Monday, February 13, 2012

El momento más crucial de mi vida

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org. El momento más crucial de mi vida ocurrió al otro lado de la bahía de La Habana, en La Fortaleza de la Cabaña. Esta edificación militar, la más grande construida por España en América, en el siglo XVIII, fue utilizada por el gobierno revolucionario, a partir de 1959, como prisión política. Allí fui una mañana de 1972, con mi hijo de diez años.
Días antes me había dicho: “Quiero ver a mi papá donde esté, puesto que me dices que está vivo”.
Su papá, Guillermo Rivas Porta, había sido condenado, en 1968, a 30 años de prisión, sólo por haber intentado irse del país. Fue liberado en 1989, y murió en el exilio, diez años después.
El largo camino, que comienza en la Vía Monumental, hasta la entrada de la Cabaña, lo hicimos con alegría y nerviosismo. Mi hijo no había olvidado a su padre y verlo de nuevo sería un acontecimiento muy importante para los dos.
El espectáculo dantesco que nos esperaba, aquella multitud de presos políticos, y sus familiares, más de doscientos, fue algo tan terrible, que difícilmente mi hijo y yo lo olvidaremos. Apenas sin poder movernos, en un espacio cerrado, de diez metros de largo por cinco de ancho, en penumbras, todos lloraban abrazados.
El padre de mi hijo ya no era el mismo. En su rostro joven se reflejaba la amargura, el rencor. Recuerdo que mientras conversábamos, me dijo que un poeta llamado Ernesto, allí preso, me enviaba saludos.
Como pequeños fantasmas, caminaban las ratas entre nuestros pies. Y afuera, como si temieran algún acto subversivo, numerosos militares con armas largas se mantenían vigilantes. Aquel día era 26 de julio, fecha impuesta por el régimen para la visita de los familiares, quizá para que tuviéramos presente el nombre del movimiento  insurreccional de Fidel Castro.
Se supo, mucho después, que en aquella época el régimen castrista llegó a tener presos más de 3,500 hombres y mujeres, condenados a largos años por causas políticas. La mayoría eran jóvenes del pueblo que luchaban contra el comunismo, aunque también había hasta ancianos octogenarios, ex militares del régimen anterior.
Numerosos ex presos políticos, como Armando Valladares, Ernesto Díaz Rodríguez, Hubert Matos, Jorge Vals y muchos otros, describen en sus memorias el salvajismo y la perversidad que sufrieron, precisamente en la Cabaña.
Cuentan en sus libros las golpizas y heridas de bayoneta, el hacinamiento en las galeras  (280 prisioneros hacinados donde sólo cabían sesenta), el privilegio del baño, al que tenían que acudir desnudos, para humillarlos, el trabajo forzado al que se resistían. Recuerdan los meses invernales, cuando dormían desnudos o tapados con sacos de yute, la muerte de muchos de sus compañeros en el paredón de fusilamiento, y el grito de un cristiano adolescente, antes de recibir los disparos, que aún repercute entre las paredes de la Cabaña: ¡Viva Cristo Rey¡
Aquél 26 de julio de 1972, fue el día más triste de mi vida. Mi corazón, extrañamente desolado, comenzó a mirar lo que ocurría en mi país de forma diferente. Llevaba en mis ojos el infierno que padecían aquellos seres, sólo por pensar diferente, y dejaba de ver a Fidel Castro como el hombre bueno que amaba al pueblo. Ni siquiera olvido aquella pregunta que me hice, entonces sin poder responderme: ¿Por qué me había equivocado tanto?
Mientras caminábamos hacia la carretera, me parecían mentira los nuevos pensamientos que me abrumaban. Mi hijo me preguntó: “¿Volveremos, mami?” Yo le respondí que sí, y que le traeríamos un libro de versos al poeta preso.

No comments:

Post a Comment