Andrés F. Schmucke G. EL UNIVERSAL
Los humoristas y caricaturistas siempre han sido y siempre serán críticos con cualquier gobierno. Ellos exponen de una manera que puede ser cómica, pero que también pone a la gente a pensar, los problemas que sufrimos como país y los que deberían ser atacados con urgencia por las autoridades competentes. Pero no, aquí se penaliza y se castiga la opinión, la crítica y el pensar diferente.
Ahora es el turno de Rayma y de Weil de ser perseguidos, acosados y amenazados. Antes ya le había tocado a Laureano y en un futuro, de la cosa seguir así, otros humoristas seremos víctimas de lo mismo, porque el humor obliga a pensar y el pensar está mal visto en este régimen.
Martin Niemöller habla en su famoso poema "Cuando los nazis vinieron por los comunistas", de cómo fueron cayendo uno a uno los que pensaban diferente y nadie hizo nada. Se puede parafrasear ese poema y adaptarlo a nuestro contexto, ya han arremetido contra los medios, contra los periodistas, contra la empresa privada, contra la propiedad, contra el deporte, contra los humoristas y seguirán arremetiendo, pero no arremeten contra el hampa. Qué raro, ¿no?
"El humor es la única arma que les queda a los débiles frente al poder opresor. El poder no usa el humor, porque el poder no admite bromas". Máximo.
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