Mario J. Viera
Contaron Esopo y Samaniego que un día los ratones, temerosos del gato terrible decidieron reunirse en congreso para proponer en conjunto algo que les advirtiera de la presencia del gato, tras mucho discutir decidieron que la mejor propuesta sería aquella de ponerle un cascabel al gato. Sabia solución, pero había una dificultad, ¿quién le pondría el cascabel al gato? Cual la famosa fábula así ha sido la reciente Cumbre de la Alianza Bolivariana de los pueblos de América, más conocida como la ALBA, celebrada en Caracas.
Cual un nuevo ratoncito Roequeso, levantó la mano Rafael Correa para hacer una corajuda propuesta, ponerle el cascabel al león británico. “Es momento ─ dijo Correa ─ de que América Latina decida sanciones contra ese desubicado poder que pretende ser imperial y colonialista en el siglo XXI, creo que debemos ir a cosas más contundentes”, y Chávez como no puede ser menos, que para eso es el guapetón del bananerismo zurdo, saltó para decir: “Si al imperio británico se le ocurriera agredir militarmente a Argentina, Argentina no estará sola en esta ocasión”. ¡Pobre de los británicos, porque aunque Venezuela, afirma el espadón venezolano, no es una potencia “algunos hierros tenemos y voluntad para enfrentar cualquier agresión imperialista"!
Está por ver qué pudiera hacer el bastante desmoralizado Ejército Bolivariano, que dice el manda más que es chavista, frente al potencial militar de Gran Bretaña, con todos esos hierritos que le comprara a Rusia gravando la economía venezolana.
Contento se puso Héctor Timerman, ministro de exteriores de Argentina por el espaldarazo de las “grandes potencias” de la ALBA, invitado al evento por Chávez por aquello de que “el tema de las islas Malvinas es un tema que nos preocupa, sobre todo por el lenguaje que ha venido surgiendo, saliendo, desde los voceros del gobierno británico, acusando a Argentina de colonialista... el mundo al revés, pues”
Argentina reclama la soberanía sobre las islas Malvinas/Faklands que nunca llegó a ejercer y, cuando le conviene a algunos de sus gobernantes, ya sea cuasi democrático como el de Cristina Fernández o sea el de una dictadura militar, agitan el nacionalismo con pretensiones imperialistas. Es útil para los gobiernos autoritarios acudir al nacionalismo, porque agitando los sentimientos chovinistas hacen que los gobernados se despreocupen de problemas más acuciantes.
Los regentes de ALBA y el gobierno argentino no quieren reconocer que en las Malvinas existe una población que no habla español, que se siente británica y sobre todo que no quiere ser adsorbida por un país que para ellos es extraño. Por supuesto a Cristina se le ha ocurrido armar bulla con la reclamación sobre las Malvinas o Faklands porque en sus plataformas insulares, además de buena pesca hay petróleo, y en la bulla no pueden faltar los Chave y Correa.
Y mientras estudian los albistas como ponerle el cascabel al gato, acuerdan su apoyo a la tiranía de Bashar al-Assad reiterando su condena a una imaginaria “política sistemática de injerencia y desestabilización en la hermana república árabe de Siria, cuyo fin es imponer por la fuerza al pueblo sirio un cambio de régimen”. Con tal acuerdo los albistas se hacen cómplices de los delitos de lesa humanidad del régimen de al-Assad como antes lo fueron con el Gadafi.
No comments:
Post a Comment