Sunday, April 15, 2012

Respeto al principio de autodeterminación

Jon Benjamin. LA SEGUNDA

Chile y el Reino Unido son países amigos desde los primeros años de la independencia chilena. Yo personalmente llevo dos años acá y he forjado lazos estrechos con esta tierra y su gente. Pero si bien me siento muy cercano a Chile, no voy a ocultar la decepción de mi gobierno ante la medida tomada por Chile, junto a los países que integran el Mercosur y sus asociados, de negar el acceso a sus puertos a barcos con bandera de las Islas Falklands.

Chile tiene una posición distinta a la nuestra acerca de la soberanía del Reino Unido en las Falklands y la respetamos. Pero creemos que, en definitiva, son los isleños, y no Londres ni Buenos Aires, ni otros, los que deben determinar el futuro político de las Islas.

Imponer a los isleños un futuro político sin tener en cuenta sus deseos, pretendiendo que otros puedan velar por “sus intereses” sin preguntarles, equivaldría exactamente al tipo de “colonialismo” que algunos profesan rechazar. ¿Sobre qué base democrática podría alguien dictaminar que los ciudadanos de las Falklands no tienen derecho de autodeterminación?

El Reino Unido moderno rechaza el colonialismo y, con él, todo intento de ignorar el principio de la autodeterminación. Las Falklands no son una “colonia”: son un Territorio de Ultramar moderno y autogobernado, reconocido como tal por la Unión Europea. Sus principios democráticos de gobierno se reflejan en su propia asamblea elegida y en su Constitución, que garantiza la plena libertad de expresión, incluso para abogar por un cambio respecto de la soberanía de las Islas. Y si alguien no me cree, que pregunte a alguno de los 200 chilenos residentes, que representan más del 6% de la población civil.

En las Falklands hay una comunidad que ha vivido en las islas por generaciones durante casi 200 años, y a la cual corresponden los mismos derechos políticos y democráticos que Chile y el Reino Unido han luchado por salvaguardar. Ya nació en las Islas el primer ciudadano de novena generación y este grado de arraigo nos habla de antepasados cuya presencia allí se remonta más atrás de lo que pueden exhibir muchos ciudadanos de países de América del Sur.

Estoy consciente de la importancia que tienen para Chile las relaciones con su vecino, y apoyamos las iniciativas para promover la integración y el comercio entre ambos países.

No tenemos nada contra Argentina. Y mientras no se ponga en duda la soberanía de las Falklands, el Reino Unido está siempre dispuesto a conversar: sobre una administración conjunta de los recursos pesqueros; exploración de hidrocarburos y sobre cómo reforzar los vínculos aéreos y marítimos entre las Islas y Sudamérica. Pudimos discutir esos temas en los noventa, y debiéramos ser capaces de hacerlo ahora.

Lamentablemente, las administraciones recientes de Argentina han tenido un enfoque menos constructivo. Se retiraron de la Comisión de Pesca del Atlántico Sur, lo que podría causar serios daños a esos recursos. Argentina se retiró del acuerdo de 1995 sobre cooperación en materias de exploración petrolera y está obstruyendo la labor de las empresas que operan en aguas de las Islas, contraviniendo con ello los principios del libre comercio internacional.

Argentina dificulta a los barcos pesqueros de las Falklands su trayecto a Uruguay y ha amenazado con cortar el único vínculo aéreo entre las islas y América del Sur, el vuelo semanal de LAN desde Punta Arenas. Esta política argentina equivale a un bloqueo económico incipiente: busca intimidar a la población de las Falklands, cuya posición el gobierno británico respalda y siempre resguardará, alejando con ello aún más la probabilidad de que los isleños sientan respeto por la posición argentina.

Espero que los recientes hechos no pongan en riesgo la cooperación regional con las Islas. Participar de una política argentina contra la economía de las Falklands sería indigno de cualquier país respetuoso del derecho internacional y de los principios del libre comercio.

Las Falklands y Chile han disfrutado de una relación beneficiosa desde fines de 1800, y los vínculos humanos, en particular con Magallanes, han enriquecido a ambos pueblos. El gobierno británico seguirá haciendo todo lo posible por mantener su excelente relación con Chile y fomentar los vínculos que han contribuido a la prosperidad de ambos pueblos, pues creo que ése es el rol de un país amigo.

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