Tuesday, April 24, 2012


Los jóvenes no quieren ser del Partido

Orlando Freire Santana. CUBANET

En días pasados, como parte de las actividades por el 50 aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), se efectuó un diálogo a través de internet entre varios jóvenes ─  casi todos dirigentes de esa organización en provincias y municipios ─ y algunos miembros de su Comité Nacional.

En esa sesión de preguntas y respuestas afloraron temas de interés, como la rutina que padecen muchos comités de base de la organización, los cuales solo se ocupan de cobrar la cotización de sus miembros y hacer reuniones; también la escasez de actividades recreativas para la juventud, la falta de un reglamento definitivo que norme la vida interna de los militantes, así como la estrategia a seguir por la UJC con los jóvenes que se afilien al trabajo por cuenta propia. Y entre todas las inquietudes que salieron a la palestra, hubo una que debe de causar alarma en la cúpula del poder castrista: qué política va a aplicar la UJC para intentar disminuir el creciente número de jóvenes que, una vez que arriban a la edad límite para permanecer en las filas de la organización, no desean ingresar en el Partido Comunista.

Es indudable que esa realidad denota, entre otras cosas, el fracaso del trabajo político-ideológico que la UJC lleva a cabo con sus miembros, ya que la principal razón de ser de esa organización es servir de cantera directa para nutrir las filas del Partido Comunista.

Pero también es una muestra de cómo los nuevos tiempos van transformando el comportamiento de los cubanos, tanto de los jóvenes como de los menos bisoños. Ya los habitantes de la isla comprenden que la pertenencia a determinada organización política  – claro, si se fuera miembro de la nomenclatura de la clase gobernante, ya sería otra cosa ─  no resuelve los problemas de la vida cotidiana. Es necesario tener dinero, y dinero en divisas, esa con la que no le pagan al cubano promedio, para subsistir en medio de tantas carencias y limitaciones. Al parecer, la vieja pugna entre la preeminencia de los estímulos morales, de una parte, y los materiales, de la otra, se va a decidir inexorablemente a favor de los segundos, muy a pesar de lo que hubiese querido el Che Guevara.

Además, los gobernantes cubanos saben perfectamente que, con la disminución de la membrecía del Partido Comunista, pudiera mermar la tropa de choque con que cuentan para garantizar el control que ejercen sobre la sociedad. Son muchos los ejemplos que atestiguan que ser militante del Partido  en Cuba se aprecia como sinónimo de una incondicionalidad sin límites a los intereses del régimen. Cuando la época de las misiones militares en Angola y Etiopía era notoria la presión aplicada por los comités militares sobre los militantes para que no se negaran a marchar a África; las movilizaciones masivas para las actividades de apoyo a la revolución tienen en los militantes del Partido a su principal baluarte; los militantes deben estar dispuestos, en sus cuadras de residencia, a brindar cualquier información sobre sus vecinos; y también son militantes del Partido la mayoría de los integrantes de las brigadas de respuesta rápida que reprimen a los opositores.

Por lo tanto, y aunque la respuesta del Buró Nacional de la UJC es que el ingreso en el Partido es voluntario, estoy seguro de que la organización juvenil hará hasta lo indecible por suministrar la tropa de choque que necesitan los gobernantes de la isla. Ellos, que arbitraria e irónicamente denominan al Partido Comunista como “el partido de la nación cubana”.

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