Adelante,
adelante, ¿adelante?
Alejandro
Armengol. EL NUEVO HERALD
Nunca
hay límites para la ultraderecha de esta nación, y menos para los exiliados
cubanos que la imitan y apoyan.
Según
Victor Morton, en The Washington Times: “La
campaña de Obama aparentemente no miró hacia atrás en la historia cuando
seleccionó su nuevo eslogan, Forward (adelante), una palabra estrechamente
asociada con el marxismo europeo”.
El
articulista añade que muchas de las publicaciones comunistas y radicales y
entidades a través de los siglos XIX y XX tenían como nombre ¡Adelante!.
“El nombre Adelante tiene un significado
especial en la terminología política socialista. Con frecuencia se ha utilizado
como un nombre de socialistas, comunistas y otros periódicos y publicaciones
izquierdistas”, añade.
Más
adelante agrega que han existido al menos dos publicaciones de la izquierda
radical bajo el nombre de “Vorwaerts”
(adelante en alemán). Uno de ellos era el diario del partido socialdemócrata de
Alemania, cuyos autores incluían a Friedrich Engels y León Trotsky. El otro fue
una publicación quincenal de la Liga Comunista, que apareció en 1844, y donde
colaboraban Carlos Marx, Federico Engels y Mikhail Bakunin. Para contribuir en
algo a esa relación, puedo agregar que igual nombre tiene el periódico del
Partido Comunista de Portugal.
Escritos
idiotas en los periódicos no es nada nuevo. Lo peor son los lectores idiotas.
Sin
embargo, la aparición de este artículo en la blogosfera exiliada, que lo ha
tomado como ejemplo de las torcidas intenciones del actual presidente
estadounidense, al tiempo que ha hecho lo posible por divulgar la “denuncia”,
deja poca esperanza.
Así
que de ahora en adelante tengo que andarme con cuidado. Con la mala fama que
tengo en este pueblo, si alguien toca a la puerta de mi apartamento y lo invito
a pasar debo limitarme a una seña; si coincido con una persona en la entrada de
un elevador y le cedo el paso, optar por una conveniente retirada, y por nada
del mundo mencionar un avanti ni siquiera en broma. Las petulancias y chistes
son también castigados. Hay que cuidarse del comité de defensa republicana, los
censores ultraconservadores y los policías del idioma.
Por
cierto, se dice que las últimas palabras, pronunciadas por Mas Canosa antes de
morir fueron: “Adelante, adelante,
adelante”. Por años la prensa de Miami las ha repetido. ¿Alguna duda ahora
sobre la ideología del líder del exilio?
Ante
el argumento de que exagero no hago más que remitir a la votación primaria del
Partido Republicano del martes 8 de mayo en Indiana, donde el senador Richard
G. Lugar perdió frente a un aspirante de su propio partido que cuenta con el
apoyo del Tea Party. Lugar, un senador de seis términos en el Congreso federal,
siempre había ganado las elecciones con una aprobación del 60 por ciento. Su
derrota envía un claro mensaje a los políticos moderados de ambos partidos:
estas serán unas elecciones donde los extremos amenazan con jugar un papel
decisivo.
Para
los republicanos, el peligro es enorme. En unas primarias dominadas por el voto
más conservador y ultraderechista, ¿cómo va ahora el virtual candidato, Mitt
Romney, a conquistar ese sector electoral independiente y situado al centro del
panorama político nacional, que se considera indispensable ganar para lograr la
presidencia de este país? Porque hasta ahora quienes hicieron la campaña por la
candidatura republicana trataron de complacer, con impudicia total, a un
electorado blanco, de más de cincuenta años y que vive en los suburbios, el
cual por supuesto no representa ni remotamente a la actual población
norteamericana. De poco sirve el paseo ocasional con un político carismático
como el senador Marco Rubio, bueno para las recaudaciones de fondos entre sus
afines pero no para mucho más. Si esta es la carta de Romney para ganarse el
voto hispano, no ha hecho más que escoger el as equivocado.
Al
mismo tiempo, los demócratas tampoco la tienen fácil, y han iniciado la campaña
por la reelección de Obama con un tono pasado de moda: no se puede seguir
vendiendo la esperanza. Eso estuvo bien en el pasado, y en buena medida sirvió
para conquistar el triunfo. La administración actual no puede, y no debe,
representar esperanza alguna, sino ser la realidad. Hasta ahora, el Presidente
no ha demostrado el liderazgo suficiente en el terreno económico y de política
nacional (algo que, por otra parte, no le ha faltado en la arena internacional,
la lucha contra el narcotráfico y la inmigración ilegal, aunque los republicanos
hagan hasta lo imposible por no reconocerlo).
Si
Obama quiere gobernar durante un segundo período, debe no solo prometer, sino
demostrar, que es capaz de enfrentar a fondo los graves problemas económicos
por los que atraviesa este país, y no limitarse a medidas keynesianas que
recuerdan a la aplicación de curitas para tratar un cáncer. Debe también evitar
la trampa de las “guerras culturales” y pasar a un segundo plano el tema como
los matrimonios gays. Al final será la economía quien de nuevo decidirá el
futuro de esta nación. Solo hay que esperar que aquí no se repita el error de
los españoles, que cambiaron un gobierno mediocre por uno realmente malo.
Para
el exilio ultraderechista de Miami, esta contienda será realmente candente, en
el afán de conservar el poder político alcanzado. No hay duda que hará todo lo
posible para lograr este objetivo, aunque no diga “Adelante”, y se limite a,
otra vez, dar un paso atrás.
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