que le acompañara en la protesta del Parque de la Fraternidad ─ mientras estuvo detenida en el Vivac permaneció en la enfermería porque se descompensó al realizar una huelga de hambre”.
Como la dignidad amedrenta a los tiranos, la encerraron en celda de aislamiento. Como el clamor hecho voz sin temor a los poderosos, los tiranos se asustan que una frágil mujer se atreva a gritar lo que otros callan y como temen al contagio, porque la dignidad contagia, no permitieron que estuviera libre en las calles, esas calles que van perdiendo los tiranos.
Los matones de la Seguridad del Estado no soportan que alguien les mire directamente a los ojos y se les enfrente con esa tremenda fuerza que da la convicción que se está del lado de la justicia. Mercenarios, al fin, en su cobardía se ensañan en una mujer; una mujer que se hace titán frente a la condición sietemesina de sus represores.
A favor de la liberación de Ivonne no se alzará la voz de ninguno de los ardientes defensores del excarcelamiento de los cinco sicarios castrista presos por actos de espionaje en Estados Unidos. Guardarán silencio los hipócritas Pastores por la Paz; el olvido será la nota del Centro para la Democracia en las Américas y de su directora ejecutiva Sarah Stephens; Cindy Sheehan no le ofrecerá una cadenita a los familiares de Ivonne; la mal sonante Hebe Pastor de Bonafini quizá pida más dureza contra la opositora Ivonne; Rigoberta Menchú no se dará por enterada y Danny Glover no intentará visitarla en su celda de aislamiento ni reclamará su liberación.
Ivonne Malleza Galano, una mujer, una Dama de Blanco, una cubana humilde, atemoriza al castrismo.

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