Tuesday, May 22, 2012


Sin respeto a la inteligencia.

Un reportaje  sobre el sistema penitenciario castrista.

Mario J. Viera
Patio de uno de los edificios de la prisión Combinado del Este

Debo confesar que en mí hay un cierto componente de masoquismo intelectual. Tiene que ser así porque, de vez en vez, me introduzco en la lectura de esos libelos castristas Granma y Juventud Rebelde. Hay que tener una capacidad tremenda de aguante para leer lo que garrapatean esos periodistas oficiales convertidos en aedas sublimes de la dictadura denominada “revolución cubana” que le cantan loas y alabanzas.

Los reportajes, supuestamente periodísticos, de los medios castristas van de lo sublime a lo ridículo con más de ridículo que de sublime. Unos inspiran risas de burlas, otros, indignación por el desprecio que hacen a la inteligencia. Entre estos últimos puedo ubicar el recién publicado en Granma bajo el tema “Sistema penitenciario cubano”. Su autor ─ no sé quién rayos es ─ Sergio Alejandro Gómez. Un periodista oficial que escribe sobre un tema del que evidentemente no tiene ni la más remota idea ni ha contrastado in situ.

De inmediato me llamó la atención el título del  reportaje, “Respeto a la dignidad y al mejoramiento humano” ¿se trataba de un sarcasmo sutil referido al sistema que en Cuba rige para las prisiones? No, aunque parezca sarcástico no era esa la intención del autor. Se trataba de un canto de alabanza a ese sistema.

Este Sergio A. Gómez comienza su reportaje con esta afirmación: “Uno de los grandes desafíos que tuvo que afrontar la Revolución Cubana fue desmantelar el sistema penitenciario establecido por la tiranía batistiana…”. Bien, en primer lugar, durante el gobierno de Fulgencio Batista no se estableció ningún nuevo sistema penitenciario; era el mismo que estaba en vigor cuando se apoderó del poder por medio de un golpe de estado.  Esto lo puede constatar el propio Fidel Castro. Léase ese bodrio de Mario Mencía titulado “La prisión fecunda”.

Según Gómez en aquel sistema penitenciario “imperaban la corrupción judicial y administrativa, el crimen despiadado, los maltratos físicos y la tortura, las desapariciones, la discriminación racial y social y el tratamiento brutal al hombre sancionado, en detrimento de su integridad y dignidad humanas”. Bien, era tan alta la corrupción judicial que a los revolucionarios presentados ante los tribunales por hechos, hoy catalogados de terrorismo, se les imponían leves sanciones penales o se les declaraba inocentes, razón por la cual los esbirros del batistato se decidían por las ejecuciones extrajudiciales.

Había corrupción administrativa durante el gobierno de Batista como en cualquier otro gobierno anterior; pero en muchas ocasiones esa corrupción permitió a algún que otro revolucionario librarse de la prisión por gestiones impulsadas por un determinado político de la época.

No existen pruebas documentales de que en las cárceles durante el gobierno de Batista se produjeran maltratos físicos, torturas o crímenes despiadados. Esos horrores se vivieron en las cárceles de Cuba durante el machadato en los años de la década del 30 (Consúltese “Presidio Modelo” de Pablo de la Torriente Brau en cualquiera de sus ediciones, 1969 o 1975). Esos horrores fueron también prácticas solo en las estaciones policiacas o centros de detención durante la dictadura batistiana.

Tal vez, en aquel sistema penitenciario quedaban rezagos de aquello que cruda y violentamente denunciaba Carlos Montenegro en su novela “Hombres sin mujeres” (1938) justamente considerada como la primer novela cubana que abordaba el tema de la homosexualidad.

Continúa el cronista del Granma señalando que “junto al combate contra la injusticia y la desigualdad social, la ignorancia, la violencia, los males y vicios de la sociedad capitalista que llevaba a prisión a los humildes, mientras que los corruptos y malversadores disfrutaban del poder y se repartían el país”. No se puede concebir mayor cinismo. Esos términos parecen actuales. Gómez no conoce o no le da la gana conocer el carácter del sistema penitenciario del castrismo. Los corruptos, los malversadores del actual gobierno disfrutan del poder y se reparten el país como si fuera un extenso latifundio feudal, mientras que en las prisiones continúan los humildes, en ocasiones por delitos baladíes u originados por las penurias que el sistema que defiende Gómez ha generado y multiplicado. Las cárceles castristas son un espejo, una foto real ─ para decirlo con las propias palabras del cronista ─ de la injusticia y la desigualdad social, la ignorancia, la violencia y los vicios que el régimen de octogenarios ha instituido en todo el país. Pues junto a ese combate revolucionario, Gómez agrega:

“…hubo que destruir el régimen carcelario heredado y sustituirlo por un sistema penitenciario profundamente humano, sustentado en el respeto y el control riguroso de la aplicación de leyes, reglamentos y políticas que se inspiran en la máxima de reeducar y rehabilitar a cada persona recluida para su reinserción social

Gómez si ha visto una cárcel en Cuba, debe haberlo hecho desde la lejanía y a la velocidad de algún carro en que se transporta para pergeñar alguna de sus enjundiosas crónicas. No sabe qué es una cárcel castrista. No conoce, no le interesa conocer como transita la vida en prisiones como el Combinado del Este, Agüica, Canaleta y las más de cien prisiones que a todo lo largo del país ha erigido el gobierno de los Castro.

Los que hemos conocido y sufrido las condiciones carcelarias en Cuba no coincidimos con la apreciación del reportero de Granma sobre ese “sistema penitenciario profundamente humano” que describe. Edificios con condiciones detestables de salubridad, con filtraciones, calurosos, en los que pululan los insectos y las ratas; celdas atestadas a más allá de su capacidad. Hemos sido testigo de las palizas propinadas a los presos por sus custodios. Hemos conocido reclusos muertos sin asistencia médica con la complicidad de las autoridades del penal. Hemos comido el miserable alimento que se ofrece en las prisiones suficiente para mantener a los reclusos en una condición animal pensando en qué comer, con el hambre traspasándole las entrañas. Ha corrido la sangre en disputa de dos reos por un mendrugo de pan.

Tan humano es el sistema penitenciario que muchísimos presos acuden al acto desesperado de la mutilación esperando lograr con ese sacrificio obtener alguna ligera mejoría en sus condiciones de vida, Unos se inyectan queroseno que les provoca gangrena, otros se deciden por tajarse las venas, otros hasta se mutilan el pene y no faltan los que compran la sangre de algún afectado con el VIH y contagiarse, todo motivado por la desesperación que se vive en las prisiones.

Junto a todo esto, el matonismo de los reclusos comunes que sirven de auxiliares a los custodios y muchas veces empleados por estos para provocar a los presos políticos y agredirlos. Los delincuentes más tenebrosos e inescrupulosos actuando como delatores dentro del llamado Trabajo Operativo Secreto a cambio de miserables privilegios concedidos como “beneficios”.

Es limitado el espacio de una crónica para reseñar todos los horrores que se viven en un presidio castrista, baste con agregar que, como en El Infierno de Dante, se podría colocar ante la puerta de entrada de cualquier cárcel de Cuba, un cartel advirtiéndole a los recién llegados “Abandonen Toda Esperanza”

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