Tuesday, April 24, 2012


El medievalismo y los recortes

Pedro Caviedes. EL NUEVO HERALD

Un partido y su (casi) candidato oficial quieren que los millonarios paguen menos impuestos. Con el slogan ‘creadores de empleo’, paulatinamente les rebajan cada día más, hasta el punto que entre loopholes, exenciones y recortes, ya hay empresas que, a pesar de ganar billones, pagan cero. Pero, casualmente, la época en que menos han creado empleo estos creadores de empleo ha sido en la de estos recortes.

La primera parte, la del presidente Bush hijo, Estados Unidos llegó a perder 800.000 empleos al mes; las empresas, muy ‘agradecidas’, se llevaron sus trabajos a otros países, y de paso, recibieron más exenciones. Es decir, a los creadores de empleo, los premiaron por llevarse los empleos. La otra época, la del Congreso con mayoría republicana que ha mantenido estos recortes utilizando como pistola el filibusterismo, y tomando de rehén a la seguridad social, los seguros de desempleo, el Medicare y el Medicaid, la educación pública, los policías, rescatistas y bomberos, y lo que pudo amenazar incluyendo a la economía del país cuando el techo de la deuda que elevó a la décima potencia el anterior presidente de su partido estuvo a punto de vencerse… esa otra época, gracias a que el presidente no es de su partido, y combatiéndolos logró sacar adelante varias leyes que estimularan la economía, ha sido de una recuperación pausada, lenta gracias a ellos. Pero son tan astutos que le echan la culpa al presidente.

Yo sinceramente nunca imaginé que un partido de los dos únicos de Estados Unidos pudiera ser tan sucio, tramposo e infantil. Me recuerdan las puerilidades de Chávez, y sus embajadores presidentes del esperpento del socialismo del Siglo XXI. Y su corrupción. Y su populismo. Y sus eslóganes vacíos, que atraen a tanta gente. Nunca imaginé que tantos en este país, incluyendo los inmigrantes contra los que ese partido se ha ensañado en miles de ocasiones, no aprobando el Dream Act, abogando por muros en la frontera, esgrimiendo soluciones tan idiotas como la auto deportación (anótensela a Romney), y las leyes de Alabama y Arizona, entre tantos otros abusos que más recuerdan las dictaduras que a un partido de una nación libre, se dejen engañar tan fácilmente, y terminen abogando por quienes los están hundiendo.

Porque el Partido Republicano no solo está atacando a los inmigrantes (hoy son los indocumentados, mañana serán otros) sino que están acabando con la clase media, mientras de paso, le quitan más beneficios a los pobres. Y que caiga la guillotina sobre todo aquel que no tenga la cantidad de ceros necesaria para estar en la lista de los que no pagan. Aunque bien que quieren a los otros, cuando se trata de llevarlos a la guerra, por ejemplo. Para morir defendiendo al país sí se merecen todos los beneficios, claro que solo mientras están combatiendo, porque cuando regresan, se olvidan de ellos. ¿O cuánto no tuvo que batallar Obama con la Cámara republicana para que aprobaran una ley que estimulara a quienes emplearan a los veteranos?

Pero no cansados con esto, también se lanzan contra las mujeres. Ahora resulta que para estos señores que parecen amantes del feudalismo, se debe revisar que ellas tomen pastillas anticonceptivas. Es decir, cambian la discusión, por ejemplo de que las mujeres ganan menos que los hombres que realizan su mismo trabajo, o de la cuota de representación de las mujeres en el gobierno, o de los días pagados que les otorga la ley a las que trabajan para que puedan estar suficiente tiempo con su hijo recién nacido, a un debate de hace al menos cuarenta años. ¿Y hay quienes piden un partido de centro? ¿Cuál sería el centro desde ese extremismo, desde ese fanatismo?

Hace cuarenta años. Quizá esa es la clave. Gran parte de la población de esta nación todavía les cree cuando esgrimen una amenaza comunista, como si estuviéramos en plena guerra fría, y la crisis de los misiles en Cuba hubiese sido el domingo pasado. Claro, todo eso mientras sus intocables empresas que no deben pagar impuestos, se llevan los trabajos a China, la única potencia comunista que queda en el mundo, que ya parece más capitalista que la Coca-Cola. Porque no ser democrático ya no significa no ser capitalista. Aunque ese ejemplo más que de China, me parece que le encaja perfectamente al Partido Republicano.

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