Mario J. Viera
Parece ser que el ofuscado presidente Rafael Correa se ha erigido como “árbitro del bien y el mal” para defender un derecho que no posee el gobierno usurpador de Cuba. ¿Cómo es posible ─ quizá se pregunte el ecuatoriano ─ que el Castro pequeño no sea admitido en la Cumbre de las Américas, si Cuba también es un país de las Américas?
En verdad, Cuba es un país de las Américas, pero Cuba no posee un gobierno legítimo que sea portador de los intereses del pueblo cubano. Cuba, como nación no posee representatividad internacional, ese derecho se lo ha tomado para sí el usurpador con la anuencia de muchos gobiernos democráticos, incluidos todos los de la América Latina.
Y se le ocurre una genialidad a Correa: si Cuba, es decir, Raúl Castro, no tiene asiento en la Cumbre, pues entonces, que toda la gavilla de la ALBA desista de asistir al encuentro panamericano; y justifica su sesuda proposición afirmando, en uno de sus maratónicos programas de radio y televisión, remedo del Aló Presidente de su mentor Hugo Chávez: “No queremos crearle problemas de ninguna manera a nuestro querido amigo Juan Manuel Santos... pero es inaudito que en el siglo XXI algo se llame Cumbre de las Américas y de acuerdo a ciertos países hegemónicos algunos somos americanos y otros no porque no se invita a Cuba”.
No quiere crearle problemas a su “querido amigo” colombiano, pero lo ha puesto a correr. Santos tiene interés en que la Cumbre, por los beneficios que pueda recibir, se celebre exitosamente y no podría sentirse a gusto en una Cumbre americana donde no escuche la verborrea de su otro buen amigo Chávez y pierda los fogosos desplantes correista.
Correa, con un gran despiste se hace la pregunta: “¿A quién ha invadido Cuba, a quién ha saqueado Cuba?”. Quizá debamos aclararle la mente al Júpiter ecuatoriano. Cuba, antes de que el castrismo se apoderara de sus destinos fue siempre un país pacífico, mantuvo las mejores relaciones con toda la América, aunque fríamente con las dictaduras de Trujillo, Somoza, Duvalier y Strosner, Cuba incluso colaboró con el Plan Marshal para la reconstrucción de Europa tras la conclusión de la II Guerra Mundial. No Cuba, el castrismo sí lanzó y organizó invasiones a países de la América Latina, invadió a Venezuela en mayo de 1967 bajo el mando del oficial del Ministerio del Interior Antonio Briones Montoto. No Cuba, el castrismo organizó una expedición contra Panamá en fecha tan temprana como el 19 de abril de 1959. No Cuba, el castrismo invadió las montañas de Bolivia en 1966 bajo el mando del aventurero argentino Ernesto Guevara. No Cuba, el castrismo entrenó, capacitó y hasta abasteció de armas y municiones a guerrilleros marxistas en Salvador, Nicaragua, Colombia.
Cuba en verdad, no ha saqueado a nadie; Cuba ha sido saqueada; el castrismo ha saqueado a Cuba, le ha sumido en la miseria, ha destruido su economía, ha llevado al país a la condición de un país del Tercer Mundo en el mismo instante que Cuba se preparaba para ser un país de alto desarrollo y ejemplo de toda la América Latina.
Correa cuestiona que se plantee como argumento para negarle asiento a Raúl Castro en la Cumbre de las Américas que “no cumple con los requisitos democráticos”. El propio gobierno de Correa apenas cumple con los requisitos democráticos, pero al menos no ha impuesto la hegemonía de poder de un partido político único. En Cuba no hay división de poderes. El poder del partido, de su Buró Político, asumiendo en sí mismo la soberanía nacional, controla, no solo el Ejecutivo, sino también el Legislativo y el Judicial, persigue y encarcela a los opositores acusándoles de “mercenarios al servicio de una potencia extranjera”, viola todos los derechos civiles de los ciudadanos y ha convertido a la isla en una enorme cárcel y en el feudo privado de la familia Castro.
Si la ALBA se niega a asistir a la Cumbre de las Américas, ningún daño le producirá al encuentro, solo beneficio. Es cierto lo que afirma el dicho popular que mientras menos bultos hay más claridad. La renuncia albista a participar en la Cumbre establecerá un importante punto de demarcación, de un lado la América democrática y del otro la América bajo gobiernos dictatoriales, autoritarios y populistas.
Lo más importante de las propuestas de Correa no es precisamente su retórica, sino lo que subyace detrás de sus palabras. En la pasada Cumbre de ALBA, Correa adelantó sus dos propuestas ─ sancionar a Gran Bretaña por lo de las Malvinas y boicotear la cumbre de las Américas ─ que sorprendieron hasta el mismo Chávez a quien no le quedó otra opción que adherirse de inmediato a las mismas.
Correa quiere presentarse ante la comunidad zurda de la América Latina como la opción post chavista ante una posible derrota electoral o la muerte del mandatario de Venezuela y principal impulsor de la ALBA. Pretende ser él y solo él quien recoja la tea caída de la mano del líder. Correa es un hombre extremadamente astuto y ladino y con ambiciones sin límites. El tiempo dirá si estoy en lo cierto.
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