Angel Santiesteban-Prats. Blog Los hijos que nadie quiso
“Periodista cubano radicado en Miami”, el mismo que hace un tiempo se mostró quejoso, como acostumbra, porque en Miami sólo permitieron por veinticuatros horas una valla con los cinco espías sancionados por los Estados Unidos, y que tuvimos a bien agradecerle de alguna manera que nos enseñara que allá, en el territorio “enemigo”, al menos pueden anunciar una política crítica y en desacuerdo con los que gobiernan. Por el contrario, en Cuba no se permite siquiera pensar diferente. Y lo felicitaba por haber huido con su familia a tierras, sino de absoluta libertad, al menos de libertad limitada, como él quiso exponer en aquel escrito.
Y ahora este señor vuelve a tener la desvergüenza de decir en un diario cubano, “Cuba avanza, a pesar de los agoreros” (29-11-2011), sin especificar hacia dónde es el avance, quizá sea al abismo, y refiere que: “tenía un amigo en Miami que era comentarista radial; tenía programas de entrevistas y comentarios en esta ciudad. Defendía a Cuba (entiéndase a la dictadura) a capa y espada y atacaba a la ultraderecha cubanoamericana con un sarcasmo y habilidad intelectual que muy pocos pueden imaginar”.
Me pregunto si el autor tendrá extirpado un lóbulo cerebral que no le importa hacer el ridículo, al intentar manipular con torpeza la opinión de los cubanos. O simplemente es otro propagandista, dizque periodista, pues el papel soporta todo lo que le pongan. En definitiva, lo suyo es cumplir con el régimen y continuar recibiendo los beneficios que se le otorgan en pago a los servicios que él le presta.
¿Cómo puede este señor jugar con la inteligencia de los cubanos de manera tan burda e incongruente? ¿O se estará burlando con inmenso cinismo del pueblo de Cuba? Nunca voy a entender que alguien que abandonó el territorio nacional por mejoras en su vida profesional y privada, ahora defienda la causa que le hizo huir. Porque es imposible que sea un enviado de Castro en Miami, miembro de otra “Red Avispa” que opera sin prejuicio en los medios informativos de allá, y que sobrevive olímpicamente delante de las narices de sus enemigos.
El hecho de que alguien en Miami tuvo un programa radial donde se juzgaba, criticaba y burlaban en el mismo rostro de los que sufren profundamente la distancia de su tierra, sin que nadie fuera a cerrarle su programa, ni que se tomara venganza por su mano, me parece un acto de estoicismo de parte de los que tuvieron que sufrirlo. Me niego a pensar que el señor Lázaro Fariña haya olvidado la represión y la férrea censura que existe en Cuba, ya por más de cincuenta años, donde jamás nos han permitido tener un medio personal, particular, independiente, que sirva de libre expresión. Ni siquiera la posibilidad de imprimir algo, ni el derecho a escribir boletines, periódicos, espacios radiales, por no mencionar la Internet. Cómo se puede defender un proceso que sanciona con años de cárcel al que diga en voz alta un pensamiento adverso a los designios de Fidel Castro.
Personajes como Lázaro Fariñas son los que desgraciadamente veremos en una futura Cuba democrática, defendiendo también a los políticos de turno.
Más adelante continúa su escrito contradictorio, al querer amparar lo que critica. Pues criticar la censura para defender al Gobierno cubano es una locura de atar. El señor Fariña delira al testimoniar que este comentarista radial, ya fallecido y llamado Álvaro Sánchez Cifuentes, “pertenecía a las milicias revolucionarias en la época de la invasión a Playa Girón”. Sin embargo, evidentemente los caminos de sus destinos se torcieron y terminó viviendo en Miami, allí, con aquellos que combatió por venir a evitar que con los años él se viera obligado a emigrar. Y subsistió en la ciudad donde viven sus enemigos, a los que provocó hasta el cansancio, según relata, cuando asegura que “los relajeaba, les ponía apodos y se reía de las torpezas de esos personajes tragicómicos del teatro vernáculo que conforman el llamado exilio cubano de Miami”.
Donde Fariñas alcanza niveles insospechados de cinismo es cuando asegura “nunca me ha gustado participar en programas dirigidos por personas de mi misma opinión. Prefiero el debate y la discusión”, que infiero que el lugar al que se refiere sea Cubadebate, el espacio de menos posibilidad a discernir que existe y en donde publican los “periodistas” de plantilla oficial, como el mismo Fariña; y aún más contradictorio es el hecho que publique su artículo en un país donde no existe ni remotamente el desafío a una opinión oficial, y en un periódico donde todas las opiniones son unidireccionales.
El señor Fariñas goza de las dos aguas, vive su capitalismo “feroz”, al que no abandona, y defiende al sistema que no acompaña. De lejitos la historia es diferente y él lo conoce mejor que nadie. Sobrevive en Miami, y cobra sus vacaciones en Cuba. Esos personajes que no conocen la dignidad son los aliados que el Gobierno cubano consigue.
Lo que más le deseo al señor Fariñas, es que su ciudadanía norteamericana le sea retirada y lo regresen a su Comité de Defensa de la Revolución, que lo hagan Presidente de su cuadra, y viva la descarnada realidad de los cubanos.
Entonces, veremos cuál será su discurso.
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