Sunday, April 8, 2012

Soberanía y dignidad

Ernesto Albán Gómez. HOY.com

El presidente y los voceros oficiales y oficiosos del Gobierno sostienen que la política internacional del Régimen se fundamenta en dos ejes: soberanía y dignidad. Y lo afirman con tanto énfasis, que parecen insinuar que es la primera vez que tal cosa ocurre en la historia nacional. Lo cual, por supuesto, no es así. Han sido muchos los episodios en que nuestro país, pequeño, y débil si se quiere, mostró dignidad, entereza, solvencia, y actuó en pleno ejercicio de su soberanía. La historia del Ecuador no comienza el año 2007.

Pero vengamos al presente. La última afirmación oficial se produce a propósito de la no concurrencia a la cumbre de Cartagena. Pero si recordamos el origen de este caso, es evidente que la decisión y el alboroto consiguiente no surgieron como expresión de dignidad o soberanía, en medio de una crisis internacional o cosa parecida. Fue simplemente una declaración precipitada, pronunciada en los últimos minutos de otra, muy limitada, cumbre presidencial. Y aunque la declaración fue celebrada en su momento por gobernantes afines, casi de inmediato dejaron de respaldarla, y, al aproximarse la cumbre, el presidente ecuatoriano se ha quedado como el ausente solitario, sin importar el costo que podría acarrear al país.

Pero este caso no es más que el último en una larga serie de lamentables desaguisados ocurridos en los últimos años. También el Ecuador se quedó solo cuando se readmitió a Honduras en la OEA y nuestro Gobierno fue el único que se negó a reconocer al presidente democráticamente electo en ese país. Y está casi solo en su apoyo al dictador de Siria, condenado por la comunidad internacional por la brutal represión con la que intenta mantenerse en el poder. Como meses antes ocurrió con el agonizante gobierno de Gadafi. Y qué decir de la insólita cercanía con el régimen fundamentalista de los ayatolás, contumaz violador de los derechos básicos de las personas.

Admitamos que estas decisiones de política internacional, aunque equivocadas, hayan sido tomadas soberanamente, sin consultar con nadie. Pero no logro percibir qué tienen que ver con la dignidad del Estado ecuatoriano. Todas ellas han sido decisiones políticas equivocadas, cuya motivación última debe entenderse, lamentablemente, como un resabio tardío de posturas antiestadounidenses. Y nada, por tanto, de dignidad.

Tampoco se puede alegar una razón de dignidad en la impugnación de las providencias adoptadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Las organizaciones defensoras de derechos, los medios de comunicación y reconocidos personajes de un amplio espectro ideológico tienen muy claro que las críticas del gobierno ecuatoriano no son sino una respuesta a las observaciones que la Comisión ha formulado sobre la grave situación de la libertad de expresión en nuestro país.

Y en cuanto a la solidaridad con Cuba, que ahora se esgrime como la razón de ser de la ausencia, no es más que la trasnochada posición maniquea, que sistemáticamente se calla respecto a la penosa situación política y de los derechos humanos que se vive en ese país.

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