Tuesday, April 17, 2012

La Habana y su primavera, con escasez y rumores

Iván García. Blog DESDE LA HABANA

Las flores de los framboyanes en la avenida habanera de Santa Catalina ya empezaron a cambiar de color. Majestuosos, desprenden sus flores amarillas, anaranjadas y rojas formando un tapiz en las aceras.

 La gente no se detiene a ver el formidable espectáculo de la naturaleza. No están para eso. Caminan cabizbajos con sus jabas y bolsos en busca del condumio diario.

Vaya faena, la de llevar cada día dos platos a la mesa. Es cierto que la primavera le da muy buena pinta a La Habana. El sol brillante y el cielo sin nubes esconde como puede el deterioro, la mugre y fealdad de una ciudad que se resiste, a pesar de la desidia estatal, a perder su encanto de urbe coqueta y diferente.

 A decir verdad, hace rato que la estación primaveral está entre nosotros. El invierno en este 2012 apenas estuvo. Unos pocos días frescos y agradables, que no obligó a sacar los viejos abrigos y sí a compartir por las noches con amigos y compadres.

 Pero la mayoría de los capitalinos no está para beber una jarra de cerveza en un bar de Santa Catalina y contemplar la fiesta de flores y colores. O sentarse en el muro del malecón a contemplar la caída del sol. Ni siquiera los amantes de la poesía.

 Que va, la cosa está que arde. Ahora mismo, la carne de cerdo, el sempiterno plato fuerte de un amplio segmento de cubanos, anda desparecida en combate y con unos precios por las nubes.

 En el agromercado de Diez de Octubre y Santa Catalina, por una libra de bistec de puerco, finos, casi transparentes, hay que pagar 40 pesos. La de paleta 35, igual que el lomo. Cargada de grasa y huesos,  tienes que vigilar a los carniceros, pues a la primera de cambio te roban descaradamente en el peso. Y apúrate en comprar, pues al mediodía las tarimas están vacías.

 En los mercados estatales los precios son más baratos. Pero desde hace un par de meses, debido al desabastecimiento, sus empleados matan el tiempo jugando naipes o bebiendo ron de tercera categoría.

 ¿Dónde están los cerdos? Se preguntan los cubanos. Según las noticias oficiales, el bajón ha sido brutal. De 11 mil toneladas en diciembre de 2011 a 4 mil en enero y febrero de 2012.

 Un 70% menos. Ya para argumentar las razones de la escasez se escudan en un manojo de pretextos, desde el mal trabajo, la subida de precio del pienso en el mercado internacional, hasta el dichoso embargo yanqui que, como siempre, paga la culpa por las estanterías desnudas.

 No por gusto los noticieros y periódicos en la isla son clasificados como género de ciencia-ficción. Muchos compran los diarios para guardar la basura o como sustituto del papel sanitario. En el mejor de los casos, para ver los resultados beisboleros o echarle un vistazo a la cartelera de televisión.

 La gente común es la que sufre la ausencia y alza de precios de la carne de cerdo. Inclusive los ahumados, como el jamón o el lomo, también escasean.

El puerco se ha convertido en el plato principal de la familia cubana. En cualquier variante: frito, asado, en fricasé, con arroz, tamales, ajiaco… Igualmente gustan sus vísceras, patas, cabeza y, por supuesto, el pellejo.

 Junto al pollo, suele ser la proteína más socorrida de los cubanos. La carne de res es un auténtico lujo. La libra cuesta 2.50 en pesos convertibles, cuando se encuentra en el mercado subterráneo.

 El pescado de calidad sigue en el mar o en las neveras de los mandarines. Y no son muchos los bolsillos que pueden pagar los excesivos precios. Recuerden que como promedio un cubano devenga un salario de 20 dólares al mes.

 Por eso las empresas y obras en construcción son embriones del mercado negro. En Cuba el que no “inventa” (roba) en su puesto de trabajo es porque recibe remesas, es un idealista o un tonto.

 Cada vez más, a muchas familias habaneras se les hace difícil llevar una comida decente a la mesa. Pregúntenle a Reinaldo, 37 años, maestro de secundaria, los avatares diarios que pasa para resolver arroz, tomates y un trozo de carne de cerdo o unos muslos de pollo.

 Yo no recibo ni un dólar por concepto de remesas. Tengo que pulilrla  para conseguir dinero. Desde quemar discos piratas hasta vender a mis alumnos las pruebas, a 5 pesos convertibles cada una. La plata está perdida”, asegura el profesor.

 Esa falta de dinero  ha provocado rumores de que  el “chavito” (peso convertible o cuc), podría caer de 24 a 16 pesos por uno. “Eso es lo que se comenta, aunque no se conoce fecha precisa”, dice la cajera de una CADECA (casa oficial de cambio).

 El asunto de la comida es un quebradero de cabeza nacional. Se lleva de golpe el 90% de la entrada de dinero que percibe una familia. Y así todo no siempre puede comer decorosamente.

 Y es que no solo son de escándalo los precios de la carne de cerdo. Una libra de tomate cuesta entre 6 y 7 pesos la libra. En el reparto Sevillano, un vendedor ambulante vende a 20 pesos la libra de limones. Y en el vecindario se los arrebatan, porque el limón también está perdido.

 “Es una locura”, dice Josefa una jubilada que recibe 193 pesos mensuales. A personas como ella, el espectáculo de los framboyanes en Santa Catalina lanzando flores al asfalto les tiene sin cuidado.

 Su preocupación es conseguir comida. Y eso, en esta primavera, sí que es un problema.

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