Los
jóvenes no quieren ser del Partido
Orlando Freire Santana. CUBANET
En
días pasados, como parte de las actividades por el 50 aniversario de la Unión
de Jóvenes Comunistas (UJC), se efectuó un diálogo a través de internet entre
varios jóvenes ─ casi todos dirigentes
de esa organización en provincias y municipios ─ y algunos miembros de su
Comité Nacional.
En
esa sesión de preguntas y respuestas afloraron temas de interés, como la rutina
que padecen muchos comités de base de la organización, los cuales solo se
ocupan de cobrar la cotización de sus miembros y hacer reuniones; también la
escasez de actividades recreativas para la juventud, la falta de un reglamento
definitivo que norme la vida interna de los militantes, así como la estrategia
a seguir por la UJC con los jóvenes que se afilien al trabajo por cuenta
propia. Y entre todas las inquietudes que salieron a la palestra, hubo una que
debe de causar alarma en la cúpula del poder castrista: qué política va a
aplicar la UJC para intentar disminuir el creciente número de jóvenes que, una
vez que arriban a la edad límite para permanecer en las filas de la
organización, no desean ingresar en el Partido Comunista.
Es
indudable que esa realidad denota, entre otras cosas, el fracaso del trabajo
político-ideológico que la UJC lleva a cabo con sus miembros, ya que la
principal razón de ser de esa organización es servir de cantera directa para
nutrir las filas del Partido Comunista.
Pero
también es una muestra de cómo los nuevos tiempos van transformando el
comportamiento de los cubanos, tanto de los jóvenes como de los menos bisoños.
Ya los habitantes de la isla comprenden que la pertenencia a determinada
organización política – claro, si se
fuera miembro de la nomenclatura de la clase gobernante, ya sería otra cosa ─ no resuelve los problemas de la vida
cotidiana. Es necesario tener dinero, y dinero en divisas, esa con la que no le
pagan al cubano promedio, para subsistir en medio de tantas carencias y limitaciones.
Al parecer, la vieja pugna entre la preeminencia de los estímulos morales, de
una parte, y los materiales, de la otra, se va a decidir inexorablemente a
favor de los segundos, muy a pesar de lo que hubiese querido el Che Guevara.
Además,
los gobernantes cubanos saben perfectamente que, con la disminución de la
membrecía del Partido Comunista, pudiera mermar la tropa de choque con que
cuentan para garantizar el control que ejercen sobre la sociedad. Son muchos
los ejemplos que atestiguan que ser militante del Partido en Cuba se aprecia como sinónimo de una
incondicionalidad sin límites a los intereses del régimen. Cuando la época de
las misiones militares en Angola y Etiopía era notoria la presión aplicada por
los comités militares sobre los militantes para que no se negaran a marchar a
África; las movilizaciones masivas para las actividades de apoyo a la
revolución tienen en los militantes del Partido a su principal baluarte; los
militantes deben estar dispuestos, en sus cuadras de residencia, a brindar
cualquier información sobre sus vecinos; y también son militantes del Partido
la mayoría de los integrantes de las brigadas de respuesta rápida que reprimen
a los opositores.
Por
lo tanto, y aunque la respuesta del Buró Nacional de la UJC es que el ingreso
en el Partido es voluntario, estoy seguro de que la organización juvenil hará
hasta lo indecible por suministrar la tropa de choque que necesitan los
gobernantes de la isla. Ellos, que arbitraria e irónicamente denominan al
Partido Comunista como “el partido de la nación cubana”.
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