Chávez
en el espejo del alma
Alexander Cambero. EL UNIVERSAL
Como
de costumbre no perdemos una cadena presidencial. Las últimas, han tenido el
dramatismo que acompaña al primer mandatario nacional Hugo Chávez. Su grave
padecimiento ha erosionado sus planes de creerse un ser inmutable, con la
garantía de permanecer por siempre en la vida venezolana. La dura realidad lo
ha bajado del atrio inmarcesible, en donde fue elevado por la abrasadora
megalomanía de seres carcomidos por la adulancia enciclopédica. Un gran río
humano de incondicionales irrecuperables alimentó su ego hasta colocarlo por
encima del bien y el mal. Lo hizo su investido y hasta hablaban de él como una
especie de reencarnación divina que ejercería de espíritu de luz. Un cáncer
irreverente demostró que solo Dios está libre de las duras dificultades que
atravesamos los humanos, que hablar de décadas en el poder casi siempre es la
resultante de espíritus fanfarrones con ínfulas de sentirse dueños del destino
de los pueblos.
Mucha
tristeza en la última cadena. Las miradas de los funcionarios gubernamentales
eran todo un poema de Charles Baudelaire. Hugo Chávez esforzándose en demostrar
vigor y entereza, cada frase como arrancada del alma suplicante de un condenado
a muerte. El ambiente decorado con esmero como para demostrar que todo anda
bien, más de uno sacando sus propias cuentas y hasta llamando al candidato
opositor Henrique Capriles, buscando al gran salvavidas para cuando el
formidable buque se hunda en lo profundo de sus miserias.
Cadenas
grabadas para impedir que algún detalle descubra el gran misterio que ocultan
los cercanos. Cortar y editar minuciosamente para que los detalles reveladores
sean borrados inmediatamente por técnicos al servicio de su majestad. Médicos
detrás del gran escenario para socorrer en caso de cualquier eventualidad, son
elementos que sirven de cortina de humo cuando lo expuesto no es en vivo.
Cualquier
experto puede montar un set de televisión, colocar luces y hasta lograr un
efecto positivo de algo que es todo lo contrario, vender un mundo ficticio para
beneficiar poderosos intereses. Todo un andamiaje en donde se pueda manipular a
millones de incautos que todavía dudan de la enfermedad.
Quizás,
una de las pocas cosas que no pueden lograr es ocultar el espejo del alma. Esas
miradas lánguidas de profundo dolor que observaban a Hugo Chávez, jamás podrá
borrarlas el maquillaje, sus palabras machacadas como tratando de creérselas,
es algo que no puede encubrir una cadena. Más de uno pensando en que se acerca
el final de esta tormenta. Otros, soñando con ser el escogido del hombre
enfermo para proseguir disfrutando del festín petrolero, un espejo que
escudriña hasta lo profundo del corazón, para abrir un boquete en el alma de
aquel que sufre en silencio el tsunami de sus huesos.
Algunos
pensarán que es un espejito mágico en donde la fea bruja busca el consuelo del
vidrio multicolor. Los rostros de los supuestos amigos cargando el pesado fardo
de aquello que se esfuma de manera irremediable.
La
mentira tiene patas cortas, difícil sostener en el tiempo montajes que se lo
tragarán las evidencias. Le deseamos larga vida y derrota electoral al
presidente Hugo Chávez... Lo queremos vivo para que pague por el daño
infringido al pueblo venezolano. Sus numerosas agresiones al país tendrán
respuesta de cárcel cuando aquí existan tribunales decentes.
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