Los últimos días del Presidente
Francisco Rivero
Valera. EL UNIVERSAL
Los
últimos días del Presidente se parecen a los últimos días del dictador Juan
Vicente Gómez.
El
dictador vivió sus últimos días en decadencia por una larga enfermedad
urológica de 17 años de evolución, terminal en los últimos 3 años, y hecha
pública solo después de su muerte.
Juan Vicente Gómez |
Al
comienzo, su enfermedad fue manipulada en secreto, rodeada de un halo de
misterio intencional para planificar la sucesión y continuación de la dictadura
de 27 años en el poder, sin tomar en cuenta la inconveniencia constitucional y
política de hacer confidencial la enfermedad del Presidente. En consecuencia,
la falta de información originó un clima fatal de incertidumbre entre la gente,
ola de rumores y variada reacción psicosocial con angustia del pueblo
reprimido, que deseaba la muerte del dictador; y lucha interna por el poder en el entorno del
enfermo.
La
lucha interna fue pública por la confrontación entre Crisóstomo Gómez, hermano
del Presidente, y su hijo José Vicente Gómez, con un trágico desenlace: el
asesinato de Crisóstomo. El hecho sería manipulado por el régimen para
responsabilizar a la oposición de supuestos planes de desestabilización y
arreciar la represión bajo su paradójico lema Unión, Paz y Trabajo.
Mientras
tanto, el gabinete ministerial manejaba los asuntos del gobierno hasta la
designación del general Eleazar López Contreras como Presidente, al caer en
coma el dictador el 15 de diciembre de1935, y morir el 17 de diciembre de 1935.
Símil del aniversario de la muerte de Simón Bolívar. Y comienzo del largo
camino hacia la democracia en Venezuela.
Al
final, el misterio de la enfermedad fue revelado: uremia o anuria debido a
insuficiencia renal, obstrucción baja y alta de vías urinarias, uretritis
crónica venérea, cáncer de próstata, glomerulonefritis infecciosa y
nefroesclerosis diabética. Potenziani,
Caballero y Time Magazine, 1935.
Hoy
estamos repitiendo la misma historia.
Estos
últimos días del Presidente también han sido de decadencia por su enfermedad
neoplásica maligna, oficialmente inespecífica y manipulada a pesar de la
inconveniencia constitucional y política de mantener en secreto el estado de
salud del jefe del Estado.
En
consecuencia, el pueblo venezolano vive en un clima permanente de incertidumbre
y de ola de rumores que orientan a pensar que el halo de misterio sobre la
enfermedad del Presidente es intencional, con el propósito de asegurar la
continuidad de este pésimo gobierno, y su robolución, con 14 años en el poder;
y de planificar la sucesión del jefe del Estado, que se encuentra en deterioro
progresivo.
Ante
tales circunstancias, ya se observan varios tipos de reacción psicosocial en
los venezolanos: todos están pendientes de la evolución de la misteriosa
enfermedad. Muchos esperan y hasta
anticipan la muerte del Presidente, visto en los hoaxes de Internet. Y varios
camaradas de su entorno, como zamuros sobre carroña, están participando en la
lucha interna por el poder.
Los
asuntos del gobierno, mientras tanto, son manejados por el gabinete ministerial
ante las ausencias repetidas del Presidente. Y todas las protestas sociales son
atribuidas por el gobierno a un plan desestabilizador de la oposición.
Faltaría
ver el final de esta patética historia.
Pero,
ya el pueblo venezolano sabe que también será un símil de los últimos días del
dictador Juan Vicente Gómez: con el diagnóstico preciso de una enfermedad y el
rescate del camino hacia la democracia.
Que
así sea.
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