En nombre de la convivencia
Roland J. Behar.
EL NUEVO HERALD
Cualquier
día pueden encontrarse en la prensa occidental bromas o críticas contra el
cristianismo o el judaísmo. Nadie es amonestado, encarcelado, mutilado o
asesinado. Cuando se bloquean calles de importantes ciudades a la hora de los 5
rezos diarios de acuerdo al Corán, nada ocurre, no hay arrestos y los educados
occidentales esperan respetuosamente a que terminen. Sin embargo, la prensa
occidental oculta, por temor o desidia, noticias que afectan la vida de
cristianos en diferentes partes del mundo.
Raymond
Ibrahim, quien pertenece al Centro de Libertad David Horowitz (David Horowitz
Freedom Center) a través de sus vínculos con la Asociación Shillman y quien,
además, participa del Forum del Medio Oriente, recién publicó un revelador
artículo sobre incidentes ocurridos en diferentes partes del mundo. Presentaré,
a continuación, algunas de estas pavorosas historias.
En
el pasado mes de marzo, la más alta autoridad de la ley islámica de Arabia
Saudita decretó que las iglesias de la región deben ser destruidas; los
Jihadistas en Nigeria, dijeron que “van a
poner en acción nuevos esfuerzos para infundir miedo en los cristianos,
secuestrando a sus mujeres”; maestros estadounidenses han sido asesinados
en la zona por hablar sobre cristianismo; ha habido iglesias prohibidas y
bombardeadas, han aterrorizado a las monjas turbas musulmanas cuchillo en mano.
Los cristianos así como los musulmanes convertidos al cristianismo siguen
siendo atacados, arrestados, encarcelados y asesinados supuestamente por
“blasfemar” del profeta Mahoma.
Raymond
Ibrahim también aporta los siguientes ejemplos específicos:
Egipto:
Un cristiano es acusado de insultar al Islam y a Mahoma. Por ello fue
sentenciado a seis años de prisión. A pesar de que la “difamación de la
religión” es un delito, que se castiga con pena de prisión de un mes a tres
años, el juez duplicó la pena para apaciguar a una furiosa turba de 2,500 que
aterrorizó a la sala del tribunal, exigiendo la muerte del cristiano.
India:
Una joven mujer fue agredida y expulsada de su casa “por atreverse a dar gracias en nombre de Cristo por la curación
recibida”. Sucedió en un pueblo de mayoría musulmana. Incluso, sus padres
participaron en la paliza, dejando a la muchacha inconsciente.
Irak:
Un maestro estadounidense fue asesinado a tiros por un estudiante de 18 años en
una academia cristiana. Sus amigos en Washington dijeron que él “era un cristiano devoto que elogiaba el
cristianismo y oraba en el aula y que la posibilidad de evangelizar fue su
motivación al irse a enseñar en Irak”. De acuerdo con los estudiantes, “las
manos del maestro aún estaban juntas para la oración cuando cayó doblado por
las balas”.
Pakistán:
Una multitud de musulmanes atacó a una cristiana de 60 años, quien se había
convertido al Islam, y quien seis meses más tarde regresó a la cristiandad.
Como consecuencia, fue torturada, le hicieron desfilar por las calles, con la
cabeza rapada y con guirnaldas de zapatos colgadas al cuello. Las amenazas de
“consecuencias nefastas” de clérigos islámicos la obligaron a huir de la región
con su familia.
Yemen:
Hombres vinculados a Al Qaida dispararon e hirieron fatalmente a un profesor
norteamericano. Luego, con el mayor alarde de impunidad, transmitieron un
comunicado que decía: “Esta operación es
una respuesta a la campaña de proselitismo cristiano que Occidente ha puesto en
marcha contra los musulmanes”. Todo sucedió un domingo.
En
Belén, bajo la jurisdicción de la Autoridad Palestina, una semana después de
que el primer ministro Mahmud Abbas dijera en una audiencia privada con
evangelistas que su gobierno respetaría los derechos de sus minorías
cristianas, la AP declaró ilegal una iglesia bautista, aduciendo que los
certificados de nacimiento, boda y muerte no eran válidos. Un pastor local
señaló que “la animosidad contra la
minoría cristiana en las zonas controladas por la Autoridad Palestina sigue
siendo cada vez peor, lo que ha provocado el éxodo de los mismos hacia otras
regiones”.
En
fin, como en todas las relaciones exitosas, ambas partes deben respetarse y
tolerar sus diferencias. Hasta ahora las relaciones entre cristianos y judíos y
su contraparte islámica no apuntan a ser así donde esta última tiene la
mayoría, o un número suficientemente considerable, como en el caso de algunas
ciudades europeas donde ya imponen su criterio a como dé lugar.
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