Saturday, February 4, 2012

De las carencias de la oposición cubana

Mario J. Viera


En un breve artículo de opinión recogido en Cubanet, su autor, Mario Faz se hace esta pregunta: ¿De qué carece la disidencia cubana? Su respuesta es sencilla. La disidencia u oposición cubana carece de “figuras que se expongan a lo que sea, sin autoflagelarse y morir en huelgas de hambre” y ─ tomando como ejemplo a los movimientos antisistema de Polonia y Checoslovaquia ─ la falta de  iniciativa para “hacer octavillas, no atacando al gobierno, sino presentando una serie de reivindicaciones concretas. ¿Cuáles? Derecho al trabajo, derecho de asociación, libertad de expresión y otros muchos reclamos específicos”.
Para solucionar los problemas carenciales de la disidencia u oposición, Faz le aconseja a los opositores: “En vez de tener tantas organizaciones con nombres diferentes y pomposos y de actuar sin coordinación,  traten de movilizarse en las calles, No reciban y no acepten otra ayuda que no sea de familiares en el extranjero”.
Sin ánimos de polemizar quiero exponer mis opiniones al respecto.
Sí, es cierto, quizá haya demasiado organizaciones dentro del movimiento opositor y no se haya podido instrumentar un programa político unitario a ejemplo del programa presentado por la Mesa de Unidad venezolana para un probable gobierno de unidad antichavista. Esto es al mismo tiempo que una deficiencia es también un mecanismo de sobrevivencia dentro de un estado policiaco que no se inhibe para introducir dentro de las filas opositoras a topos provocadores, La dispersión de la oposición plantea también la dispersión de los represores y de sus órganos de inteligencia en su trabajo de vigilancia encubierta.
Aunque soy partidario de que exista una fuerte corriente de unidad no dejo de reconocer que en la dispersión aparente de la oposición radica, precisamente su fortaleza. Esos pequeños grupos constituyen células de agitación y denuncia ubicadas a lo largo de todo el país que hacen que el gobierno castrista se sienta preocupado ─ por la influencia que puedan generar dentro de la población ─ y desconcertado ante la osadía que van mostrando esos grupos para tomar las calles. De aquí la violencia de la represión que emplean los órganos policiacos en contra de los opositores.
Sería ideal, en las condiciones actuales, que en cada barriada, en cada pueblo del país surgieran una o dos pequeñas agrupaciones opositoras. Esto sería un problema estratégico para los mandos de la policía política.
Es cierto que todo movimiento político requiere de líderes audaces, inteligentes y carismáticos. La oposición cuenta con un buen número de ellos, pero su actividad está limitada por el bloqueo que les impone la seguridad del estado. Para el comunismo totalitario no hay enemigos pequeños. Toda figura que descuelle es de inmediato atacada, acosada, sometida al ostracismo o puesta, de inmediato, en la prisión. Sin embargo no hay que preocuparse mucho por si al presente no parezca haber algún agitador de masas que arrastre tras de sí a una gran parte de la ciudadanía. Los líderes aparecen siempre en el momento álgido de la confrontación.
El poder de la casta gobernante se le va escapando de las manos, la pérdida de autoridad de sus conductores es evidente. Ya el gobierno no cuenta con la figura carismática que era Fidel Castro. Raúl Castro no inspira pasión, no genera entusiasmo. No tiene otro recurso que incrementar la represión, pero el abuso de la fuerza es el peor recurso que pueda emplear el régimen. Hay un momento en que la represión dispara la acción, el instante en que la gente dice ¡Ya está bueno! Y se lanza en multitudes delirantes para enfrentar ejércitos y tanques en las calles y derribar gobiernos.
Es innegable que la suma de factores, lo cuantitativo, produce de sí la transformación en calidad. Y en ese crecimiento esporádico de la oposición está su poder de cambio. Pero, hay una realidad, los opositores no han podido encontrar las vías adecuadas de comunicación con la población, salvo por el ejemplo abnegado de entusiastas y todavía limitadas demostraciones de protestas como pueden ser los conatos de reclamo expresados por algunas mujeres en lugares simbólicos de La Habana, el desfile dominical de las Damas de Blanco y los intentos de marchas que se han producido principalmente en la región oriental del país. Pero el acceso al conjunto poblacional es apenas perceptible.
Quizá la propuesta de hacer octavillas pudiera ser una buena idea, salvo por el inconveniente de que no resulta fácil la impresión masiva de octavillas que puedan inundar, no digamos La Habana, cualquier pequeña comunidad del país. Siempre han aparecido octavillas en las calles, pero muy limitadas, escritas a mano, como también se han escrito grafitis de contenido antigubernamental. La impresión de octavillas requiere de una organización especial y recursos y medios para su reproducción masiva, recursos y medios de los cuales carece la oposición cubana, comenzando por las impresoras y continuando con la tinta y hasta el papel.
En Polonia Solidaridad contaba con todos esos recursos. Tenían mimeógrafos, contaban con tinta y tenían papel, gracias a los recursos económicos que recibía del exterior. En sus octavillas, Solidaridad no reclamaba reivindicaciones abstractas, como “derecho al trabajo, derecho de asociación, libertad de expresión” exigían reclamaciones concretas como los salarios justos, la constitución de sindicatos independientes del control del partido comunista, el rechazo a la carestía de la vida por los altos precios de los productos alimenticios; además solidaridad contó con todo el apoyo de la iglesia católica y del Papa Juan Pablo II.
Si desde la distancia me atreviera a hacer una recomendación sería esta: enfocar el trabajo de agitación sobre los problemas concretos que padece la población, el derecho a salarios dignos, el derecho a satisfacer las necesidades nutricionales, el cese del control policiaco por medio del carné de identidad, la supresión de la vigilancia colectiva que representan los Comité de Defensa de la Revolución, el derecho a residir en cualquier ciudad o sector residencial sin requerir para ello autorización oficial, el derecho a viajar libremente, el ejercicio sin limitaciones de la propiedad privada, el reclamo de una atención médica de calidad, el reclamo a la vivienda, entre las principales exigencias. Solo cuando las necesidades básicas de la vida están resueltas, los pueblo pueden ser movilizados en el reclamo de ideales abstractos.
Mi otra propuesta sería: Hagan en todo momento lo que en cada momento puedan hacer, empleando para ello los métodos de lucha que cada grupo considere como los más idóneos.
Creo que la respuesta a la pregunta ¿De qué carece la disidencia cubana? se expresa de manera sencilla: La oposición o disidencia, como todo el pueblo de Cuba carece de libertad, aunque desde el mismo momento que rechazaron a vivir en la mentira ya han comenzado a ganarse un espacio propio de libertad.

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