Cuatro partidos, un proceso; cuatro
países, una amenaza
Gonzalo Quintana. ABC. Color
Los
paraguayos tenemos un proceso hacia la democracia que todavía nos decepciona en
términos de capacidad de responder con eficacia a las demandas de la sociedad,
sobre todo en cuestiones que tienen que ver con el mejoramiento de la calidad
de vida de nuestros compatriotas y muy especialmente de los sectores más
carenciados.
Sin
embargo, hemos tenido avances en los planos político y electoral que debemos
apreciar. Son logros que nadie, por más esfuerzo que haga, podrá arrebatarnos.
Ningún
gobierno serio del mundo puede ignorar que ese proceso nos llevó a elecciones
cada vez más limpias y confiables. Nadie puede ignorar que se respetaron los
resultados electorales, que fueron reconocidos por todos y la transferencia de
poder se realizó con absoluta normalidad como si viniésemos de una larguísima
tradición democrática. Los protagonistas de estos logros no fueron ni Carrillo
Iramain, ni Sixto Pereira, ni José Rodríguez, ni Eulalio López, ni Elvio
Benítez, ni Camilo Soares y mucho menos Fernando Lugo.
Nadie
podría desconocer que las Fuerzas Armadas son nacionales, no bolivarianas, que
la policía se ha mantenido leal a la Constitución y no como instrumento de
represión.
Sin
embargo, es posible que no nos demos cuenta de que todos los sectores
estuvieron a su turno en el gobierno sin mayores traumas. Gobernó el Paraguay
el Partido Colorado, gobernó el oviedismo, gobernó la izquierda, inclusive la
radical con Lugo y ahora tenemos un gobierno liberal. Parece que a ciertos
tiranuelos del continente esto les resulta insoportable por convicción y por
temor.
Encabeza
el ataque al Paraguay Hugo Chávez, el mismo que dijera, el 10 de mayo de 2009,
en su programa de emisión obligatoria “Alo Presidente”, la número 330 desde su
estado natal, lo siguiente.
“La tierra no es privada, es propiedad de la
nación (…) ( a gritos) No hay tierras
privadas, ¡¡YO ASÍ LO DIGO!!”. El mismo que hace jurar a los militares
“Socialismo o muerte”. Vaya defensor de la democracia.
Le
sigue la regente de un raro modelo, no se trata de Robin Hood, se parece más a
una cuasimonarquía cleptocrática (cleptomanía: propensión morbosa al hurto). No
puede sorprender su enojo. La simple observación y comparación podría resultar
en una condena a su gobierno por contraste.
En
efecto, Fernando Lugo en el Paraguay del “golpe” va a la casa presidencial con
toda su guardia, aparece caminando y arengando en las calles sin que nadie le
moleste, utiliza el sistema de comunicación a cargo del Estado sin que
autoridad alguna le perturbe. Qué mal ejemplo.
¿Alguien
se podría imaginar este comportamiento ciudadano y gubernamental de parte del
Gobierno K de Cristina? Inimaginable.
Así
es, apenas unos ejemplos. Los cuatro del Mercosur están con un solo propósito:
evitar que el Paraguay siga ejerciendo, momentáneamente, su soberanía. Puedo
suponer algunas motivaciones, como por ejemplo que son más importantes los
negocios que la democracia.
En
esta línea son más importantes los petrodólares de Hugo que la lucha
democrática de los paraguayos. Justamente, este pequeño país que impide que el
gran socio integre el Mercosur.
El
juicio político es una buena excusa. “Excluimos a Paraguay e incorporamos a
Venezuela”, parece ser la estrategia. Bienvenido sea, que lo hagan, que más
temprano que tarde, arreglados los negocios, nuestra nación emergerá como la
nación que supo preservar su soberanía.
Se
escucharon insistentes voces que piden revancha, que respondamos con medidas
tan destempladas como las tomadas por estos países motivadas por la irritación.
Cómo no irritarse con un país que despreció los maletines portados por cancilleres
de otros países, como ocurrió en la relación de estos dos.
Habrá
momentos difíciles; la sola deuda económica con Chávez puede ser utilizada como
castigo político. Lugo preparó esa dependencia financiera. Estoy seguro de que
sabremos resolverlo.
Nuestro
Estado, su Gobierno y la nación, a diferencia de Lugo y su grupo de violentos,
sabremos proteger a los brasileños y brasiguayos, a los argentinos y uruguayos,
a cualquier persona de cualquier parte del mundo que encuentre en nuestra
tierra la oportunidad de ofrecerle un buen futuro a su familia. Los abusos de
sus gobiernos no nos desviarán de nuestro compromiso con los seres humanos.
Los
gobiernos vecinos, estoy persuadido, no tardarán en reconocer lo que logramos
los paraguayos.
Sinceramente
pienso que nuestra fortaleza no está en nuestra capacidad de respuesta sino en
la convicción de preservar nuestra paz, nuestra soberanía y nuestra dignidad.
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