Las caretas de Robin Hood
Raúl Rivero.
DIARIO DE CUBA
Los
políticos que aprovechan sus cargos para saquear una nación y vivir en la
opulencia y el lujo no son de izquierdas ni de derechas. Son ladrones. Lo que
pasa es que esa riqueza provoca desmemorias interesadas, deslumbramientos de
tarados y bandas de guatacas que ayudan en el trucaje de las fotos y edulcoran
las obscenidades del relato.
En
los países del socialismo real los jefes se comportaban (se comportan los
sobrevivientes) como los dueños de una hacienda privada. Amos de todo, dueños
de la vida y de los individuos.
Así
es que no hay que asombrarse por los detalles sobre el uso particular de los
aviones, automóviles, residencias, dineros y recursos del Estado. Ésa es una
realidad aceptada. Es una categoría del robo que no llega al delito. Es hasta
una heroicidad para los nostálgicos del comunismo.
En
América Latina, famosa por los generales con medallas de zinc y balas de plomo
que mataron a cara de perro y se robaron el patrimonio de varios países, hay un
rechazo visceral para esos personajes y sus herederos. Pero existe también una
visión demasiado tolerante para quienes usan otras vías para meter las manos en
los bolsillos de los ciudadanos.
Algunos
de los dirigentes de la región utilizan como propiedad privada los medios
destinados a sus funciones como servidores públicos. La picaresca tiene un
expediente abundante en la Nicaragua de Daniel Ortega.
Hubo
mutismo en la región cuando hace un tiempo se denunció que, para el tratamiento
contra el cáncer de Hugo Chávez en Cuba, el Gobierno venezolano tuviera que
gastar cuatro millones de dólares en tres semanas porque se estableció un
puente aéreo diario para una comitiva de 200 personas.
Ahora
se recibió con prudencia que la señora Cristina Fernández ordenara que el avión
presidencial hiciera un vuelo de urgencia (que costó 80.000 dólares) para
llevar a su hijo Máximo Kirchner, de 36 años, a un hospital de Buenos Aires
porque el hombre tenía dolor en una rodilla.
Ya
es realmente muy difícil detener en el continente el progreso de esa
combinación de asalto con adelantos del totalitarismo.
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