Despeinar a Peña Nieto
Jorge Ramos
Los
periodistas y los jóvenes de México tenemos la obligación de despeinar a
Enrique Peña Nieto, el candidato presidencial del Partido Revolucionario
Institucional (PRI).
Hay
que ponerlo contra la pared, cuestionarle todo, preguntar de más, revisar sus
cuentas, sospechar de sus relaciones políticas, asegurarse que no tenga
compromisos previos con empresas o particulares y sacarle la verdad. Toca, como
dicen los colombianos.
Si
Peña Nieto tiene más posibilidades que cualquier otro mexicano de ser
presidente, según la mayoría de las encuestas, entonces hay que saberlo todo de
él ANTES que llegue a Los Pinos. Todo antes. Después del primero de julio ya no
sirve.
Muchos
mexicanos no creen en las encuestas. Se acuerdan de los fraudes y las trampas
del PRI durante 71 años y consideran que están compradas, maquilladas o todo lo
anterior. Cierto o no, la candidata del Partido Acción Nacional (Pan), Josefina
Vázquez Mota, y el candidato del Partido de la Revolución Democrática, Andrés
Manuel López Obrador, están tratando a Peña Nieto como el candidato a vencer ─ basta
recordar los ataques durante el primer debate. Por lo tanto, como periodistas,
como votantes y como mexicanos, nos toca hacerle las preguntas incómodas. Para
eso son las campañas.
A
pesar de ser un candidato joven ─ tiene 45 años ─ el copete, los corbatones, el
lenguaje corporal y sus discursos burocráticos nos hablan de un político
atorado en el pasado, tradicional, hecho a la vieja usanza priísta. Nos ha
costado tanto la democracia en México, que no podemos darnos el lujo de elegir
a un candidato que esté ligado con personajes antidemocráticos, como el
expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien fue elegido por dedazo (1988) y
que dio, a su vez, dos dedazos (1994): uno por Luis Donaldo Colosio y otro por
Ernesto Zedillo.
Decir
PRI antes del 2000 era decir corrupción. Por eso me preocupa la actitud tan
tibia que ha tomado Peña Nieto ante las graves acusaciones de corrupción contra
su aliado político, el exgobernador del Estado de México, Arturo Montiel. Si de
verdad Peña Nieto quiere ser un candidato moderno tiene que romper con los
dinosaurios en su clóset y, hasta hoy, no lo ha hecho.
Flojas,
también, me parecieron sus declaraciones sobre la matanza de Atenco en el 2006,
donde murieron dos personas cuando él era gobernador y donde, según reportes de
prensa, al menos 26 mujeres fueron violadas o abusadas sexualmente por la
policía. “Cuando se habla de violaciones,
ultrajes, yo te diría que son presunciones y son señalamientos que algunas
mujeres hicieron pero que en ninguno de los casos quedó debidamente probado”,
me dijo en una entrevista en el 2009. Peña Nieto, ahí, tomó partido con los
victimarios y no con las víctimas. (Aquí está la liga http://bit.ly/tLbMTx)
“México
es un país seguro”, me dijo en esa entrevista, “más que otros países de América
Latina”. Esto no transmite el sentido de urgencia que tienen muchos mexicanos
para que no haya otros 50 mil muertos el siguiente sexenio. La prioridad número
uno para el próximo presidente es detener la violencia. No más masacres con 49
torsos, sin cabezas y extremidades, como aparecieron impunemente hace poco en
Nuevo León.
Peña
Nieto aún no ha logrado despejar las dudas de que utilizó millones de dólares
en recursos de su gobierno para promover su imagen y su eventual candidatura
presidencial. “La inversión en
comunicación deriva en la necesidad propia de la autoridad de comunicarse con
la población”, me dijo. Pero ¿cómo no concluir que esta es una campaña
dispareja en recursos y medios?
Y
lo personal tampoco puede olvidarse. Peña Nieto, en el 2011, explicó como un
“lapsus cuando no se acordó ─ durante una entrevista previa ─ de qué había
muerto su primera esposa, Mónica Pretelini. (Aquí está la entrevista http://bit.ly/oGF8Gx)
Además, el escritor Carlos Fuentes, meses
antes de morir, fue durísimo con él y lo calificó de “muy ignorante” por no
recordar tres títulos de libros que lo marcaron. Peña Nieto, dijo Fuentes, “tiene derecho a no leerme (sin embargo) lo que no tiene derecho es a ser presidente
de México a partir de la ignorancia”.
Pero hasta el momento Peña Nieto ha sido el
candidato teflón, porque ninguna acusación o crítica se le pega. Nuestro
principal trabajo como periodistas no es ser amigos de los que están en el
poder sino evitar que los políticos y candidatos abusen de él. Hoy nos toca
cuestionar a Peña Nieto a fondo y despeinarlo. Lo mismo haríamos con López
Obrador y Josefina si estuvieran de punteros. Después del primero de julio será
demasiado tarde.
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