El Palacio me quedó chico
Rubén Vargas. LA RAZON
El presidente Morales dijo el martes que el Palacio de Gobierno le quedó chico y que por esa razón tomó la decisión de construir un palacio nuevo y mejor. De principio, no hay por qué asombrase de esa decisión. Eso es lo que hace, precisamente, todo buen padre. Cuando la familia crece, lo más natural es ampliar la casa, especialmente si hay recursos para hacerlo. Y la familia de allegados al Palacio de Gobierno en los últimos tiempos ha crecido considerablemente.
Hasta ahí todo bien. La cosa comenzó a complicarse un poquito cuando el Mandatario explicó que el actual Palacio de Gobierno “quedará como un Palacio del Estado colonial” y que el nuevo, por supuesto, será el Palacio del Estado Plurinacional. Para mayor abundamiento, el viernes, el Primer Mandatario criticó el diseño del actual Palacio por utilizar motivos “romanos y europeos” e insistió en que quedará como un museo.
La complicación creció un poquito más cuando se supo que el Mandatario también dijo que el nuevo Palacio, en realidad, no será un palacio de gobierno, sino la sede de algunos ministerios. Poco después, la Ministra de Comunicaciones aclaró que, en realidad, no será ni un palacio nuevo ni albergará ministerios, sino que será un “anexo” del actual Palacio de Gobierno. El Gobierno Municipal de La Paz, por su parte, opinó que si se piensa construir un nuevo palacio de gobierno lo mejor sería que se lo haga, por razones urbanísticas, fuera del centro de la ciudad, en Miraflores por ejemplo. Ante esto, la Ministra de Comunicaciones, a quien por lo visto no le falta trabajo en el rubro de las aclaraciones, explicó, con impecable lógica: “Sólo se trata de un anexo al Palacio, fuera no puede estar porque no sería un anexo”. En fin.
Lo gracioso en torno a este asunto es que toda la discusión — interpretaciones y aclaraciones incluidas — es totalmente inútil. La nueva moda, siguiendo el éxito obtenido por la modalidad de la “consulta posterior”, es tomar las decisiones “sí o sí” y después dejar que la sociedad debata inútilmente. En este caso, la decisión ya está tomada, el terreno ya está comprado y la convocatoria a la presentación de proyectos del nuevo Palacio o del anexo al viejo Palacio o de la sede de algunos ministerios ya ha sido lanzada como un desafío a la imaginación de los arquitectos bolivianos. Según informa la prensa, la nueva edificación deberá estar de acuerdo con los principios del Estado Plurinacional y rescatar las culturas, saberes y cosmovisión del pueblo boliviano. Y, por supuesto, en atención precisamente a esa cosmovisión, tener un bonito helipuerto.
Así que, más temprano que tarde, el nuevo atractivo de la plaza Murillo ya no será el cambio de guardia de los Colorados de Bolivia, otro rezago del Estado colonial seguramente, sino el descenso de los helicópteros en el helipuerto del nuevo Palacio o lo que fuese.
Mientras tanto, el presidente Morales, que no descansa ni da descanso, en la clausura de una reunión de comandantes del Ejército el viernes, dijo: “Hay que discutir con los representantes de los derechos humanos, porque no por el tema de los derechos humanos nuestros soldados no van a estar bien preparados físicamente”. Es decir que los famosos derechos humanos no deben interferir en la cultura de la violencia y el abuso que impera en los cuarteles como un credo de hombría, y que ya ha cobrado tantas vidas jóvenes. Mientras llegan las aclaraciones, me imagino que la “hombría” de los alumnos del colegio Simón Bolívar de Cochabamba, de sus maestros y padres se siente plenamente reivindicada.
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