Un
asunto propio
José Antonio Fornaris. CUBA
ACTUALIDAD (PD)
Hoy,
aunque me mantendré dentro del amplio espectro del periodismo tengo que darle
un pequeño vuelco a esta columna y hablar sobre mi persona. Doy disculpas por
adelantado.
El día dos de mayo, algo después de las cuatro
de la tarde, un oficial de la policía política citó a la colega Amarilis
Cortina (mi esposa) y a mí para la estación policial de la localidad donde
residimos. El día dos de mayo, algo después de las cuatro de la tarde, un
oficial de la policía política citó a la colega Amarilis Cortina (mi esposa) y
a mí para la estación policial de la localidad donde residimos.
En
primera instancia fue interrogada o entrevistada Cortina, luego tocó mi turno.
Es
la segunda vez que veía a este oficial. En una citación anterior, él estaba
presente, pero el "entrevistador" fue otro que se hace llamar Tomás.
Este dice nombrarse Adrián.
De
primer momento, Adrián me agradó: mi hija se llama Adriana. Es joven de buen
aspecto, habla bajito y de manera pausada. En un momento dado le dije que
parecía tener buena cuna. Aseguró que tiene 23 años, es menor que cualquiera de
mis tres hijos. Manifestó ser la persona que dentro del departamento 21 de la
Contra Inteligencia está encargada, en el grupo de Enfrentamiento a la Prensa,
específicamente del semanario Primavera Digital (PD).
Adrián
Hizo varias preguntas. Unas las respondí y otras no. Luego supe que, más o
menos, fueron las mismas preguntas que le hizo a mi esposa. Entre ellas, la
función de los distintos periodistas en PD, mi disposición a reconocer si
quedaba probado fuera de toda duda que yo había mentido en alguna información
debido a que no verifiqué lo dicho por la fuente (le respondí que estaría
dispuesto), sí teníamos o no intenciones de emigrar, cuantos hijos tengo, si
estaban todos en el territorio nacional, y otras de ese corte que no
constituían nada que no fuera del dominio público. Hasta ahí, todo parecía
estar, de una u otra manera, dentro de su trabajo represivo.
Pero
al día siguiente supimos que un miembro de la policía política había estado en
la casa de la familia del ex esposo de Cortina haciendo preguntas sobre
nosotros. Por la descripción, no hay muchas dudas de que se trata del mismo
joven oficial.
Entre
las preguntas estuvieron cuántas mascotas tenemos (deben estar pensando en
robárselas), qué si en nuestra casa había muchos artículos electrodomésticos,
las condiciones del inmueble, y si en alguna medida vivimos con opulencia.
Deben de estar fraguando algún plan para despojarnos de nuestras pertenencias
personales, incluida la vivienda.
La
casa la compró en 1924 el abuelo de mi esposa. Estaba en un estado casi
inhabitable, y recientemente hubo que repararla y hacerle algunas modestas
remodelaciones.
Es
casi imposible que en una barriada humilde se viva con riqueza. Las personas
pudieran entrar dentro de esa calificación están en las llamadas "zonas
congeladas", que casualmente es donde residen los gobernantes del país,
sus hijos, nietos y otros allegados. Hacia esas zonas es hacia donde la
Seguridad del Estado debe dirigir sus pesquisas.
Ese
oficial también indagó sobre cosas de la vida privada. Por ejemplo, como están
las relaciones matrimoniales entre mi esposa y yo, cuáles fueron los motivos
del fracaso del anterior matrimonio de ella.
Esa
actitud de tratar de crear chismes y bretes no aplica dentro de los códigos
viriles en Cuba.
Pero
todo esto tiene una moraleja, que es cosa conocida: nunca se puede confiar o
creer en los que integran las huestes del diablo, aunque tengan aspecto de
buena persona.
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