Thursday, June 28, 2012


Capriles, toma nota
Mario J. Viera

Henrique Capriles debe tomar nota del affaire paraguayo. El plan fracasado del chavismo en Paraguay llevado a cabo por el canciller Nicolás Maduro impone un llamado de alerta. No solo queda al descubierto la flagrante intromisión en los asuntos internos del Paraguay la acción que denuncia ahora la  ministra de Defensa paraguaya, María Liz García sino las verdaderas intenciones que se albergan en la cúpula chavista en caso de perder las elecciones frente a la candidatura de Capriles.

Con todo el descaro del mundo, Maduro se reunió con los comandantes de las fuerzas armadas de Paraguay ─ con el visto bueno del general Angel Vallovera Antúnez, jefe del Gabinete Militar ─ para incitarles a un pronunciamiento armado en caso de que Lugo fuera destituido.

El canciller (Maduro) ─ según denuncia María Liz García ─ arengó (a los oficiales) a que respondieran a una situación que se estaba dando y que afectaba al expresidente, pidió que respondieran en ese momento, conforme a lo que le ocurriera al expresidente Lugo”.

La denuncia de la ministro de Defensa se  produjo luego de hacer averiguaciones y consultas con los comandantes de las fuerzas armadas presentes en la reunión con Maduro. Evidente es la injerencia del chavismo, injerencia, por demás, criminal porque perseguía hacer correr la sangre en Paraguay. Aunque la responsabilidad del acto inamistoso e injerencista recae directamente sobre el gobierno de Hugo Chávez, parte de la misma le toca los representantes de los gobiernos que integran el Mercosur que se encontraban en Asunción intentando persuadir al Congreso paraguayo de suspender el juicio político contra Fernando Lugo.

La reacción de Federico Franco ya instalado como presidente de Paraguay fue hacer importantes cambios en los mandos militares y ordenar la destitución del cargo de jefe del gabinete militar de la República del general Angel Vallovera.

Si bien es cierto que la destitución de Lugo luego del juicio político abierto por el senado paraguayo fue relampagueante y no favoreció la debida defensa del acusado; si cierto es que hubo intrigas e intereses políticos en el enjuiciamiento, la verdad es que no se trató de un golpe como ha asegurado el canciller venezolano y algunos de sus colegas del socialismo del siglo XXI y los coadjutores del Mercosur. La destitución del inepto presidente paraguayo se realizó en el marco de los postulados constitucionales y dentro de la realidad política paraguaya. Quizá hubiera sido preferible haber sido menos sumarísimo el juicio político, considerando las implicaciones internacionales que acarrearía la destitución constitucional del mandatario; pero nunca de un golpe de estado.

De todos modos queda en evidencia el carácter injerencista del gobierno de Venezuela y su decisión de recurrir a un pronunciamiento armado del ejército “chavista” en caso de que la oposición venezolana gane las elecciones el próximo 7 de octubre. Ya esto lo había expresado el general Henry Rangel Silva, el aliado de Chávez durante el fallido golpe de Estado de febrero de 1992 que este último encabezara.

Así lo hizo conocer Rangel, que las fuerzas armadas de Venezuela estaban “casadas con el proyecto político socialista”; que en caso de una derrota electoral “eso no lo va a aceptar la gente, las Fuerzas Armadas no, y el pueblo menos”.

Si han sido capaces de conspirar dentro del territorio de otro país para promover el caos, ¿de qué no serán capaces de hacer en su propio país? Así que, Capriles debe tomar nota de este procedente. Una medida preventiva que pudiera llevar a cabo es denunciar a Maduro como injerencista en los asuntos internos de otro país y mostrarlo como ejemplo del carácter criminal, conspirativo y totalitario del chavismo.

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