Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD
Los contendores republicanos están dedicando tiempo y energía a un tema de mediados del siglo pasado, el control de la natalidad. ¿Por qué? Por teología. Se han metido en teología.
La de Obama, según Santorum, no es cristiana. Dice que es una teología falsa. También ha dicho que la mayoría de protestantes ha abandonado la cristiandad. “ Mainline protestantism… is gone from the world of Christianity as I see it”. Santorum se guía por la teología de San Agustín, que incluye el uso de la fuerza para respaldar su interpretación de la palabra de Dios. Dejó establecido, entre los siglos IV y V, el concepto de guerra santa que siglos después sería adoptado en la Jihad musulmana. Agustín tiene una noción exclusiva de la libertad. Nadie, dice, es libre sin Dios. Quienes no lo aceptan están intrínsecamente excluidos de la libertad. Fue un libertino convertido al cristianismo ascético. Nombrado obispo de Hippo, enfatizó la represión del deseo, especialmente el sexual.
Santorum no puede estar más de acuerdo con él. El control de la natalidad, los anticonceptivos y el sexo prematrimonial, según Santorum, conducen a drogas, promiscuidad, bestialidad y degeneración. Santorum es católico al estilo de Agustín. El otro puntero, Romney, sigue una teología muy parecida. El ángel de la revelación mormona, Moroni, en el Libro de Mormón, Alma 46-35, habla de matar a quienes rechacen la causa de la libertad. “Those who will not support the cause of freedom are put to death”. Menudas libertades las de Agustín y Moroni. Las teologías de Romney y Santorum, aunque de distintas fuentes, son similarmente represivas.
Ambos pasan por encima del legado de los próceres de la independencia americana. Nos dejaron un símbolo espiritual de la corriente masona prevalente entre los patriotas de la revolución. Está en el billete de un dólar. Es una pirámide trunca, con separación entre cima y cuerpo. Se refiere al desarrollo espiritual. Todo recién nacido tiene en la cabeza, bajo la piel, una zona sin hueso. Es la fontanela. También tenemos fontanela espiritual. De eso trata el símbolo masónico en el billete de un dólar. Nacemos con base corpórea, biológica. De ella se alza de un lado nuestro ser emocional y del otro nuestro ser intelectual. Deben unirse en la cúspide. La tarea de unirlos nos toca a todos y cada uno de nosotros, individualmente.
Mientras no hayamos cerrado nuestra fontanela espiritual, por allí entrarán y saldrán los vendavales de la existencia, afectando e impidiendo el espíritu. Los padres de la patria señalaron la tarea, en ese símbolo de la pirámide inconclusa, de completar nuestro ser espiritual. Los punteros republicanos parecen validar el uso de la fuerza para obligar a que esa tarea se desarrolle a su manera, la manera de San Agustín y el ángel Moroni en nombre de Dios y la libertad. La fuerza avalada por los padres de la patria es otra. Es una fuerza libre, empleada por cada uno libremente para alzar su ser emocional e intelectual, buscando su unión en la cúspide. Bajo esa unión se guarece y crece nuestro ser espiritual. Está presente en aquellos que dicen lo que sienten y sienten lo que dicen. Hablan su verdad libremente y lo hacen con amor. Su espíritu prospera.
Todos nacemos con cúspide incompleta. Somos libres para completarla o no de acuerdo a cada uno. Agustín y Moroni verían esto con horror. Para ellos ser libres es seguir a Dios sin variación, equivocación u opción. La pirámide de terminación propia no está en los esquemas de Romney y Santorum. Gingrich también auspicia el esquema de libertad obligatoria. Ron Paul, el libertario, lo rechaza.
Albergar nuestro ser espiritual, terminar nuestra pirámide de vida libremente, sin límite ni reserva, es una tarea que nos dejaron los padres de la patria, inscrita simbólicamente en nuestra moneda. Los punteros republicanos quieren hacerlo de acuerdo a sus teologías obligatorias. No ven la contradicción. Hablan como si hubiera una teología política no manifiesta en el país. Tal teología no existe.
Romney, Santorum y Gingrich auspician un esquema orquestado hacia una teocracia, mientras dicen creer en la separación de iglesia y estado. Preparémonos en esta campaña a oír y recibir conceptos políticos en nombre de Dios y la libertad. San Agustín, obispo de Hippo entre el siglo IV y el V, y el ángel Moroni de la revelación mormona a principios del siglo XIX, verían con interés lo que se propone en el siglo XXI para este país, bajo Dios, con libertad y justicia para todos. Mientras tanto el mundo, ahora realmente interconectado e interdependiente, es testigo de esta discusión medieval en el país supuesto a ser el líder de la vanguardia científica y tecnológica en el planeta.
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