Humberto Jaimes Quero. EL UNIVERSAL
Hace tres decenios el escritor Arturo Uslar Pietri (1978) afirmó que los venezolanos tenían una imagen tan errada de su historia, que esta imagen más bien deberíamos entenderla como una antihistoria. El célebre humanista escribió: "La imagen sucinta y superficial que la inmensa mayoría de los venezolanos tiene de su historia no sólo es insuficiente y fragmentaria sino que es contraria a la verdad y hace imposible comprender y explicarse los sucesos, sus protagonistas y sus motivos. Es casi, en el más preciso sentido, una antihistoria".
El comentario, por supuesto, despertó toda una polémica. Pero Uslar Pietri no estaba equivocado. Por el contrario, la problemática denunciada por el hombre de letras se ha acentuado con el tiempo, en particular respecto al período de la Independencia, lapso sobre el cual sigue manteniéndose un cúmulo de falsedades y estereotipos de inmenso alcance.
En El Relato Invariable/Independencia-Mito y Nación (2011) se analizan algunos de esos lugares comunes y esas falacias que siguen influyendo con vigor en la mentalidad de la colectividad. Coordinada por la historiadora Inés Quintero y editada por Alfa, esta obra recoge artículos de diversos autores y viene como anillo al dedo, en momentos de colosal desinformación.
De entrada, como señala Quintero, no deja de ser paradójico que el período de Independencia sigue siendo un lapso confuso para los venezolanos, pues es sobre el que más se ha escrito en el país. Toda una paradoja, porque, por lo visto, generar más información sobre un tema específico no siempre repercute en una mejor apropiación del conocimiento.
Un estereotipo clásico analizado en El Relato Invariable es el comportamiento cruel de los españoles, visión inscrita en la leyenda negra construida en torno a la colonización hispana en América. Es cierto que las acciones de las tropas realistas por momentos fueron sanguinarias, al igual que diversas actuaciones del ejército venezolano en Colombia. Pero, ¿por qué unos fueron vistos como crueles y otros no?, ¿cómo explicarlo?
Lo que sucede es que al forjarse Venezuela como nación, argumenta Ana Joanna Vergara Sierra, quienes escribieron la historia patria alimentaron la imagen satanizada de los españoles como parte de la justificación de la emancipación lograda, en tal sentido, destacaron sus acciones sanguinarias, y silenciaron ese mismo rasgo en el comportamiento de las tropas venezolanas. En otras palabras; allí operó un ejercicio de edición de textos, con las censuras de rigor. De modo que el problema patrio en parte se resolvió ensalzando a unos y enlodando a otros, es decir, a través del ocultamiento y la manipulación.
Otro caso es el de la presunta unidad de los venezolanos al comienzo de la guerra de Independencia. Se suele decir que lucharon como un pueblo bravo, muy cohesionado, como un todo monolítico. Pero la verdad es otra. En efecto, las grandes diferencias y rivalidades entre los distintos estratos de aquella sociedad provocaron que los sectores humildes al principio apoyaran la causa monárquica, como una manera de oponerse a los blancos criollos, quienes defendían a muerte la esclavitud, entre otros privilegios, y representaban la antítesis de las grandes masas.
Al respecto, Carlos Pernalete Túa advierte que se ha pretendido identificar la guerra de Independencia como "un momento coyuntural que ubicó a casi todos los venezolanos, sin distingo de origen y raza, en el mismo bando contra el Imperio español". Pero esa es una idea simplista, que no se ajusta a los hechos, aclara el autor.
Por su parte, Angel Rafael Almarza plantea que en el presente se ha intentado construir una historia oficial en la cual prácticamente todas las rebeliones indígenas o negras, sucedidas antes de 1810, fueron movimientos precursores de la Independencia.
Sin embargo, tras hacer una exhaustiva revisión de este tema investigado por distintos autores, Almarza apunta que no todas esas revueltas necesariamente fueron concebidas contra la monarquía española, pues tuvieron su origen en otras motivaciones. En su mayoría, explica, estos movimientos fueron impulsados "por situaciones consideradas por sus protagonistas como injustas y relacionadas, sobre todo, con la puesta en práctica de políticas reformistas en materia económica que pusieron de manifiesto las tensiones sociales y políticas de la sociedad provincial".
Un episodio que también se inscribe en la confusión es la célebre Batalla de Carabobo (1821). Los venezolanos suelen pensar que este episodio puso fin a la guerra de Independencia. En este sentido, Pedro Correa resalta que después de este lance se dieron otras jornadas militares importantes, por lo cual, el hito histórico construido en torno a la referida trifulca, como si fuese el cierre definitivo de un ciclo, es más una invención que una realidad.
En fin, grandes mentiras siguen nutriendo una imagen distorsionada respecto al devenir del país, eso que alguna vez Uslar Pietri llamó la antihistoria de Venezuela. No ha sido ni será fácil modificar este esquema de pensamiento inculcado durante décadas, pero en algún momento habrá que enderezar el asunto.
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