Sabina Covo. EL NUEVO HERALD
Inteligencia, liderazgo, carisma, hoja de vida, estudios, un pasado limpio de corrupción, moral, ética y diplomacia son algunos de las cualidades que se esperan de un presidente de un país como Estados Unidos. Y veinte debates republicanos han dejado más claro que el agua que ninguno de los precandidatos que se están postulando en ese partido cuenta con las cualidades ni con las políticas necesarias para aspirar al puesto ejecutivo más importante de este país. Ni en políticas económicas, ni en políticas sociales, y menos en política exterior llegan a ser coherentes. ¿Cuál pudiera ser presidente?
¿El que se llenó de dinero cerrando empresas y evadiendo impuestos, o el que quiere que todos tengamos infinidad de hijos o nos abstengamos de tener relaciones sexuales, o el que se ganó la vida asesorando empresas públicas que dejaron en la ruina a muchos, o el que quiere cerrar el ejército de Estados Unidos? Deberían irse todos juntos a administrar la construcción del muro que quieren hacer entre Estados Unidos y México (¡otra barbaridad dicha por ellos!), que seguramente esto lo harían mucho mejor que administrar una nación.
Primero se dedicaron a decir que la economía estaba en pésimo estado. Al ver que la economía comenzó a mejorar, decidieron cambiar su discurso y enfocarse en políticas sociales, como el uso de anticonceptivos, el aborto, la inmigración y los valores de esta nación. Valores que, según ellos, son violados por el Presidente. El precandidato Rick Santorum hasta trató de implicar que los valores cristianos del presidente Obama se relacionaban con anticristianismo.
“El impulso suicida”, así lo ha catalogado Dana Milbank, editorialista del Washington Post, al referirse a las políticas de los candidatos republicanos con respecto a los hispanos. Ellos se creerán que los hispanos somos tontos y olvidamos fácil, seguramente. ¿Creerán tener superioridad racial? Pero seamos más críticos: el impulso suicida parece más un impulso de asesinato de republicanos contra políticas republicanas.
¿A quién se le ocurre hoy en día, cuando hay sobrepoblación mundial y escasez de alimentos, decir que las pastillas anticonceptivas son inmorales? Pues nada más y nada menos que al puntero de los precandidatos republicanos: ¡a Santorum! Los anticonceptivos no solo protegen contra la posibilidad de traer al mundo un niño en el momento no indicado sino que además los dermatólogos los prescriben para la piel, los desajustes hormonales y otras enfermedades. La inmoralidad no está en usar dichas pastillas, con las que muchos republicanos moderados están de acuerdo, está en no educar a nuestros jóvenes.
Claro que Santorum no es el único que pareciera desconocer la realidad social de un país, ahora resulta ser que siete estados (la Florida incluida) han demandado la ley de salud una vez más, por el hecho de que los seguros médicos deban ofrecer cobertura de píldoras anticonceptivas diciendo que esto viola la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos ¿Acaso las compañías de seguro, por cubrir las píldoras, obligan a la gente a tomarlas? ¿O es que solo las mujeres que pueden pagar $100 al mes por una caja de pastillas tienen derecho? No hay derecho a que haya un grupo de señores retrógrados que no saben lo que es parir un hijo decidiendo por las mujeres, si pueden o no usar píldoras. Eso sí que viola la primera enmienda.
En los precandidatos republicanos no solo brillan por su ausencia las realidades para mejorar la economía del país sino que continúan proponiendo políticas fracasadas, además de ahora someterse al escrutinio de la lupa de las generaciones más jóvenes, que no queremos políticas sociales de hace 100 años que en nada se adaptan a una globalización tecnológica de acceso a información. La realidad del planeta ha cambiado. Bienvenidos al 2012.
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