Luis Cino Alvarez
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -El pasado 17 de febrero, el veterano periodista Luis Sexto anunció que dejará de hacer Coloquiando, la columna que cada viernes, durante casi diez años, escribió en el diario Juventud Rebelde.
La explicación de Luis Sexto de que está viejo y se siente agotado resultaría razonable en circunstancias de más normalidad, sólo que en la prensa oficialista nada es razonable ni normal. Y menos ahora que los Jefes piden hacer otro tipo de periodismo, que sea diferente pero no demasiado.
El fin de Coloquiando resultó sorpresivo y desconcertante, porque si alguien en la prensa oficial parecía capaz de hacer el periodismo “crítico pero responsable” que demandan los Jefes para estos tiempos de “actualización”, ése era Luis Sexto.
O tal vez no. En el artículo “Dialéctica y audacia”, del 7 de marzo de 2008, para aconsejar a la alta dirigencia ser audaz e inteligente en “la realización de los cambios que permitan la supervivencia del socialismo”, Luis Sexto se deshizo en disculpas antes de escribir: “Los problemas que hemos de solucionar han surgido, sobre todo, por errores y desviaciones de algunos de los llamados a solucionarlos”.
En honor a la verdad, no eran muchos en la prensa oficial los que se atrevían a hacer tales señalamientos. Ahora tampoco.
Los periodistas oficiales están advertidos de que no pueden cruzar la línea que separa el dentro y el fuera de la revolución. Y como nadie se ha tomado la molestia de explicarles dónde está situado exactamente ese límite, los periodistas se sienten en el riesgo permanente de quedarse cortos o excederse.
Ahora mismo, los periodistas oficiales, asaeteados a diestra y siniestra, son obligados a caminar por un campo minado, sin hoja de ruta y con los ojos vendados. Las perentorias exhortaciones a la transformación que les llegan “de arriba” sólo contribuyen más a la confusión y al peligro.
Tal vez el punto final puesto por Luis Sexto a Coloquiando sea una retirada pudorosa y a tiempo. Pero no hay que descartar que Sexto se sienta realmente agotado. ¿Imaginan el dilema de ser crítico y a la vez apologista? ¿Suponen el esfuerzo de estar con un pie en la realidad y el otro en el discurso oficial?
Recientemente, José Alejandro Rodríguez, quien compartía profesionalidad, decencia y página del periódico Juventud Rebelde con Luis Sexto, tuvo que someterse a una operación a corazón abierto en el CIMEQ. No es para menos.
Muchos ya hemos empezado a echar de menos la columna de Luis Sexto. A pesar de la ansiedad que nos causaba todo lo que dejaba sin decir, decía a medias o sólo sugería. A veces, luego de sopesar las consecuencias, como quien no quiere las cosas, lo decía. De un modo casi gótico de tan ambiguo, pero lo decía. Y eso no es poco mérito en una prensa donde tantos alabarderos y plumíferos prefieren repetir el corito de la propaganda oficial.
En lo personal, admiro el oficio y elegancia de Luis Sexto desde hace años, cuando escribía en la revista Bohemia. Pero entonces se preciaba de ortodoxo. Últimamente, aunque trataba de decir lo mismo, pero de otra manera, solía coincidir con sus opiniones. Sólo que me torturaba su exceso de prudencia cuando opinaba sobre asuntos como la tenencia de tierras, los bajos salarios, la doble moneda y la baja productividad.
Luís Sexto hizo lo que pudo con destreza, dignidad y decencia, esas virtudes tan raras en la Cuba de hoy. Y eso es algo que sus lectores siempre le agradeceremos. Si descansar de Coloquiando es por su bien, pues sea.
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