Puntos
dudosos en el alegato de Espacio Laical
Mario
J. Viera
Tal
parece que el equipo gestor de la revista Espacio Laical se considera a sí
mismo como el único factor inteligente dentro del panorama político y social de
Cuba y capaz de conducir al país por un sendero de armonía, concertación y paz
social. Para ellos sus propuestas, sus opiniones, tienen consagración bíblica y,
por tanto, única verdad. Al menos esto es lo que se desprende del cotejo del Editorial
del número 2-2012 de la revista Espacio Laical publicado bajo el título “El
compromiso con la verdad”.
Con
mucha retórica jesuita, el Editorial es un panegírico a favor del cardenal
Jaime Ortega contra el cual, según se alega, “ciertas facciones” intrigan con “el
propósito de eliminarle y deshacerse de la línea política que éste ha promovido”.
Sin embargo, yo que no cuento con la iluminación bíblica que porta el equipo
gestor de Espacio Laical, que soy un simple mortal, tal vez uno de esos que el
editorial considera “de escasísima inteligencia política”, me atrevo a señalar
algunos puntos dudosos que he visto en el alegato de la publicación del
Arzobispado de La Habana y que preside Su Eminencia Jaime Cardenal Ortega.
Remontándose
a la década de los 80, el Editorial proclama que la Iglesia Católica Cubana, es
decir, Jaime Ortega, “ha venido
cincelando una propuesta de diálogo entre todos los cubanos, como metodología
imprescindible para avanzar hacia una mayor concordia nacional”. Hay que
hacer una observación en cuanto a esta afirmación. Fue en 1976 que se fundara
el Comité Cubano Pro Derechos Humanos y es en 1980 que alcanza su definitiva
formación dentro de la prisión del
Combinado del Este. En 1986 el gobierno castrista emprende una campaña de
descrédito en contra de Ricardo Bofill, fundador del Comité, lo que le hace
conocido nacional e internacionalmente. En 1988 se funda el Partido Pro
Derechos Humanos de Cuba y a partir de esa fecha comienza el movimiento
disidente y opositor de la isla. Hasta ese momento no existía confrontación
ideológica destacada entre un sector de la oposición y el gobierno. No
obstante, Espacio Laical nos habla de una supuesta propuesta de dialogo tal vez,
hipotéticamente entre gobierno y oposición emprendida “hace más de 30 años”.
La
gestión del cardenal Ortega en esa propuesta de diálogo, asegura el equipo de
redacción de Espacio Laical nunca representó “una aceptación acrítica de lo mal hecho por las partes del espectro
nacional” según esto, Ortega, “Unas
veces en público y otras en privado, ha cuestionado el quehacer político
opositor dentro y fuera de Cuba”. No lo ponemos en duda, recientemente fue
despectivo con respecto a un pequeño grupo que buscando asilo en un templo
pretendía elevar una exigencia al gobierno y que fueran arrojados del lugar sin
muchas contemplaciones a solicitud del cardenal. Es que para Espacio Laical la
oposición dentro y fuera de Cuba se caracteriza “por criticar, condenar e intentar aniquilar, sin proyectos claros y universales
para el destino de la nación”. Es que los únicos que poseen un proyecto
claro y universal para el destino de la nación son los que forman parte del equipo
gestor de la revista Espacio Laical según se lo cree ese mismo equipo gestor.
Creo,
no obstante, que nunca comulgaré con la universalidad de la propuesta de
Espacio Laical, si en ella se entiende una amnistía para los usurpadores del
poder en Cuba. No puede haber universalidad incluyente entre víctimas y
victimarios. No puede haber perdón para aquel que no lo ha pedido.
Espacio
Laical apropiándose la representación de la Iglesia Católica Cubana afirma: “Desde su amor indiscutible a Cuba libre y
soberana, la Iglesia no puede comulgar con proyectos monitoreados y acoplados,
en muchos casos, a agendas dictadas desde fuera de la Isla y sin un
distanciamiento crítico claro sobre las medidas de bloqueo contra nuestra
Patria”. Un lenguaje más parecido al del oficialismo no puede encontrarse.
