Monday, December 26, 2011

Esa aberración llamada Islam y el salvajismo medieval de la Sharía

Mario J. Viera

Si los bárbaros islamitas quieren condenarme a muerte, ¡que lo hagan!; pero estoy totalmente en contra con la aberración ideológica que representa ese salvajismo medieval llamado sharía.

El Corán, un burdo plagio de la Torah judía, redactado por un beduino delirante de poder y de pretensiones divinas, ha sido el texto básico sobre el que se sustenta el fundamentalismo religioso terrorista de Al-Qaeda. 

El Corán rechaza con absoluto desprecio cualquier otra fe divergente con sus concepciones. Los infieles solo merecen la muerte; los blasfemos solo merecen la muerte entendidos como blasfemos solo aquellos que critiquen al Corán como a su emblemática figura, el autodenominado profeta Mohammed.

La sharía es el cuerpo teocrático del Derecho islámico con sanciones crueles para aquellos que violen sus preceptos. En ella se incluyen como faltas gravísimas el homosexualismo, la desobediencia de la mujer hacia la autoridad de su padre o de su esposo, las relaciones con los infieles, es decir, los no musulmanes, cristianos, judíos, budistas…, y el no cumplimiento de las normas del vestido de las mujeres. Una mujer sorprendida en acto de adulterio puede ser condenada a la pena de muerte por lapidación, una práctica que también estaba presente en la Torah judía pero abandonada hacen dos milenios pero aún vigente en numerosos países gobernados por el Islam, como Nigeria.

La mujer condenada a la lapidación es enterrada dejando su parte superior al descubierto y luego apedreada hasta la muerte.

La mujer que se encuentre sola en compañía de un hombre no perteneciente a su familia (khulwa)  puede ser condenada a la flagelación.


Ni siquiera los niños escapan de los castigos más crueles como el caso de un niño de ocho años que robó pan de una panadería en Irán y sufrió la mutilación de su brazo bajo los ruedas de un auto.




De acuerdo con Lynn Welchman, director del Centro para la Ley Islámica y del medio oriente, citado por The Guardian (20 de agosto de 2002), la sharía “gobierna la vida de las personas por métodos no gobernados por la ley. Alrededor de 50 países son miembros de la Organización de la Conferencia Islámica y puede esperarse que haya alguna forma de acatamiento a la sharía tanto en la vida personal de las personas como su imposición estatal por medio de los tribunales. Muchos estados del Medio Oriente están incorporando más elementos de la sharía en sus legislaciones”.

Bajo una falsa apariencia de religiosidad y piedad, el Islam es más cruel que el nazismo. Su expansión representa un verdadero peligro para la cultura occidental contraria a la intolerancia característica de esta fe satánica.

La Organización de la Conferencia Islámica pretende imponer en la ONU una llamada ley mundial contra la blasfemia que impulsa Pakistán y ya vigente en numerosos estados islámicos. Es el oscurantismo medieval que tuvo su máxima expresión en los tribunales de la Santa Inquisición que condenaban a la hoguera a los acusados de herejía, blasfemia y tratos con las potencias demoníacas.

La propuesta ley contra la blasfemia condena las críticas que la prensa occidental hace contra los extremistas islámicos. El diario español ABC señala que muchos juristas y académicos condenan la propuesta del islamismo internacional, afirmando que la difamación puede ser jurídicamente punible solo cuando se refiere a personas, y no a conceptos y sentimientos. Como bien indica el citado diario, el “sistema penal de muchos estados musulmanes, basado en la sharía (…), establece en cambio la «ley de la blasfemia», que en la práctica se limita a condenar sólo los insultos referidos al libro sagrado y al profeta Mahoma —y lleva aparejada la muerte—, y no contempla ninguna pena para los insultos a otras religiones.

Un ejemplo palpable de lo que significaría la ley contra la blasfemia fundada en la sharía es el de la cristiana evangelista Asia Bibi que ha sido condenada a muerte en Pakistán por supuestas ofensas al Corán.
Asia Bibi

Asia Bibi es una campesina pakistaní de 45 años de edad y  madre de cinco hijos. La agonía de esta humilde campesina comenzó el 14 de junio de 2009. Asia Bibi estaba labrando la tierra con otras campesinas musulmanas en la aldea Ittanwali, cuando su capataz le ordenó traer agua para beber. Al regresar con el encargo cumplido accidentalmente derramó el agua sobre la ropa del capataz, lo que originó una fuerte respuesta por parte de una mujer musulmana.

“Aparta tus sucias manos cristianas – le gritó la mujer – Uds., los cristianos son impuros”

Bibi, molesta por los insultos y agresiones de sus compañeras, les dijo: “Jesús murió en la cruz por los pecados de la humanidad”, preguntándoles a continuación qué había Mahoma por ellas,  una supuesta “blasfemia” contra el profeta del Islam.

Según reportes periodísticos, Qari Salam, un mulá del distrito que no se encontraba presente cuando ocurriera el incidente acusó a Babi ante la policía que la detuvo sin efectuar ningún tipo de investigación según dijera el ministro de Minorías, Shahbaz Bhatti, del que se dice que es católico.

El 8 de noviembre de 2010, una corte del distrito punjabí de Nankara condenó a muerte a Asia Bibi.

Salman Taseer, gobernador de Punjab, visitó a Bibi en la prisión y, convencido de su inocencia, le prometió hacerle llegar al presidente Asif Alí Zardari, una petición de indulto. No obstante el tribunal de Lahore ha planteado que no le permitirá al presidente Zardari conceder el indulto a la acusada. Y varios grupos de musulmanes han amenazado con hacer manifestaciones de promesas de concederse el indulto.

Taseer había tenido contradicciones con los clérigos fundamentalistas a los que denominaba “analfabetos”. El abierto apoyo que Taseer diera a Asia Bibi en los medios colmó la copa de los fundamentalistas.

Un oficial de las Tropas Elites de Pakistán decidió eliminar a Salman Taseer. Un joven de 26 años de nombre Malik Mumtaz Hussein Qadri le dio nueve balazos a boca de jarro en un mercado de Kohsar. La justificación que diera su asesino a la cadena de televisión Dunya, fue: “Salman Taseer es un blasfemo y este es el castigo para los blasfemos

El mundo civilizado, los pueblos que defienden los postulados de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los pueblos alejados de la barbarie deben preguntarse: ¿Cuál es el castigo que merecen los asesinos fanáticos del Islam? ¿Qué respuesta se debe dar a los portadores del oscurantismo teocrático musulmán y de sus salvajes leyes?

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