Nicolás Pérez Díaz-Argüelles. EL NUEVO HERALD
Desde hace muchos años escribo en El Nuevo Herald todos los miércoles. Cargo sobre mis hombros, como todos, una trayectoria que han formado mis criterios de un modo independiente y sin concesiones.
Sobre el periodismo norteamericano, trata de ser objetivo aunque a veces no lo logra por las presiones del entorno. Pero rechaza casi siempre todo tipo de dictaduras y abusos, los de izquierda y los de derecha. Su fe la deposita en la libertad y la justicia, pero en la justicia pura, aquella que no está matizada por tufillos ideológicos ni extremismos. Tiene el mayor equilibrio posible cuando enfoca la política nacional e internacional, muy difícil en escenarios tan polarizados.
Curiosamente, siguiendo esta línea de pensamiento, escribidores por un mismo artículo reciben a veces correos electrónicos en que unos lectores los acusan de comunistas y otros de fascistas, porque no saben leer o por ser analfabetos emocionales, y esos son los trabajos más certeros e intensos porque ellos han sido capaz de indignar, desde el cobarde anonimato, a bestias negras de la humanidad: los fanáticos de cualquier signo.
La prensa norteamericana es generalmente liberal, pero oscila según soplen los vientos, y de cierta forma es un reflejo de la mayoría silente de su pueblo. Está dominada por los intelectuales, una élite imprescindible, pero algo deformada por su pánico cerval a emitir opiniones políticamente incorrectas.
Cierta derecha articula que los medios de prensa son presuntamente zurdos. Pero según David Broder, ícono moderado de la prensa de Washington, “en el cuerpo de un periodista común no hay ideología como para llenar un dedal”, y añade, “para afirmar que los medios estadounidenses son de izquierda hay que ser amante de la ficción”. Sin embargo, ¿no es cierto que en estos momentos la prensa critica furibunda a los republicanos mientras acaricia el lomo de los demócratas?
Eso puede tener una explicación. William Kristol, uno de los conservadores más influyentes de este país, una vez dijo: “Lo admito, los medios de Estados Unidos nunca fueron muy poderosos y la indignación al tema sirvió más que nada a los conservadores para excusar sus fracasos”.
Noticia no es que el perro muerda al hombre sino que el hombre muerda al perro ¿y cuál es la noticia de hoy en todos los diarios del país? La división y desconcierto de una dirigencia republicana que no es capaz de encontrar a alguien para retar a Barack Obama, se niegan a aceptar una ley de inmigración integral y a subirle los impuestos a los multimillonarios. ¿De esto es culpable la prensa liberal?
¿Dónde está la verdad? Creo que nuestra prensa es un inmenso Ten Cent con todo tipo de mercancía capaz de satisfacer al más exigente de los consumidores.
Está Fox News, que mata el hambre de noticias a la derecha republicana y a los miembros del Tea Party y a los seguidores de Rush Limbaugh y Karl Rove.
Está Amy Goodman de Democracy Now, que Los Angeles Times describe como “la voz de la izquierda no franquiciada”. Y que aunque una lectura somera de su trabajo ofrece un aparente equilibrio, critica al país en su conjunto con distraída alegría cada vez que puede. Mientras que en el plano internacional le tiende puentes de plata a comunistas como Lori Berenson y a fellow travelers como el juez Baltasar Garzón. Pero los ataques de Amy carecen de un sabor definido: en el año 2000 intentó hacer picadillo a Bill Clinton con 28 minutos de preguntas incómodas, por lo que el ex presidente la acusó de ser “hostil, combativa e irrespetuosa”.
Y muy cierto que esta prensa llega a extremos, como darle una cobertura desproporcionada a la actriz Jane Fonda durante la guerra de Viet Nam, cuando desde Radio Hanoi, alentó a los artilleros antiaéreos de Viet Nam del Norte a “derribar los aviones de los invasores imperialistas”.
Ya lo dije, hay de todo y siempre tenemos la posibilidad de apagar el radio o no comprar determinado periódico, aunque está documentado que solo nos informamos con las noticias que nos satisfacen. En 1998 los miembros de la conservadora Heritage Foundation recomendaron a su personal que dejara de mirar Fox News en las computadoras de sus escritorios por miedo a paralizar el sistema informativo.
¿No les gusta a ustedes cómo se desarrolla la prensa en los Estados Unidos? Están en su derecho. Podríamos preferir la de Ecuador, cuya Corte Nacional de Justicia recientemente condenó al periódico El Universo a pagar $30 millones al presidente Rafael Correa por haberlo criticado, y condenó a 3 años de prisión a los tres dirigentes principales del diario. Otra opción es la prensa venezolana, que intervino ilegalmente RCTV Televisión y acaba de condenar a Globovisión a pagar más de dos millones de dólares por informar a su pueblo.
Finalmente, ¿tampoco le gustan el New York Times o el Wall Street Journal? Pues infórmese de lo que sucede en el mundo por Internet a través del periódico Granma de Cuba, el Diario del Pueblo de China comunista o el Rodon Sinmun de Corea del Norte.
Estoy en desacuerdo con sus detractores, a mí sí me gusta la prensa norteamericana, por ser a pesar de sus defectos una de las más variadas y libres del mundo.
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