Se fueron todos como en un crucero de quinceañeras. La familia real barinesa partió desde el morichal llanero hasta el corazón de la Antilla mayor, para estar con el presidente Hugo Chávez en el desiderátum de su existencia. La comitiva que acompañó al paciente oncológico se acercaba a las 200 personas, aumentando de manera significativa los fines de semana. Tenían dispuestos tres vuelos diarios que llegaban temprano al aeropuerto José Martí en La Habana, venían colmados con una serie de productos de empresas Polar que son imposibles de conseguir en la derruida isla del Caribe. La familia real barinesa buscó los catálogos para disfrutar de los hoteles más exclusivos. Una parte de los revolucionarios venezolanos se alojaron en el Cuba Luxury Hotels, considerado el más opulento del Caribe. Un paradisíaco enclave arquitectónico frente a las mejores playas de Varadero, con tiendas de grandes marcas internacionales, casinos y un sinnúmero de beneficios que tienen como atractivo principal el Cayo Libertad, una exclusiva islita en donde solo tienen acceso la elite del gobierno comunista. Los cubanos comunes tienen prohibido entrar a estos espacios, quienes lo hacen en calidad de empleados tienen que pasar por un arduo adiestramiento militar y doctrinario. La diferencia entre ambos mundos cobijados bajo el mismo ardiente sol del Caribe, es abismal.
Estas aventuras de la familia real barinesa y los adulantes que medran de la ubre oficial, les ha costado a los venezolanos cuatro millones de dólares. Si bien estuvieron pendientes del convaleciente Hugo en el moderno hospital habanero, en donde luchaba denodadamente por mantenerse con vida, muchos de sus familiares y comitiva preferían la rumba total que se prendía en el Cuba Luxury Hotels, de Varadero en donde la fiesta nunca duerme. Algunos de ellos creían que estaban en Las Vegas y disfrutaban de las apuestas y las llamativas maquinitas. Nada de ron cubano, aquí gobierna el gran whisky escocés que recuerda los ambientes en donde el capitalismo inició su romance tumultuoso con la historia. Unas curvas despampanantes como las de Maigualida López, dejan boquiabiertos a los hipócritas que despotrican del consumismo pero cómo les encanta gastar el dinero que no es de ellos, y hasta se lo roban de manera descarada. Allá se quitan el antifaz y tiran por la borda su decimonónico recetario marxista; total, el policía universal que resguarda las cenizas del comunismo estaba en La Habana, peleando con un terrible adversario de armas tomar. En Varadero ninguno tendrá la osadía de cuestionar sus libertinos arrebatos, todos quieren salir de la pesadilla y hasta piensan que con Henrique Capriles, pueden terminar de librarse de su opresor ideológico.
El espíritu del derroche anduvo de paseo en Cuba. Al no poder estar con Hugo Chávez, éstos tomaban sus avionetas para aterrizar en su paraíso tropical de Varadero, ubicado a ciento cuarenta kilómetros de la capital antillana. Y pensar que aquí engañan a los tontos con sus cuentos de falsa conciencia revolucionaria. Se llenan la boca acusando a los demás de sus propias miserias, son los falsos apóstoles de una doctrina podrida; ellos simplemente son los que viven usufructuando los dineros del pueblo en los grandes hoteles del mundo. En Cuba los niños hambrientos rondan durante horas en los basureros adyacentes a estos enormes complejos para extranjeros, buscando algún muslito de pollo que venga en los desperdicios. Dos realidades que traen de fondo la gran mentira de los dos regímenes, que se hacen llamar uno solo.
Familia real que pasó de ser pobretones a vivir como verdaderos potentados, se olvidaron de las penurias antiguas, ahora se bañan en la miel de la boliburguesía. El socialismo totalitario jamás dejará de ser el gran embuste de la historia.
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