Ivan Eland. El Instituto Independiente
En respuesta a la involuntaria franqueza pública de Barack Obama respecto de su mayor flexibilidad en las negociaciones sobre la defensa misilistica con Rusia después de las elecciones, Mitt Romney, declaró reflexivamente en una entrevista con CNN que Rusia es “el enemigo geopolítico número uno” de los Estados Unidos, agregando que Rusia “siempre defiende a los peores actores del mundo”.
Sin embargo, Romney le está hablando a la tribuna con vistas a los comicios en vez de observar la realidad de la reciente mejora en las relaciones ruso-estadounidenses. Y es significativo que más de dos décadas después de que el Muro de Berlín cayó, y a pesar de la mejora en las relaciones bilaterales, los políticos estadounidenses todavía pueden hacer demagogia con este tema escarbando en el persistente temor que el público estadounidense tiene por Rusia desde la Guerra Fría.
Recientemente, los rusos, contrariamente a la implicación de Romney, han ayudado a los EE.UU. a presionar a Irán sobre su programa nuclear. Además, los rusos han ofrecido una importante ruta alternativa para los suministros estadounidenses que se dirigen a Afganistán, la cual recientemente se ha convertido en aún más vital dado que Pakistán cerró su línea de suministro debido a una disputa por el asesinato estadounidense de soldados paquistaníes. Por otra parte, el ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio la sujetará a las reglas del comercio mundial abierto. Finalmente, y lo más importante, los EE.UU. y Rusia acordaron significativas reducciones bilaterales de las ojivas nucleares estratégicas de largo alcance, lo que hace al mundo más seguro ya que juntos los americanos y los rusos poseen el 95% de las armas nucleares del planeta.
¿Todavía hay problemas entre las dos naciones? Sí. Pero en el mundo post-Guerra Fría, el punto de vista estadounidense a menudo ha sido “o es a mi manera o la carretera”. Los políticos estadounidenses, al igual que Romney, generalmente caracterizan cualquier desviación rusa de los deseos estadounidenses como un comportamiento similar al de un enemigo. Sin embargo, después del 11 de septiembre, George W. Bush declaró que cualquier nación que no estaba a favor de los Estados Unidos estaba en su contra. Según esas normas, Rusia, temiendo también el radicalismo islamista en su propio país y en sus fronteras, descendió firmemente en el campamento estadounidense.
Y la mejora en las relaciones ruso-estadounidenses se ha producido a pesar de la promesa rota de los Estados Unidos de no extender al este una alianza hostil de la OTAN hacia Rusia a cambio de una Alemania unida después de que el bloque oriental colapsó. Además, después que Georgia comenzó una guerra con Rusia, los medios de comunicación occidentales parecieron olvidar este hecho, ya que Rusia fue condenada por su limitada invasión y retirada de ese país.
Los EE.UU. y Rusia también han discrepado sobre la represión por parte de Siria, un aliado ruso, de una rebelión a favor de la democracia. Los rusos son recelosos de apoyar las resoluciones del Consejo Seguridad de la ONU que condenan o sancionan a Siria porque se sintieron víctimas de una engañifa estadounidense durante la reciente guerra en Libia. Retóricamente, los Estados Unidos y Occidente deseaban una resolución de la ONU que diese legitimidad a una campaña de bombardeos para proteger a la oposición libia de la embestida amenazada por Muamar Gadafi. Sin embargo, la campaña aérea fue mucho más allá del objetivo de esa resolución y sacó a Gadafi del poder. Además, los rusos probablemente tengan razón respecto de las sanciones económicas: probablemente no motivarán a Siria para que detenga la opresión sino que probablemente harán que más sirios se congreguen en torno al régimen autocrático en desafío a la presión externa.
En cuanto a la defensa misilística estadounidense, es un sistema innecesario, costoso y poco efectivo que irrita de manera innecesaria las relaciones ruso-estadounidenses. Aunque la defensa anti-misiles estadounidense parece ser defensiva, la misma desestabiliza el equilibrio nuclear porque los países temen que sus fuerzas de disuasión nuclear podrían ser anuladas. Aunque los Estados Unidos afirmen que el sistema, con sede en Europa, está dirigido contra la amenaza de los misiles iraníes, los rusos temen que pudiese ser ampliado para intentar anular su fuerza de disuasión nuclear. Joseph Cirincione del Ploughshares Fund lo sintetizó mejor en un programa de PBS: “El presidente está construyendo un sistema de defensa antimisiles que no funciona contra una amenaza iraní que aún no existe con dinero que realmente no tenemos”.
Finalmente, debido a que los Estados Unidos sienten que Vladimir Putin tiene estándares democráticos menos rigurosos para gobernar Rusia que lo que le gustaría a los EE.UU., los Estados Unidos probablemente seguirán sospechando de Rusia ya que no integra la categoría de las “democracias liberales”. Pero eso está lejos de ser el enemigo número uno de los Estados Unidos, como el candidato Romney afirma rememorando la retórica de la Guerra Fría.
Hay muchas cuestiones en las que los Estados Unidos y Rusia pueden cooperar. Los EE.UU. pueden derogar la obsoleta Ley Jackson-Vanik de la Guerra Fría que inhibe la normalización de las relaciones comerciales; si no lo hace, las empresas estadounidenses pueden ser objeto de discriminación cuando Rusia ingrese en la OMC. Si los Estados Unidos por fin están de acuerdo con dicha normalización, entonces los EE.UU. y Rusia pueden desarrollar más plenamente su relación comercial, lo que elevaría el costo de cualquier futuro conflicto bilateral. También pueden seguir cooperando en negociaciones para disuadir a Irán de obtener armas nucleares. Por último, los EE.UU. podrían negociar la innecesaria defensa misilística y nuevas reducciones de las ojivas nucleares estratégicas de largo alcance por recortes en las armas nucleares tácticas de corto alcance, de las que Rusia posee muchas más que los EE.UU. Los rusos podrían aceptar este trato para deshacerse de la defensa misilistica y debido a que sus ojivas nucleares estratégicas desplegables disminuirán hasta más allá del límite recientemente negociado en el tratado START de 1.500 ojivas nucleares.
Así que en lugar de afirmar que Rusia es el enemigo público número uno, tal vez Romney debería evitar inflamar la relación bilateral más importante que los Estados Unidos tienen en el mundo; la única otra superpotencia nuclear en el mundo sigue siendo Rusia. En su lugar, de manera realista, él y los Estados Unidos deberían mirar a Rusia como un país importante con sus propios intereses y necesidades en materia de seguridad, que no siempre coinciden con las de los Estados Unidos. Es por eso que tenemos negociaciones. Son superiores a la irresponsable retórica de campaña.
Traducido por Gabriel Gasave
Ivan Eland es Asociado Senior y Director del Centro Para la Paz y la Libertad en The Independent Institute en Oakland, California, y autor de los libros Recarving Rushmore: Ranking the Presidents on Peace, Prosperity, and Liberty, The Empire Has No Clothes, y Putting “Defense” Back into U.S. Defense Policy.