Habla de una Cuba libre y soberana para referirse a proyectos, quizá
extranjeros, que le dictan a los opositores sus agendas (¿acaso Espacio Laical
considera, como considera el gobierno de los Castro, que los opositores son
mercenarios?). No critica el embargo de Estados Unidos ─ algo que puede
comprenderse dentro de un concepto eclesiástico ─; condena que no haya un
distanciamiento del “bloqueo”, un sofisma muy empleado por el régimen castrista
y que hace suyo el editorial. Lástima que los miembros del equipo gestor solo
se conformen con el amor hacia una Cuba libre y soberana y no por el amor a una
Cuba libre, soberana y democrática.
En
su apasionada defensa de Ortega, Espacio Laical expresa que “el cardenal Ortega fue la única voz que,
desde la Iglesia, condenó, sin ambages, el fusilamiento del general Arnaldo
Ochoa y de otros oficiales de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior,
el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, los ataques del comandante Fidel
Castro contra monseñor Pedro Meurice y los llamados actos de repudio, entre
otros ejemplos”. La única voz desde la Iglesia… sin ambages…Es decir que
para Espacio Laical, no hay en Cuba ni siquiera un obispo, un sacerdote que
haya tenido el valor de levantar su voz condenando las arbitrariedades del
poder, que no sea Jaime Ortega. No puedo evitar la expresión: ¡Bien jodidos
estamos entonces! Sin embargo tengo que decir que no recuerdo ninguna
declaración de Jaime Ortega condenando sin ambages lo que asegura Espacio
Laical, tal vez su condena fue en privado… Lo que si recuerdo fue cuando sin
ambages pidió que se orara por la recuperación de la salud de Fidel Castro. No
recuerdo nada que dijera sobre la muerte de Orlando Zapata Tamayo o la de Wilmar
Villar, como tampoco recuerdo haberle escuchado referirse a la muerte de Juan
Wilfredo Soto García, muerto luego de haber recibido una golpiza propinada por la
policía.
“Además ─ continúa el panegírico ─, (Ortega) ha tenido un protagonismo destacado en la preparación de todos los
documentos episcopales emitidos sobre la realidad del país, y en especial en la
preparación de la Carta Pastoral “El amor todo lo espera” (acciones que hoy
muchos quieren escamotearle)”. ¿Quiénes se lo quieren escamotear? De
acuerdo con la Real Academia, escamotear significa “robar o quitar algo con agilidad y astucia”; entonces ¿Quiénes son
los pretenden robarle o quitarle con astucia al cardenal su papel en la
preparación de la Carta Pastoral El amor
todo lo espera? Por supuesto que no se trata de la disidencia o la oposición.
¿Se estará refiriendo a una contradicción, a una puja de liderazgo dentro de la
Conferencia de Obispos Católicos de Cuba?
Casi
adueñándose de la Cátedra de San Pedro, Espacio Laical nos ilustra: “Es necesario reconocer que nuestra realidad
es compleja, y que lecturas simplistas y unilaterales de la misma dificultan la
aceptación y realización de esa senda de entendimiento nacional”.
¿Entendimiento nacional? No se trata de un entendimiento nacional, no es
posible entre aquellos que se empecinan en mantenerse en el poder sustentando un
credo excluyente e intransigente y aquellos que pretenden abrirse a la
democracia. Nuestra realidad, la realidad de Cuba no es compleja, no es la
diversidad de opiniones e intereses puestos en el plano teórico; se trata de la
existencia de un poder totalitario que ahoga cualquier empeño de progreso
social. Sin caer en el maniqueísmo se pueden precisar dos polos: el Estado
represor y la sociedad civil, la segunda, oprimida y castrada por el primero.
Es
errónea la lectura simplista y unilateral de Espacio Laical que establece que “la solución definitiva para Cuba pasará por una metodología política
signada por el encuentro, el diálogo y el consenso” algo que podría ser
acertado si se tratara de un Estado en el que prevalecieran los fundamentos de
la democracia en un caso de conflicto entre gobierno y oposición como pudiera
ser el conflicto en Chile con motivo de las protestas estudiantiles por una
educación de calidad y gratuita, o en los Estados Unidos con respecto a los
problemas generados por la crisis económica. En Cuba, el gobierno, como ente
usurpador e ilegítimo, no posee disposición de encuentro, diálogo y consenso
que no sea para el acatamiento de su voluntad como poder y dominio.
