Mario J. Viera
Rafaelito de Ecuador está ofuscado, enfurruñado con una perreta pueril. Se las da de vedette socialista siglo XXI y pretenden que le rueguen. Aunque ha sido invitado como jefe de gobierno y de estado de Ecuador para que asista a la Conferencia de las Américas guarda silencio ante la invitación que Juan Manuel Santos presidente del país cede de la Conferencia, Colombia le ha hecho.
“Yo quiero reiterarle una vez más a Rafael Correa, al presidente Correa, que lo estamos esperando con los brazos abiertos. Esperamos que nos honre con su presencia en la cumbre”, reiteró Santos ante el mutismo de Rafaelito, el malcriado.
Hasta el momento Correa es el único mandatario que no ha confirmado su asistencia a la cita en Cartagena de Indias. ¿Habrá que rogarle? Como él se cree tan pero tan importante, como se cree que gobierna un país de gran importancia económica y política en el continente se queda callado; si hasta Chávez y el medio idiota de Evo han confirmado que viajarán a Colombia él se mantiene aislado, prepotente, olímpico.
Pobre Juan Manuel Santos que con su invitación a que le honre Rafaelito con su presencia lo único que logra es aumentar el ego y el narcisismo del bocón suramericano. Pero el chicuelo malcriado de ALBA se queda callado, se está haciendo de rogar cuando lo mejor que pudiera hacer Santos es mandarle para el mismísimo carajo.
Si Correa no asiste a la Cumbre de las Américas ¿qué podría pasar?, pues… ¡Nada! Quizá solo los mandatarios continentales tendrían que soportar las cretinadas de Chávez, sus lamentos cancerígenos, su incontenible bla bla bla; soportar al beodo de Ortega y reírse con las evadas de Evo Morales y sin tener que soportar los desplantes de Rafaelito y sus aires de gran señor.
Se dice de aquellos que se dan de duros cuando tienen poder, que cuando niño otros niños les quitaban la merienda. Tal vez este sea el caso de Rafaelito, el síndrome del niño mandilón que se manifiesta con todos sus pujos de zar latinoamericano, que lo mismo demanda a un periódico por millones de dólares pretextando ofensas a su honor que encierra a cualquier viandante por hacerlo un gesto de desprecio.
Rafaelito saca cuentas y vuelve a sacarlas. Quiere imitar al Fidel Castro de la década de los 60 y sueña… ¡Ah, si Chávez por fin se muere…! El es más inteligente, más académicamente preparado y más garboso que Evo Morales y que Daniel Ortega, hasta mucho más que Raúl Castro y hasta el mismo Hugo Chávez. Chávez opaca el brillo que cree tener Rafaelito solo porque cuenta con una cartera más abultada; pero Chávez pudiera morir, entonces llegaría su hora, la hora de ser el Nuevo Mesías, el paladín del Socialismo del Siglo XXI.
Mientras tanto no le queda otra que mostrarse ofuscado cual niño malcriado y hacerse de rogar como vedette de opereta.
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