Saturday, February 4, 2012

Igualdad y equidad

Uva de Aragón. DIARIO LAS AMERICAS

En 1776 los fundadores de la democracia estadounidense sentaron la filosofía que ha sostenido este País por más de dos siglos: “Mantenemos como evidente que todos los hombres son creados iguales, que han sido dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, entre ellos los derechos a la vida, a la libertad y a la prosecución de la felicidad”. Sin embargo, en esos momentos y por muchos años después, todos los estadounidenses no eran iguales. Recordemos que a pesar de la Guerra Civil, no fue hasta mediado del pasado siglo con el movimiento de los Derechos Civiles que la población negra fue conquistando el derecho de igualdad ante la ley y a las oportunidades. Pese a que la mujer, tras una larga lucha logró el derecho a votar en 1920, todavía en nuestros días gana menos que un hombre por el mismo trabajo ($.77 por cada $1.00).
Los Estados Unidos – y los ejemplos anteriores así lo apuntan – han sido siempre un proyecto en construcción cuya mayor aspiración, — ese “sueño americano” del que tanto se habla — es garantizar la movilidad social. Es decir, que aquí se puede nacer pobre y llegar a ser rico, sufrir una incapacidad física y triunfar en unas Olimpiadas para minusválidos, venir como inmigrante sin un centavo y convertirse en un científico famoso con los mayores reconocimientos. ¿Por qué? Porque el mismo fundamento de la Nación no es negar el individualismo como sucede en la filosofía marxista, sino ofrecer igualdad de oportunidades. ¿Cómo se logra eso? Haciendo que todos comprendamos que la equidad – la división justa de la riqueza del País ─ es de beneficio a todos los miembros de la sociedad.
Por ejemplo, los que no tienen hijos, o sus hijos y nietos ya son adultos, continúan pagando impuestos que financian la educación pública. Si todos contribuimos a que haya buenos colegios y universidades, estamos colaborando no sólo a que haya menos desempleo y menos violencia, sino a que los Estados Unidos logren competir mejor a nivel global.
¿Cuál es la diferencia entre igualdad y equidad? Igualdad es tener los mismos derechos ante la ley. Equidad es dar a cada cual lo que merece. Esto implica que demos ventajas a los que las necesitan, para que puedan obtener una porción justa de la riqueza del País, según sus habilidades y sus esfuerzos. Es decir, en la equidad hay un sentido de justicia moral, más allá de la letra de la ley.
Pongamos un ejemplo muy sencillo. Puedo repartir cuatro pares de zapatos de la misma talla a cuatro personas. Eso sería igualdad. ¿De qué serviría si los pies son de distintos tamaños y a uno de ellos le falta una pierna? Claro, una persona puede vender su par y ganarle dinero. Otro a lo mejor lo guarda para cuando le sirva. El tercero puede que lo use aunque le quede apretado, ¿Y el que no tiene pierna? La equidad sería distribuir los zapatos de modo que cada uno tenga el calzado idóneo y gastar un poco más en la prótesis del lisiado, aunque quizás para ello no le dé un par de zapatos al que puede comprárselo sin mayor esfuerzo.
En las últimas dos décadas las desigualdades económicas en Estados Unidos han aumentado de forma inquietante. Basta asomarse a cualquier tabla del Buró del Censo o del Departamento del Trabajo. Utilicemos una sola cifra. El hogar promedio tiene 6.49% menos ingreso hoy que en 2007, y lo que es aún más sorprendente, 7.1% menos que en 1999. Ejemplos abundan. Una maestra, con cuatro años de universidad y 12 años de experiencia, gana cada vez menos y no logra salir adelante. Un policía en el Condado de Dade, que arriesga su vida para protegernos, cuenta en la actualidad con la misma entrada que hace 20 años. Un joven estudiante difícilmente tendrá, como antes, la posibilidad de trabajar en la universidad a la que asiste, y va a demorar meses en encontrar un trabajito donde sea, como en un restaurante.
Al dilema de una clase media atrapada, se añade la bochornosa realidad de la pobreza en Estados Unidos, que no siempre enfrentamos porque los mendigos no andan merodeando por nuestros barrios, pero lamentablemente existe un creciente número de familias no solo pobres, sino sin hogares, que viven muchas veces en un automóvil o hasta en edificios abandonados.
Los estudios han confirmado cómo la lucha por sobrevivir produce tal estrés, que afecta significativamente la salud, precisamente en personas que por lo general no tienen seguros médicos. En estas situaciones, muchas veces la expectativa de vida se reduce; pero de una forma u otra, el Estado – en realidad, los ciudadanos que pagamos impuestos -- asume gran parte de los costos del cuidado médico. Además, esas mismas tensiones causan un gran aumento en enfermedades mentales, violencia doméstica, abusos sexuales, uso de drogas y crimen. Esos males tienen efecto sobre toda la sociedad. No es descabellado pensar que puedan surgir grupos tan violentos o más que aquellos formados en los años 60, en los extremos de izquierda y derecha. Los jóvenes desempleados de “Occupy Wall Street” nos parecerán niños de kindergarten, comparados con los que pronto vendrán si nuestra sociedad no hace algo rápido.
En su discurso sobre el Estado de la Nación, el Presidente Barack Obama adelantó las prioridades que regirán su campaña política para la reelección. Aunque en algunos temas pareció apropiarse del discurso republicano, incluso citando a Abraham Lincoln, con respecto a que los gobiernos no deben hacer por los ciudadanos más que lo estrictamente necesario, su punto de divergencia mayor con la visión republicana reside en la necesidad de restablecer la igualdad de oportunidades y la equidad, o justicia, que es el fundamento de la democracia estadounidense.
Pese a las administraciones demócratas de Clinton y Obama, sabemos que la llamada “trickle down economics”, iniciada por el Presidente Reagan, persiste bastante todavía. Se basa en la filosofía republicana de que apoyando a los de arriba, a los empresarios, a los creadores de trabajos y capital, esa riqueza acabará por filtrarse a toda la sociedad. Los hechos y estadísticas, sin embargo, apuntan a que no ha sido así. Por el contrario, la equidad y la justicia en Estados Unidos han menguado.
En las elecciones generales los votantes considerarán si la economía ha mejorado un poco más, la agudeza de los candidatos en los debates, sus personalidades y experiencia. Pero las diferencias son mucho más profundas y van a la esencia de los principios fundacionales del País. Son temas a meditar.

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