Cuba, el señuelo
Ricardo Trotti. EL NUE3VO HERALD
Así
como en la caza y la pesca, en la política también se utilizan los señuelos. En
la reciente Cumbre de las Américas de Cartagena, un grupo de países usó a Cuba
como cortina de humo para evitar que salgan a flote otros temas relevantes que
afectan al continente, como la corrupción pública, la inseguridad ciudadana, el
fraude electoral, las violaciones a la libertad de prensa y la injerencia
política en la justicia, todos aspectos que atentan contra la Carta Democrática
Interamericana.
El
gobierno de Cuba es el anzuelo que Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela
aprovechan habitualmente en cada reunión intergubernamental para insistir que
los hermanos Raúl y Fidel Castro deben estar sentados en toda mesa de
negociación y para recriminar a EEUU de que debe terminar con el embargo
económico contra la isla, al que responsabilizan de todos los males de la
dictadura.
Uno
se pregunta si no hubiese sido mejor que la atención y el tiempo dedicado a
favor del gobierno de los Castro, se enfocara a favor de los ciudadanos
cubanos, las verdaderas víctimas. Al final, por culpa de Cuba ─ léase el ruido
generado por Rafael Correa y Daniel Ortega, que se negaron a participar y la
visita previa de Juan Manuel Santos a la isla para que los Castro no se resintieran
porque no se les invitaba ─ no hubo una declaración final de consenso sobre un
temario importante enfocado en la pobreza, inequidad, acceso a banda ancha y
hasta la conveniencia o no de legalizar las drogas.
Todos
los presidentes en la Cumbre desperdiciaron una oportunidad de oro para
reprender a la dictadura cubana por su férrea política de opresión, como quedó
a la luz con la represión a manifestantes y disidentes en la reciente visita de
Benedicto XVI; para exigir la liberación de presos políticos y que se les
permita a los cubanos salir y entrar de su territorio, como lo hizo Dilma
Rousseff, en una reciente visita a La Habana, en donde comunicó que su gobierno
le había otorgado visa a la bloguera Yoani Sánchez, a quien como muchos, los
Castro no dejan salir.
Es
bueno que del tema del embargo se hable en reuniones multilaterales, ya que
incluso en EEUU tiene detractores como simpatizantes. Muchos creen que sin el
embargo se alcanzaría el objetivo de propiciar cambios democráticos más
rápidos. Otros, como el presidente Barack Obama y sus antecesores de cinco
décadas, consideran que no se pueden hacer concesiones mientras el régimen no
cambie a un sistema pluripartidista, de elecciones libres y que cada cubano
pueda gozar de su libre albedrío.
No
parece factible que EEUU afloje ante las presiones, ya que las sanciones
económicas son armas predilectas que se utilizan contra otros países como Corea
del Norte e Irán, para que desistan de planes nucleares bélicos. Tampoco es un
pedido muy razonable, considerando que varios países latinoamericanos ahora
están haciendo algo parecido al bloquear el atraco de buques con bandera de
Malvinas, en apoyo a la soberanía que reclama Argentina.
Este
pedido de reinserción de Cuba es tanto un deja
vu como una hipocresía. Hace un par de años, Hugo Chávez forzó consensos
para que Cuba entre en la Organización de Estados Americanos, algo que los
Castro rechazaron porque no querían someterse a la política de supervisión de
los derechos humanos de esa entidad.
La
hipocresía es que mientras en la cumbre se discutía sobre mayor acceso de los
latinoamericanos a tecnología de banda ancha, diplomáticos cubanos, junto a sus
colegas chinos, rusos e iraníes, bregaban en reuniones en Europa por mayor
control gubernamental sobre el internet, con la intención de prevenir procesos
emancipadores como los que las redes sociales propiciaron en la Primavera
Árabe.
También
la ausencia que algunos gobiernos anunciaron para la Cumbre de las Américas de
Panamá en 2015 si Cuba no es invitada, parece tener un objetivo más simbólico
que sensato, puesto que tres años en política es mucho tiempo. Si se considera
que Fidel tiene 86 años y Raúl 80, que Chávez padece una grave enfermedad y que
varios procesos electorales animan cambios ideológicos en la región, es
probable que Cuba dependa más de los cambios internos que debe dar, que del
apoyo político externo que siempre espera.
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