Wednesday, April 18, 2012

La CTC: una farsa al servicio de la dictadura

Carlos Ríos Otero. CUBANET

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), de la cual es miembro la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), establece normas para preservar los derechos de los trabajadores, así como su libertad de asociación, y también para evitar la explotación infantil. Cuando lo anterior no se cumple, los trabajadores tienen el derecho a elevar quejas formales a la OIT.

La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) es una farsa como organización sindical. El trabajador cubano que  critique la política oficial del partido único es, por lo general, expulsado de su empleo, por ser considerado “no confiable políticamente”, o, en el mejor de los casos, es disminuido en cargo y salario, por “falta de idoneidad”.

En Cuba, desde hace décadas los alumnos de enseñanza media han sido obligados, durante cada curso, a trabajar varias semanas en labores agrícolas, sin recibir remuneración alguna y la CTC no hace nada para evitarlo.

Desde que el General de Ejército Raúl Castro tomó el poder, los opositores, activistas de derechos humanos y periodistas independientes son acosados en sus moradas por las Brigada de Respuesta Rápida, instituidas por la policía política y el partido comunista. Estas brigadas paramilitares están compuestas en gran medida por empleados del Estado, que son sacados de sus centros laborales para que participen, durante su horario de trabajo, en estos mítines de repudio.

Con estos actos de violencia, las autoridades pretenden hacer ver ante la opinión pública internacional que todo el pueblo trabajador apoya al régimen. Por lo que, igualmente, los trabajadores que son arrastrados a tales acciones represivas, resultan también explotados moral, espiritual y físicamente por su único patrón, el Estado.

Muchos son los trabajadores que al negarse a hacer quórum en estos actos de repudio, han tenido dificultades en sus empleos, y resultado afectados por las medidas estatales de “falta de idoneidad”.

Por sólo citar unos pocos ejemplos: en los años 2010 y 2011, se usaron los empleados de la planta de medicamentos BIOFAM, que dirige un sobrino de los líderes de la revolución, para rodear el hogar de la activista de derechos humanos Sara Martha Fonseca. Empleados de la fábrica Suchell SA, fueron azuzados contra la opositora Maritza Castro. El periodista independiente Guillermo Fariñas fue  acosado por los empleados de la planta de IMPUD, de Santa Clara. Y la sede de las Damas de Blanco, fue hostigada por empleados del centro comercial Plaza Carlos III, la tienda por departamentos más grande de Cuba, que comercia en divisas, perteneciente a la red TRD, entidad administrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

En Cuba no existe libertad de sindicalización independiente, ni derecho de huelga. Tampoco son toleradas las protestas pacíficas para demandar mejoras salariales. Son consideradas como actividades enemigas, clasificadas como “Delito Contra la Seguridad del Estado” y penadas con rigurosas condenas de cárcel.

Los líderes de la CTC son funcionarios del partido comunista en todos los niveles. Los trabajadores cubanos desconocen quiénes son sus representantes ante la OIT, y se preguntan por qué la CTC permite que la policía política los use en eventos violentos que no se corresponden con los principios de la OIT.

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