Mario J. Viera
“El escenario sobre el que están trabajando con ahínco los funcionarios del gobierno cubano y el arzobispo Bruno Musaró ─ que fue nombrado Nuncio vaticano en Cuba en agosto pasado ─ es el de un encuentro entre Benedicto XVI y Fidel, que debería llevarse a cabo el 27 de marzo por la tarde, cuando el sucesor de Pedro visitará el Palacio de la Revolución para la visita de cortesía al presidente cubano Raúl Castro”.
La nota citada aparece en la página web del diario La Stampa, Vatican Insider del 13 de enero. Entonces ¿qué? ¿Bendecirá el Santo Padre al azote de la Iglesia o le impondrá los santos óleos al estilo de la práctica medieval de los pontífices romanos de bendecir a los soberanos?
Ahora fuentes del Vaticano le informaron a la agencia Reuters que el Papa ha manifestado su deseo de entrevistarse con Fidel Castro según una nota aparecida en el diario ABC.
Ni la cortesía protocolar, ni las normas más elementales de respeto hacia todo un pueblo, puede justificar el encuentro en privado del Sumo Pontífice y el ex tirano de Cuba. Castro es solo un personaje más de la Cuba castrista, sin mandos, sin función oficial en el gobierno usurpador de la isla. La visita del Papa se puede interpretar como un reconocimiento de la personalidad del tirano jubilado.
La Iglesia católica se ha revuelto en Estados Unidos en contra de un supuesto ataque a la libertad religiosa con motivo de la inclusión dentro de los seguros para empleados de métodos anticonceptivos y procedimientos de esterilización y hasta se declaró en rebeldía pidiendo que en cada misa se leyera la Oración al Arcángel Miguel, el vencedor sobre Satanás. Algo contradictorio con esa propuesta que se trabaja con ahínco entre los funcionarios de la dictadura y el Nuncio Apostólico en Cuba.
Castro colocó entre los índices de peligrosidad social la pertenencia a la Iglesia católica; Castro confiscó propiedades eclesiásticas, convirtiendo una de ellas, Villa Maristas, en el cuartel y presidio de la tenebrosa Seguridad del Estado; Castro persiguió, expulsó del país y llevó a prisión a cientos de sacerdotes católicos; Castro prohibió las escuelas católicas; Castro impulsó la práctica de los abortos con cobertura gratuita para todas las que quisieran realizarlas. La Iglesia cubana no proclamó la lectura de la Oración al Arcángel Miguel.
¿Cuál es la justificación? La ofrece Vatican Insider al señalar que Fidel Castro como ex alumno de los jesuitas de La Habana “nunca ha dejado de lado una cierta curiosidad por el cristianismo y por el anuncio de la liberación universal que ofrece la Iglesia” ¿De dónde saca tal conclusión Vatican Insider? Tal vez de la versión de ese representante de la teología de la liberación llamado Frei Betto. Además, agrega Vatican Insider que “también la iglesia local se ofrece para representar su papel en la transición cubana, sin antagonismos ni cerrazones preconcebidas”. Habría que preguntarle a Vatican Insider ¿Cuál es esa transición en Cuba? En Cuba no hay ninguna evidencia de que se esté viviendo una transición, solo se ha producido la sucesión al trono de un tirano a su hermano.
De modo muy seráfico Vatican Insider contrapone la advertencia del “anticastrista Armando Valladares” ─ presentándola como una alarma lanzada “sobre el peligro de instrumentalización de la visita papal, atacando al cardenal Tarcisio Bertone por ‘pro-castrista proclamado’ y a los obispos cubanos de haber colaborado con ‘los lobos que oprimen al ganado’” ─ con la opinión de que “hay que imaginar que Fidel Castro escuchará con una cierta participación emotiva lo que le querrá decir el obispo de Roma”. Un poder de imaginación increíble tanto como puede ser considerar que “Tal vez ahora el viejo guerrillero también se preguntará si hay algo esperándole, después”.
Solo dos días permanecerá el Papa en Cuba con una estrecha agenda de trabajo que incluirá una misa en El Cobre, otra en La Habana, declarar al Padre Félix Varela como Venerable de la Iglesia, una visita de cortesía al general Raúl Castro, el heredero del trono y una al déspota jubilado, Fidel Castro. No quedará espacio de tiempo para recibir en audiencia a las Damas de Blanco, de todos modos ellas no cuentan, ni para los funcionarios del gobierno ni para la Nunciatura Apostólica.
No obstante no podemos ser demasiado severos con el Santo Padre, un hombre enfermo próximo a cumplir los 85 años y quien, como el diario español El País cita una expresión atribuida a L’Osservatore Romano, es “un pastor rodeado por lobos”. Quizá los lobos estén conspirando contra la propia dignidad de la Iglesia.
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