Saturday, February 11, 2012

Ecuador en la Alba

José Ayala Lasso. EL COMERCIO

En su XI Reunión Cumbre de Caracas, la Alba adoptó dos resoluciones significativas. La primera apoya el plan del presidente Assad de Siria para solucionar la grave crisis política que agita a ese país. La segunda responde a la iniciativa ecuatoriana de aplicar sanciones a Gran Bretaña para inducirle a iniciar conversaciones con Argentina sobre la soberanía en las islas Malvinas.
El mundo ha visto con dolor y espanto la violenta represión desatada por Assad, contra quienes demandan cambios democráticos en Siria, que ha causado hasta ahora más de 6 000 muertos. El Secretario General de la ONU ha condenado tales excesos y ha pedido que el Gobierno ponga fin a la violencia. La Unión Europea ha hecho lo mismo. La Liga Árabe ha exigido que Assad dé paso a una solución basada en la inmediata entrega del poder. Europa y Estados Unidos han aplicado sanciones económicas a Siria. En el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia y China impidieron que se condenara a Siria haciendo uso del veto, privilegio antidemocrático contra el que nuestro país se ha pronunciado siempre, incluso durante el gobierno de Correa.
Ecuador, en cambio, hace poco envió un subsecretario de la Cancillería, integrando una misión de la Alba, para expresar su solidaridad con Assad y ahora acaba de aprobar una moción de apoyo al plan que tendría para “resolver pacíficamente” el problema político sirio. Más aún, según reciente información de prensa, ha nombrado un Embajador en Damasco mientras los países de la Liga Árabe y otros, escandalizados por las violaciones de los derechos humanos, han decidido retirar los suyos.
En cuanto a las Malvinas, nuestro país ha apoyado siempre ─ y debe seguir haciéndolo ─ a la República Argentina en su justo reclamo. En esto no hay duda alguna. Pero sugerir que se adopten sanciones contra Gran Bretaña no contribuirá a facilitar la solución del problema. La forma en que Correa presentó la propuesta, los argumentos que adujo y el foro que escogió para el efecto pueden, más bien, dar resultados contraproducentes. La presidenta Fernández, guardando un elocuente silencio sobre tal iniciativa, ha reiterado la decisión argentina de buscar ─ mediante el diálogo ─ una solución pacífica de su controversia con Londres.
Por último, Correa sorprendió a los países de la Alba al pedir que se abstengan de asistir a la Reunión Cumbre de las Américas que se realizará en Colombia, si Cuba no es invitada. Ni Colombia, ni Cuba, ni los demás países americanos han sido aparentemente consultados. Se ha creado así un problema al gobierno de Santos ─ con el que queremos y debemos mantener las más cordiales relaciones ─ que Colombia no puede resolver por sí sola.
He aquí tres hechos que no son la expresión de una política soberana planificada y eficaz.

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