Thursday, February 16, 2012

Aceptar el reto del ALBA

Mario J. Viera

Los bolivarianos de la ALBA arrojaron el guante contra los Estados Unidos: Si la dictadura castrista no asiste a la Cumbre de las Américas, ellos en bloque rechazarían participar en la misma. ¿Qué debe hacer los Estados Unidos ante la bravata de la Alba? Hay dos opciones: aceptar el reto dentro de la idea de Andrés Oppeheimer de invitar al Castrico a participar en la Cumbre o aceptar el reto desconociendo la exigencia de los albistas. En mi opinión, Estados Unidos debiera aceptar la segunda opción y mantenerse firme ante las provocaciones de los democraticidas de la ALBA.
Es cierto que el gobierno castrista no acepta su reingreso a la Organización de Estados Americanos (OEA), porque tendría que aceptar las reglas del juego que establece la OEA; tendría que aceptar la jurisdicción de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y esa no es una píldora fácil de tragar para la garganta totalitaria del castrismo;  solo por ello parece sabio poner como precondición para que el gobierno usurpador de Cuba pueda ser invitado a la Cumbre de las Américas que su integración al organismo interamericano; esto solo puede parecer sabio, pero no político y en este caso lo que determina es el criterio político, no las argucias diplomáticas.
El castrismo no puede ser invitado a la Cumbre de las Américas en igualdad de condiciones con cualquier país donde los gobernantes sean electos democráticamente en la competencia electoral de varios partidos; sencillamente no se le invita por ser la única dictadura militar subsistente en el continente. Así sencillamente. Conque tenga asiento en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno, en las cumbres del ALBA, en eso que llaman CELAC y un asiento permanente en la Asamblea General de Naciones Unidas ya es mucho más pero mucho más que necesario.
Oppenheimer considera que si se invitara al Primer Secretario del Partido Comunista ─ el Castro número dos ─ se le podría hacer dos interesantes preguntas:
“¿Por qué Cuba no está cumpliendo con el compromiso contraído por el presidente Fidel Castro en la Sexta Cumbre Iberoamericana de 1996 en Viña del Mar, Chile, de respetar ‘el pluralismo político, los derechos humanos y las libertades políticas’?”
¿Por qué Cuba está violando el artículo 13 de la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que afirma que ‘Todas las personas tienen el derecho de salir de cualquier país, incluyendo el suyo, y de volver a su país’?”
Dos cuestionamientos muy serios, ciertamente, pero no tan radicales, ni justificables como para tener que aceptar la bravata de los chavistas.
Oppenheimer considera que la amenaza del ALBA de boicotear la Cumbre de las Américas “es puro teatro político (...) El presidente venezolano Hugo Chávez y su seguidor ecuatoriano, Correa, no boicotearán la cumbre: son demagogos que viven del show, y no se van a perder la oportunidad de hacer titulares en una cumbre con Obama”.
Aunque esto último es cierto, también lo es que los albistas buscan crear una situación que desvíe un poco la atención sobre sus problemas cardinales e influir en la opinión de los electores de sus países con vistas a las elecciones del 7 de octubre en Venezuela y de mediados de 2013 en Ecuador. Por otra parte pretenden medir fuerzas con la actual administración de Estados Unidos. Si Estados Unidos flaquea y admite al usurpador cubano en la Cumbre de las Américas estará dando una señal de debilidad frente a esos gobiernos que, más práctico que técnicamente, gobiernos antidemocráticos.
Si la Cumbre de las Américas se lleva a cabo sin la participación del castrismo y sin la asistencia de los gobiernos que se agrupan en ALBA se les estará enviando una clara señal de fortaleza frente a sus menguados regímenes y, de hecho, quedarán en ridículo y  totalmente aislados en el continente.

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