Rafael Bello. EL UNIVERSAL
Cuando sopla viento fresco la tripulación se contagia de entusiasmo y el puerto se avista seguro. Se acorta la distancia y de nuevo se encauza la vida sin sobresaltos. Es la unión imbatible de la fe en un porvenir al que se tiene derecho en un país de inmensas posibilidades. Es Venezuela en el impulso tenaz de sus grandes conquistas políticas, económicas y sociales que se hace presente en el formidable empeño de los que no renuncian a vivir en un clima de libertades públicas, legalidad, eficiencia y decoro, eso se demostró el domingo.
El cambio crece en lo posible y se expresa en la determinación de los ciudadanos. Con esa decisión nacional nos encontramos frente a lo que no tiene vuelta atrás. Un pueblo con voluntad democrática que no tomó los atajos del aventurerismo ni se atemorizó ante las violaciones sistemáticas del régimen. Decisión nacional irrenunciable y lo ha sido siempre por cuanto en los peores momentos las muestras de amor a la libertad han prevalecido, como ahora y, como lo será sin duda alguna, con las convicciones principistas en los elevados valores democráticos ante los envalentonados autoritarios.
Formidable
Está cumplida una etapa formidable de convocatoria ciudadana con el poder del sufragio, por la ruta de la unidad hacia la reconstrucción del país. Naturalmente que esa reconstrucción pasa por el fortalecimiento del movimiento popular para ponerle término a toda esta triste situación que ha lastimado con creces la dignidad de la Patria, sus valores inmarcesibles, los bienes y la integridad de la nación. El militarismo totalitario está ya en cuenta regresiva y no tiene escapatoria posible.
Debemos tomar muy en cuenta el mensaje de los venezolanos en las primarias de asumir una actitud valiente y decisiva para la defensa de la patria. Es el compromiso que nos lleva a octubre: hacia el porvenir democrático de Venezuela.
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