Aquellos
que no coinciden en este criterio laical son los que “cargados de odio, de prejuicios y en algunos casos hasta de escasísima
inteligencia política, prefieren derrocar al actual Gobierno y conseguir un
triunfo que nuevamente excluya a los adversarios”. Para resolver el
conflicto cubano solo queda un recurso: derrocar la dictadura y llevar ante los
tribunales a sus personeros más comprometidos. Esto no significa odio, apelar a
la justicia de ningún modo significa odio ni carga de prejuicios; esto es
inteligencia política. Tender puentes de imposible consenso a la tiranía demuestra
una total estulticia política. Es como apunta Guillermo A. Zurga en Diario
América: “Los puentes se les tienden a
las personas o grupos que se arrepientan de sus actos ilícitos y/o vandálicos
que deseen reinsertarse responsable y voluntariamente en la sociedad de un
país. Lo demás es demagogia”.
Espacio
Laical se contradice a sí mismo en cuanto la solución definitiva se fundamenta
en el diálogo y el consenso cuando reconoce que “algunas autoridades han expresado públicamente que no consideran la
posibilidad de gestionar transformaciones políticas encaminadas a canalizar la
pluralidad existente en la nación. Por esta razón, tampoco han apoyado la
institucionalización debida de los mecanismos necesarios para realizar ese
diálogo nacional que reclama nuestra angustiosa crisis (…) no
han faltado altos dirigentes de la burocracia político-partidista dispuestos a
obstaculizar las iniciativas ciudadanas que buscan procurar este encuentro”
y aduce como ejemplo la “campaña de
obstáculos desatada por el aparato ideológico del Partido Comunista contra
espacios del Arzobispado de La Habana, con el objetivo de bloquear la
participación en los mismos de muchos académicos e intelectuales cubanos”.
Refiriéndose
al impulso que pretende dar el equipo gestor de la Revista Espacio Laical al “encuentro,
el diálogo y el consenso entre cubanos con posiciones políticas disímiles”
brindando para ello sus páginas y espacios de diálogo “a
cubanos de la Isla y de la Diáspora, de la izquierda, del centro y de la
derecha del espectro político nacional” como es el “Diálogo entre cubanos”
bajo el tema “La diáspora cubana en el siglo XXI” llevado a cabo por aquellos a
los que Oswaldo Payá identificó como los “que
gozan del privilegio de tener voz y espacios protegidos”.
Fue
el denominado Diálogo entre cubanos
un encuentro en espacio cerrado y negado la participación de importantes
representantes de la oposición interna aunque Espacio Laical asegura que “algunos han estado ausentes, pues no han
sido capaces de asumir un quehacer y un discurso bien fundamentado, sereno,
propositivo e inclusivo” y los que estuvieron ausentes fueron pare Espacio
Laical aquellos que no cuentan con “la
madurez suficiente para alcanzar estos atributos, se autoexcluyen de aportar al
objetivo principal de nuestro proyecto”.
Todas
las críticas que ha generado la actitud contemplativa y condescendiente del
Cardenal Ortega, Espacio Laical quiere verlas como “una guerra contra toda una línea evangélica que aspira a cambios
positivos y serenos”,
Cristo
nos enseñó que a los mercaderes del Templo había que expulsarles con azotes no
contemporizar con ellos. No se trata de una línea evangélica la que impulsan
los gestores de Espacio Laical. La verdadera línea evangélica es la de
denunciar la injusticia, es la defensa de los pobres y humildes que son la sal
de la tierra, es saciar a los que tienen hambre y sed de justicia. No se trata
de ataques contra la Iglesia Católica de Cuba, la Iglesia no es ni Espacio
Laical, ni su equipo gestor, ni el cardenal Jaime Ortega. Se requiere, por
parte de todos los católicos rescatar a la Iglesia de manos de los mercaderes
del Templo y entregarla a toda Cuba, sin tiranos ni demagogos.
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