Editorial del diario EL TIEMPO de Colombia
Rafael Correa ha declarado la guerra a la prensa del mundo entero.
El pasado 8 de febrero, cuando un editorial de EL TIEMPO ('Correa, el Atila de la prensa') criticó la actitud del presidente ecuatoriano contra la libertad de información, su embajador respondió con una carta en que elogiaba la libertad de prensa reinante en Ecuador y llamaba a este diario "Torquemada", "Tartufo" e "hipócrita".
Pensábamos, con ingenuo optimismo, que, a pesar de los vocablos empleados, el gobierno vecino parecía dispuesto a debatir las opiniones emitidas por un rotativo de Colombia, donde se estima a los ecuatorianos y se les desea la mejor de las suertes. Nos equivocábamos. Ahora, cuando la Corte Nacional de Justicia acaba de confirmar la sentencia que sanciona por injurias al diario El Universo con 40 millones de dólares y con 36 meses de cárcel a tres de sus editores, parece claro que Correa no aspiraba a casar un debate con un diario colombiano, sino que ha declarado la guerra a la prensa del mundo entero.
Unos pocos días antes, su embajadora en Washington había enviado carta parecida para criticar un editorial de The New York Times ('Un asalto a la democracia') y unos pocos después los abogados del mandatario dirigieron una comunicación a O Globo, de Brasil; Le Monde, de Francia, y EL TIEMPO.
En ella hacen legítimo uso de su derecho de réplica y señalan lo que consideran injurioso en la columna de opinión de El Universo que provocó el enfrentamiento. Pero el texto de la carta revela que el mandatario no pretende solo defenderse de un agravio, sino que se lanza contra "la dictadura de ciertos medios de comunicación" y señala que la mayoría de los propietarios de medios de Ecuador se consideran "Dioses, Seres Superiores, Todopoderosos, Supremos inmunes a la ley". Así, pues, la pelea no es solo con El Universo, sino con la mayoría de la prensa ecuatoriana. Decimos mal: con la mayoría de la prensa continental, pues Correa considera que la sentencia que lo favorece "liberará a América de uno de los más grandes e impunes poderes, como ha sido el de la prensa corrupta". Y, ya metidos en gastos, sus abogados se dirigen a un auditorio ecuménico al advertir: "Que quede claro en el Ecuador y el mundo entero" que su cliente respeta la libertad de prensa.
En su peligrosa megalomanía, Correa se ha apuntado a un contrincante de considerable alcance. La democracia es un bien que se defiende en buena parte con armas de solidaridad internacional, cada vez más eficaces gracias a las tecnologías modernas. Muchos de los principales periódicos del mundo atacan las políticas represivas contra la prensa en diversos lugares del planeta. Ecuador es uno de los puntos críticos, pues no se limita al problema con El Universo sino que se manifiesta en otras acciones. También la Asociación Mundial de Periódicos, que agrupa a 18.000 diarios, condena "el agresivo tono" de Correa contra la prensa, y el Comité para la Protección de Periodistas califica la sentencia como "un serio revés para la democracia".
Hay que celebrar la unánime reacción ante un caso repleto de irregularidades que, si bien se ha querido presentar como el del ofendido ciudadano Correa contra El Universo, está envenenado por el populismo, preñado de intención política y escoltado por los ministros del despacho, que acompañan a su jefe a las audiencias judiciales.
Los periodistas nos equivocamos y algunos de nuestros errores merecen críticas y sanciones. Pero la escandalosa desproporción entre el texto de la columna que motivó la ira del presidente y el atroz castigo impuesto constituye una grave amenaza contra la libertad de expresión, disfrazada de veredicto judicial.
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