Lucas Garve
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org. Todos los febreros, la Feria Internacional del Libro tiene lugar en la capital cubana. Este año estuvo dedicada a los países de la cuenca del Caribe y al destaque de los rasgos culturales que los unen.
La sede habitual, la vetusta Fortaleza de La Cabaña, una construcción militar colonial de más de dos siglos, es invadida por miles de habaneros que inundan sus pasillos, plazoletas y cuarteles.
La asistencia al evento, mayoritariamente familiar y joven, halla en el acontecimiento una forma de escapar de la sufrida ciudad, del ajetreo cotidiano y de la lucha por la supervivencia, en un entorno agobiado por derrumbes, calles en mal estado, dificultades del servicio público de transportes, cortes de electricidad, falta de higiene urbana y una lista interminable de carencias materiales y espirituales.
Entonces una gran parte de los visitantes se traslada hasta el otro lado de la bahía habanera, más que para adquirir libros y escuchar conferencias, para pasar el día disfrutando de las posibilidades de descanso y esparcimiento que ofrecen las extensas áreas del antiguo recinto militar.
Muchos no ignoran la historia reciente del antiguo enclave castrense, pero a la altura de sus pocos años, desconocen la otra verdadera historia, hoy oculta por las autoridades del régimen.
Testimonios como los del comandante rebelde Huber Matos, o los del escritor Reinaldo Arenas, y también los de otros muchos ex prisioneros del castrismo, conforman las páginas de una historia oscura y trágica encerrada en las galeras, donde padecieron los reos múltiples sufrimientos, en los fosos donde fusilaron a muchos de aquellos que se opusieron en fecha temprana a la imposición de un sistema comunista en Cuba.
Paredón de fusilamiento en la Cabaña |
Allí, en La Cabaña, dejaron la vida cientos de cubanos que buscaban un mejor destino para nuestra Patria. Entre ellos, muchos que no abjuraron de su fe cristiana y murieron dando vivas a Cristo Rey. Su sacrifico no debe ser olvidado.
Por lo que padecieron, y por la sangre con que regaron el suelo de esos fosos lúgubres, no es posible olvidar que entre esos muros, donde hoy familias enteras se recrean, hace no tantos años muchas otras lloraron a sus familiares presos y a sus desaparecidos.
Un evento cultural como la Feria Internacional del Libro constituye algo relevante, por la presencia de intelectuales cubanos y extranjeros de prestigio innegable. Además por la oportunidad de adquirir nuevos libros, aunque los precios de muchos sean ahora mismo prohibitivos para la mayoría de los visitantes.
No obstante, por ser una feria del libro, también debe serlo de la memoria, por ser la letra impresa guardiana de la memoria. Entonces hay que recordar con justísima razón esa parte dolorosa de la historia de La Cabaña, guardada entre sus muros.
El tiempo pasa, los años se amontonan, pero el recuerdo del sufrimiento de tantos buenos cubanos que murieron y padecieron entre esos muros no puede ser olvidado entre fiestas y carátulas de los libros.
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