Frank Cosme Valdés Quintana
Santos Suárez, La Habana (PD) Situada sobre el Atlántico Sur, a una distancia mínima de 480 kilómetros de la Patagonia, con fuertes vientos, lluvia, un cielo permanentemente nublado durante todo el año y una temperatura promedio de 3.9º C, las Malvinas vuelven a estar en los cintillos de los periódicos, como hace 30 años cuando sobrevino la guerra por su posesión entre Gran Bretaña y Argentina.
Cualquiera se preguntaría, al ver las pésimas condiciones para vivir en esas islas: ¿cuál es la razón de esta bronca entre las dos naciones?
El próximo 14 de junio Argentina volverá a presentar ante el Comité de Descolonización de Naciones Unidas su viejo conflicto con Gran Bretaña por la soberanía de las islas Malvinas, un conflicto que navega por estos tormentosos mares del Atlántico Sur desde 1833.
Si se considera que Naciones Unidas examina esta querella desde 1965 sin que se haya llegado a ningún acuerdo de verdadera importancia y se leen algunas opiniones de los medios internacionales favorables o desfavorables a una u otra nación, aflora la siguiente pregunta: ¿tendrán razón o no los argentinos en sus demandas?
Después de la desventurada guerra de 1982, provocada por una dictadura militar que utilizó la demagogia para movilizar el patriotismo de los argentinos y donde al menos sus pilotos de combate lograron salvar el honor de la nación, hoy vuelven a aflorar estos sentimientos.
Las opiniones encontradas, a favor o en contra, vuelven a aparecer en los medios. Para ser imparcial no queda más remedio que recurrir a la historia.
La razón de esta bronca histórica en el siglo XIX fue la abundante pesca de crustáceos, moluscos, ballenas y otros mamíferos marinos; y en este siglo por el descubrimiento al Sur de las Malvinas, en un banco a poca profundidad, de un rico conjunto de yacimientos mineros, incluidos los hidrocarburos.
La pregunta de si tendrán razón o no los argentinos resulta un poco más enredada.
Las Malvinas fueron reconocidas por primera vez en 1520 por Esteban Gómez, un explorador y cartógrafo de la flota de Magallanes. El nombre de Malvinas es una derivación de Malouines nombre dado por el navegante francés Louis Antoine de Bougainville, quién en 1764 fundó Port Louis en la isla Soledad. Ante la protesta de España, Francia reconoció la soberanía española y evacuó las islas. Lo mismo sucedió con los británicos, que paralelamente habían fundado Port Egmont, en la isla Trinidad. Estos evacuaron las islas tras el tratado de Nutka. La gobernación española quedó definitivamente establecida en la isla Soledad hasta que en 1811 y como consecuencia de la precaria economía de ese país para enfrentar las rebeliones de las colonias americanas por la independencia, comenzadas en Venezuela en abril de 1810 y en México en septiembre del mismo año, se retiraron de las Malvinas.
Y aquí entraron los argentinos, quienes ya independientes desde 1816, enviaron una fragata a tomar posesión de estas islas y reafirmar sus derechos como sucesores de España. Ya en 1829 los argentinos, a cuyo frente estaba Luís María Vernet fundaron Port Soledad, pero habían pasado 18 años sin que los balleneros de EU, Inglaterra y Escandinavia tuvieran que pagar "derecho de anclaje" (reglamento e impuesto sobre la pesca de ballenas) a España, así que cuando Vernet pretendió cobrarles, los balleneros eludían el pago ignorando la autoridad argentina. En 1831, molesto por esta situación, Vernet confiscó el ballenero Harriet, de bandera estadounidense, con todo su cargamento. El cónsul de EU en Buenos Aires protestó y desconoció el derecho argentino a reglamentar la pesca en estas islas, sobreprotegiendo exageradamente a los balleneros. Unos meses después se presentó en Port Soledad la corbeta USS Lexington, destruyó sus instalaciones y se llevó prisioneros a sus pobladores a Montevideo, donde los liberaron. Además de esto el encargado de negocios de EU Francis Baglies exigió la destitución de Vernet, la devolución de los bienes incautados y el pago de una indemnización.
Los astutos ingleses, con su natural flema, observaron con complacencia el incidente entre estas dos ex colonias sin experiencias diplomáticas por ser jóvenes repúblicas y aprovechándose de esta situación confusa y la indolencia del primer dictador que tuvo la Argentina, Juan Manuel de Rosas ─ que ya había declarado persona non grata a Vernet ─ sacaron rápidamente sus cálculos y antes de que a sus parientes yankees se les ocurriera, el 2 de enero de 1833 John James Oslow al mando del HMS Clio y una expedición tomaron las Malvinas, que hasta hoy ocupan.
Así que ante la pregunta de si tiene razón Argentina la respuesta es sí. La tiene porque llegaron a las islas primero que nadie después de que España las abandonara y fueron desplazados a la fuerza por los británicos.
Pero hay que considerar también que los actuales ingleses no son los de 1833. La inútil guerra de 1982 no hizo más que complicar el conflicto. Después de la guerra, los británicos consideran ahora las Malvinas territorio de Ultramar. A todos los isleños le han otorgado la ciudadanía británica; algunos descienden no solo de ingleses, sino de las tripulaciones de balleneros de muchos países: también hay chilenos y oriundos de la Isla de Santa Elena. Una nueva constitución les ha dado más autonomía a los isleños y en general han mejorado su estilo de vida por la liberación de medidas económicas que habían estado paralizadas precisamente para evitar protestas y conflictos con Argentina.
Quizás si no se hubiera ocasionado esa guerra, los dos países hubieran llegado a acuerdos tan fructíferos como el que suscribieron en1995 que buscó eliminar los conflictos sobre licencias y soberanía que podrían entorpecer la inversión en la explotación de reservas.
Hay que recordar que el régimen militar argentino estuvo a punto también de ocasionar una guerra con Chile en 1977 por el canal del Beagle.
Hoy no hay un régimen militar en Argentina, pero aun soplan vientos que no provienen precisamente del archipiélago en litigio.
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