La
última oportunidad de Chávez
Francisco Rivero Valera. EL UNIVERSAL
Chávez y Pérez Jiménez. Figura tomada del Blog LA PROTESTA MILITAR |
Chávez
y Pérez Jiménez se parecen.
Ambos han sido militares-políticos. Ambos han
sido golpistas y golpeados. Han gobernado al país durante más de 12 años. Con
rasgos de dictadura al concentrar el poder absoluto en sus manos. Ambos han
reprimido la libertad.
La diferencia está en la gestión de gobierno.
Pérez Jiménez logró alto sentido nacionalista
y marcado progreso económico al ejecutar una ambiciosa política de
construcciones. Desarrolló el sistema de electrificación del Caroní, la Planta
Siderúrgica del Orinoco, la minería, carreteras, autopistas, bienes raíces y
otros. Además, grandes avances en la educación de las Fuerzas Armadas, y en la
renovación de equipos militares. Wikipedia. Y nunca tomó la iniciativa de
amenazar a otro país con el uso de las armas.
En política interior, logró altos estándares
de seguridad y orden, y fomentó los valores morales en la población. Pero, con
un punto fatal: reprimió la libertad y
los partidos políticos.
Chávez, por su parte, ha tenido la mejor
oportunidad del mundo para transformar a Venezuela en un país desarrollado: 13
años de gobierno, altísimos ingresos petroleros, apoyo popular y control
absoluto de todos los poderes. A cambio hemos recibido mentiras como arroz picao y, ahora, chantaje sentimental por
su enfermedad. Y destrucción del aparato productivo, incremento alarmante de
las importaciones y de la inflación; destrucción de la vialidad y de la
electrificación; incremento alarmante de la corrupción, inseguridad y
violencia; violación de los derechos humanos, desempleo, anagrama de los valores
morales y otros. O sea, Chávez invirtió los términos: destruir al país, por
construir un gran país.
Ante tales circunstancias, a Chávez le queda
la última oportunidad para tratar de aliviar su pésima historia política:
renunciar. Para evitar mayor infelicidad en los venezolanos. Para prevenir la
anarquía y la violencia sangrienta entre sus compinches, cuando su inexorable
enfermedad obligue su discapacidad y retiro. Para evitar que el país continúe
hacia el retroceso y la ruina.
Renunciar por ahora, en cadena nacional.
Y aunque Chávez es experto en cadenas
nacionales, no está demás ayudarlo con algunos detalles.
Por ejemplo, ante todo decir la verdad, sin
groserías.
Decir que ha decidido renunciar porque está
enfermo o porque las cosas no resultaron como las esperaba. Que hizo todo lo
posible por dar felicidad
con su proyecto comunista y que lamenta sus fatales resultados. Pero que no
diga que lo engañó Fidel, ni que fue culpa de la IV republica o del Imperio
porque, a estas alturas de la vida, después de 13 años, ya nadie le va a creer esa excusa.
Que diga, con sinceridad, que ha sido mal
administrador porque, para gastar un millón de millones de dólares y terminar
en crisis de electricidad, viviendas y alimentos; en corrupción, depresión de
la economía y demás, hay que ser pésimo administrador. Pero, puede usar un
último comodín como excusa: que todo ha
sido por falta de experiencia.
Y
no estaría mal que también pida perdón por tantas cadenas nacionales repletas
de amenazas, mentiras y malas palabras, nunca dichas por Presidente alguno, ni siquiera por dictadores como Pérez
Jiménez; por la represión de medios de comunicación social y de todo cuanto sea
oposición y, en pocas palabras, por tanta metida de pata.
Y como final de su renuncia también es
soportable que diga: errar es de humanos
y rectificar de sabios.
Que así sea.
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